El movimiento scout es la asociación civil más importante de Argentina, y tiene cerca de 75.000 afiliados en todos los rincones del país. En Rosario, los jóvenes del pañuelo organizaron su primer evento zonal desde el fin de la emergencia sanitaria en 2021, lo que congregó a más de mil voluntarios a celebrar desde temprano el día del Scout a un costado del Monumento Nacional a la Bandera.
La hora de concentración fue puesta a las 9.30 de este sábado por sus organizadores y, desde entonces, colectivos y raudas delegaciones a pie de grupos scouts de Rosario, San Lorenzo, Funes, Capitán Bermúdez, Granadero Baigorria y demás localidades cercanas se hicieron llegar al monumento a los soldados caídos en la guerra de Malvinas con sus cánticos, banderas y rostros pintados.
El evento concentró desde niños de cinco y siete años hasta muchachos de 21, edades en las que los jóvenes son los protagonistas de la propuesta educativa del movimiento scout, acompañados por sus equipos de dirigentes. Muchos de estos educadores pasaron por los mismos lugares que los chicos que hoy les toca guiar, llegando hasta incluso a contar más años dentro que fuera de un grupo scout.
«Ser scout es un estilo de vida«, define Franco Costa, director del Distrito 3 (división territorial con las que los scout organizan políticamente su asociación) correspondiente al oeste de la ciudad y las localidades aledañas. Franco es barista de profesión y el año pasado superó los veinte años dentro del movimiento, donde hoy es dirigente del grupo scout n° 30 «San Antonio de Padua», activo desde hace 84 años en barrio Belgrano. «Es algo realmente distinto, donde uno va aprendiendo a crecer como persona y ser un ciudadano involucrado y respetuoso de los demás».
«El movimiento scout es una de las asociaciones civiles más grandes del mundo. En el país somos más de 70.000 scouts. No es un dato menor”, dijo el dirigente de 29 años a El Ciudadano, y agregó: “Es un movimiento educativo que busca seguir creciendo y creemos que es un bien que le damos a los chicos, y nos hacemos nosotros mismos, para que el chico pueda crecer en valores y poder autoconstruirse y generar una personalidad donde pueda tomar decisiones y tener una mirada crítica hacia la sociedad también y a uno mismo”.
Cristian Chiavazza, jefe del grupo scout Don Bosco, el primero en ser fundado en la ciudad de Funes, sostuvo que el crecimiento de las comunidades urbanas también llevó al crecimiento de los grupos scout: “La ausencia de alternativas como nosotros, de actividades al aire libre, un poco más agreste, hace falta. Después de 10 años, pudimos concretar el proyecto de presentarle a la comunidad de Funes, que estaba creciendo mucho realmente en los últimos años, esta alternativa de sacar a los chicos de la casa, de los celulares y creo que pegó bien” y agregó: “Lo que falta ahora es el compromiso del voluntariado adulto, conseguir más adultos que quieran ser dirigentes”.
El valor de estar presente
El joven apuntó sobre el valor de los encuentros regionales en el reconocimiento de los jóvenes entre sus pares, y la amplitud del propio movimiento: «Vivimos en una sociedad donde hay poca tolerancia al pensamiento distinto, donde se está acostumbrado a estar encerrado. Es importante poder abrirse y compartir con otros compañeros. No todos pueden pensar de una misma manera, pero creemos que hay una forma de construir un mundo mejor aportando cada uno su granito de arena».
El escultismo se define a través de marcos simbólicos en los que encuadran sus actividades, las cuales están destinadas a potenciar las habilidades emocionales, físicas, intelectuales y sociales de los chicos, además de la creatividad y la curiosidad por lo que los rodea. Emmanuel Fiore, asistente regional de juventudes de Scouts de Argentina se desmarcó del estereotipo de los scouts presentado por los personajes de la películas norteamericanas: «Nosotros tenemos esa referencia del estadounidense que se va de campamento, que hace eventos, que va cantando por la calle haciendo lío. Eso sí podemos decir que es verdad. Hay muchas cosas ciertas, como nuestras ganas de proteger y cuidar la naturaleza, de vivir con ella, de irnos de campamento, hacer construcciones con madera», dijo el joven a este diario. «El valor fundamental que compartimos con esta figura es el encuentro de jóvenes haciendo actividades, divirtiéndose. Lo colectivo en definitiva, y lo social que es fundamental para nosotros».
