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Los rosarinos ilustrados

La última muestra unió a gran cantidad fanáticos y artistas de distintos estilos en el CEC. Bioseguridad ante todo, los realizadores apuntaron a los tatuajes carcelarios y caseros como un flagelo a combatir.

Por: Agustín Aranda

¿Cómo nos individualizamos? ¿Cómo pasamos de la necesidad de segregarse a la imperiosa ansiedad por caracterizarnos como únicos e irrepetibles, a pesar de que ya lo somos? ¿Cómo nos mostramos? ¿Qué queremos decir con lo que proponemos en una época donde el cuerpo y la mente (o alma) ya no están separados? Parecería que el tatuaje, en todas sus formas (recreativo, artístico, carcelario) sería una forma de lograr este cometido. En aras de nuclear al sector de realizadores y “realizados” –léase tatuados–, desde el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) y la secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario organizaron la primera muestra de tatuajes en la ciudad, durante el fin de semana pasado. Con una buena convocatoria, hubo numerosas actividades, desde charlas, muestras, proyecciones, invitados nacionales e internacionales y tatuadores trabajando en vivo.

En diálogo con El Ciudadano, Paola Carriza, tatuadora de la ciudad y organizadora del evento explicó: “Fue una muy buena convocatoria. Rosario es una ciudad con público y excelentes tatuadores de muchos estilos. Hicieron trabajos fantástico y fue muy importante el aporte de la secretaría de Salud municipal para hacer las charlas entre artistas, donde pudieron despejar dudas acerca de cuestiones de seguridad”. Cientos de representantes del “mundo del tatuaje” –tal como señaló la mujer– pasaron por el edificio del CEC, ubicado en Sargento Cabral y el río durante tres jornadas, donde se hizo fuerte hincapié en concientizar sobre cómo aumentar la calidad e higiene de los procedimientos artísticos. “Si bien conocían los procedimientos, siempre es bueno recordar lo importante de mantener los instrumentos de trabajo y el área bajo normas de salud. Fue el primer encuentro entre la salud y los tatuadotes, por lo menos formal, para debatir cuestiones importantes del arte como protocolos de tratamientos”, contó Carriza y agregó: “Durante mucho tiempo la gente de salud no veía con buenos ojos la actividad, pero eso ha cambiado”.

De acuerdo con la organizadora, el encuentro sirvió también para que público conozca otro tipo de estilos de tatuaje y sepa “que puede elegir entre muchas opciones antes de hacerlo”. Entre los 24 tatuadores de renombre nacional e internacional, que participaron de las jornadas, se destacaron: Cristian Benvenuto (Neuquén) de Rotten Tattoo Alemania, Lucky Style (Buenos Aires), Martín de Vida Tattoo (Buenos Aires), Capocha de Calaveras y Diablitos (Santa Fe), Blacky (Rosario), Coky (Capitán Bermúdez), Marcos de Cool-it tattoos (Portugal) y Nicolás de Moon Tattoo (Neuquén).

Pasión y arrepentimiento

“El tatuaje es una pasión. Un impulso vital, siempre personal. Cada persona utiliza el cuerpo como lugar para el arte y decir algo de sí mismo”, reflexionó Carriza. La referencia literaria posible, siguiendo con esta línea de pensamiento, puede ser el genial libro de Ray Bradbury El hombre ilustrado. Una recopilación de cuentos  “montados” sobre los metamórficos tatuajes en la espalda de uno de los protagonistas/narradores de la historia troncal.

Consultada por la cantidad de personas que se arrepienten de las marcas artísticas que se hicieron sobre sus cuerpos, la tatuadora reconoció: “Hay muchos que se arrepienten y hacemos los cover up, que es trazar un nuevo diseño o modificar el existente. Es un paso más sencillo que el tratamiento de láser, que es costoso y largo”. Según la organizadora, la mayoría de los trabajos de cover up son sobre nombres, marcas tumberas, o diseños caseros de poca calidad o antiguos.

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