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Los sobrevivientes de los Andes

Por Rubén Alejandro Fraga.- Hace 40 años el avión en el que viajaban a Chile jóvenes rugbiers uruguayos y sus familiares se estrellaba en la cordillera.

Hoy se cumplen 40 años del comienzo de una de las tragedias aéreas que más conmovieron a la opinión pública mundial en el siglo XX y cuyo feliz desenlace pasó a la historia como “el milagro de los Andes”.

El viernes 13 de octubre de 1972 el avión Fairchild Hiller 571, un turborreactor de dos motores alquilado a la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló –por un error de navegación– en el centro de la cordillera de los Andes. A bordo viajaban 45 personas, entre pasajeros y tripulantes, en su mayoría integrantes de la primera división del Old Christians Rugby Club, ex alumnos del colegio irlandés Stella Maris Christian Brothers de Montevideo, junto con familiares y amigos, quienes se trasladaban para jugar un partido contra sus pares del club Old Boys de Santiago de Chile. Al mando del aparato, que había partido el jueves 12 desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco con destino al Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez de Santiago, estaba el coronel Julio César Ferradas y su copiloto era el teniente coronel Dante Lagurara. Completaban la tripulación el navegante, teniente Ramón Saúl Martínez, el sobrecargo Ovidio Ramírez y el mecánico Carlos Roque.

El avión se estrelló en la zona del glaciar de las Lágrimas, en la alta cuenca del río Atuel, en el distrito Malargüe del departamento mendocino del mismo nombre, a 3.500 metros sobre el nivel del mar en los Andes, próximo a la frontera con Chile. De las 45 personas en el avión, 13 murieron en el accidente o poco después –entre ellos los 5 tripulantes–; otros cuatro habían fallecido a la mañana siguiente, y el octavo día murió la pasajera Susana Parrado debido a sus lesiones.

Los sobrevivientes pasaron más de dos meses refugiados en los restos del fuselaje, debiendo soportar, entre otras cosas, durísimas condiciones ambientales de supervivencia en las montañas congeladas, aún en plena época de nevadas, en medio de la primavera austral (con temperaturas que oscilaban entre los 25 y los 42 grados centígrados bajo cero), bebiendo nieve derretida y acosados por el hambre cuando se fueron terminando las escasas reservas alimenticias que poseían.

Ilustración: Facundo Vitiello.

Para sobrevivir algunos de ellos llegaron a comer de los restos de sus compañeros de viaje fallecidos y su desesperanza aumentó en el undécimo día en la montaña al escuchar a través de una radio a pilas que los grupos de rescate habían abandonado la búsqueda.

A pesar de las condiciones y el grado de debilidad y aletargamiento, los sobrevivientes, liderados por el estudiante de medicina Roberto Jorge Canessa Urta (de 19 años), siguieron luchando por su vida.

Finalmente, a punto de desfallecer debido a las bajísimas temperaturas, amenazados por los aludes, y angustiados por la continua muerte de sus compañeros, los sobrevivientes concluyeron que su única esperanza consistía en ir a buscar ayuda. Así, el 12 de diciembre de 1972, Fernando Seler “Nando” Parrado Dolgay –de 23 años, cumplidos en la cordillera–, Canessa y Antonio José “Tintín” Vizintín Brandi (19) partieron en busca de ayuda a través de las montañas nevadas. Pero al tercer día de marcha, Vizintín resbaló y se lesionó, por lo que Parrado y Canessa decidieron enviarlo de vuelta.

Así, luego de varios días de marcha, los dos jóvenes dieron con un arriero chileno, Sergio Catalán, quien los condujo a de la Policía de chile. desde donde se organizó el rescate. Finalmente, 72 días después de haberse producido la tragedia, el sábado 23 de diciembre de 1972, los últimos 8 de los 16 sobrevivientes fueron rescatados.

La historia de los sobrevivientes de los Andes dio origen a una veintena de libros (el más reciente La sociedad de la nieve, de Pablo Vierci, publicado en 2008 por Sudamericana) y a cinco películas. También hay en internet un “sitio oficial del accidente de los Andes”, creado hace 10 años, y que por estos días conmemora el 40º aniversario del hecho que conmovió al mundo: www.viven.com.uy/571/default.asp.

Aquel partido, 40 años después

En el Valle de las Lágrimas en Chile, a 2.600 metros de altura, se improvisó el domingo 26 de febrero pasado una cancha de rugby para homenajear a los tripulantes que cayeron en el avión uruguayo hace 40 años.

Del partido homenaje participaron 45 personas (la misma cantidad que los accidentados en 1972), entre los que estuvo Gustavo Zerbino, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia. Al homenaje también asistieron familiares de los sobrevivientes, entre ellos algunos que nunca habían subido a la tumba donde se encuentran los fallecidos. Además estuvo Alejandro Nicolich, hermano de Gustavo Nicolich, uno de los rugbiers que falleció tras la caída del avión.

Uno de los equipos fue capitaneado por el chileno Francisco Planella, capitán del Old Boys que iba a enfrentarse con los uruguayos del Old Christians. El otro equipo, Mastercard, tuvo como capitán a Nicolich y ganó con un try de Nicolás Lang. Pero el resultado fue una anécdota.

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