«La idea de los jóvenes dentro de la organización scout es llevar todos estos valores que nosotros aprendemos como personas a la sociedad. Yo soy scout desde muy chiquito, y aprendí muchas cosas y todas esas cosas que fui aprendiendo durante mi vida las fui llevando a todo mi entorno: al club donde practico natación, a mi escuela cuando era chico, a la facultad cuando fui y todo eso son pequeños valores que uno aprende que va replicando en sus actividades en el cotidiano, en el día a día».
«Nuestro rol dentro de los barrios es brindar un espacio bueno, lleno de valores y lleno de amigos que nos va a acompañar durante toda la vida y que aunque sea un solo sábado o un ratito viviendo una experiencia scout te puede cambiar para toda la vida», sentenció Emmanuel Fiore.
El rol social de los scouts
Las aristas que ofrecen los scouts, además de los voluntariados en espacios de servicio a la comunidad y de encuentro con la naturaleza, tiene como objetivo formar a los jóvenes como ciudadanos comprometidos con lo que sucede a su alrededor.
«Ya desde su inicio el movimiento scout plantea una cuestión de igualdad. El tipo que se le ocurrió hacer esto llevó pibes de campamento que venían de diferentes clases sociales, diferentes lugares y los juntó y les que podían compartir, convivir y desde ahí parte todo. Esa cuestión de la convivencia, de la hermandad como decimos nosotros, esos valores que se comparten en grupo se impregna después en la vida de cada uno. Y así mismo cada uno lo lleva en su rol en la sociedad», contó Claudio Caruzo, dirigente dedicado desde hace mucho tiempo al involucramiento juvenil en cuestiones que tienen que ver con la participación en órganos de toma de decisión tanto propias del escultismo como de la vida civil, como los concejos barriales.
En un marco de crecimiento de las ideas del individualismo, el movimiento scout propone una visión de comunidad, de trabajar en conjunto, de trabajo en equipo y de organización entre pares que impulsa a los jóvenes a la exploración de sus habilidades. «El trabajo en equipo es una de las partes del Método Scout. Todo lo que hacemos acá lo hacemos en conjunto. Los chicos mismos tienen como pequeños grupitos, llamados patrullas o equipos, donde se organizan para juntar fondos para irse de campamento, compara herramientas, arreglar la carpa del equipo, ponen un objetivo común. Y hacen una venta de empanadas, de galletitas como nos dicen en algunos lugares, de lo que sea, y todos trabajan para eso. Son cosas que se van mamando un poco desde chiquito y después uno ya lo hace propio en su vida, para su laburo, para lo que sea«.
«El Movimiento Scout nace desde la creación de comunidad», apuntó Gabriel Paccioretti, scout desde hace más de 40 años y quien fue el primer Jefe Scout Nacional oriundo de una provincia que no fuera Buenos Aires. «Cuando el fundador del movimiento vuelve a Inglaterra después de las campañas coloniales en Mafeking, encuentra una sociedad devastada por la Segunda Revolución Industrial e inventa esto, que es el método scout. A él le preocupaba una escuela que no contenía, que no llegaba a todos. Le preocupaba la falta de contención de niños y jóvenes”.
Paccioretti explicó que el escultismo nace desde una preocupación por hacer un aporte de la comunidad de quien fuera su fundador, el mítico general británico Robert Baden Powell: “Lo que el movimiento scout busca desde sus inicios es la construcción de ciudadanía. Es decir, gente que se haga cargo no solamente de su propia vida, de buscar un proyecto de vida, sino de hacerse cargo del bien común. Por eso lo de la buena acción, por eso los proyectos comunitarios y la dimensión social. La educación para la ciudadanía, en la educación para la sensibilidad social y para el compromiso social es lo que atraviesa el Movimiento Scout».
«Se dice que el movimiento scout educa en valores. Entonces, uno ya entiende un camino ciertamente correcto o diferente al que se plantea en algunas cuestiones individualistas hoy en la sociedad», dijo Caruzo, y sentenció: «Uno entiende que, solo, no se llega tan lejos como caminando con otros, y eso está bueno».