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Los sonidos desapercibidos de la ciudad, recuperados por Adolfo Corts

Imaginativo y decidido, lleva adelante, desde 2006, un proyecto singular llamado “Sonidos de Rosario”, donde registra la bulla de carnavales, manifestaciones, partidos de fútbol, bares perdidos y autos que frenan, entre otros ruidos urbanos

“Arrancamos con la necesidad de armar un banco sonoro de Rosario, algo que no existía. El objetivo es escuchar, escucharse y escucharnos; romper con la rutina y contemplar sonoramente la ciudad”, reflexiona Adolfo Corts cuando se le pregunta por Sonidos de Rosario, un quijotesco proyecto que comanda desde sus inicios, en 2006. En los registros de www.sonidosderosario.com.ar, carnavales, manifestaciones políticas, partidos de fútbol y peregrinaciones se mezclan con bares perdidos, vendedores ambulantes, autos que frenan ante un bache inesperado y personas que hacen trámites en una comisaría. El sitio invita a sumergirse en la cotidianidad rosarina desde su aspecto más íntimo. Incluso los audios tomados en eventos masivos convocan al misterio. Lo que está al alcance de todos, muchas veces, es lo que pasa desapercibido. El registro sonoro lo recupera y lo pone en primer plano.

Registrar la ciudad

“La sonoridad te pega. Si un colectivo pasa con todo al lado tuyo, es el estruendo sonoro lo que te impacta. A la hinchada que alienta en una cancha: ¿la escuchás o la ves? ¿qué es lo que te mueve?”. Todos los días, Corts sale con su grabador y registra la ciudad. No es una forma de decir. Lo hace todos los días. Con el correr de los años, el proyecto ha ido sumando colaboradores. Entusiastas que se enganchan en la contemplación sonora y realizan sus propios registros. También ha ido sumando distintas apuestas. En su sitio web, además de Paisajes Sonoros de Rosario, se encuentran las secciones “Escuchar Santa F”; “Espacio Sonoro Argentina”; “Salón de Lectura”, que comparte autores leyendo sus obras; y “Oído Absoluto”, que recopila audios de los más diversos, desde crónicas policiales hasta canciones de cuna.

En las bocas de tormenta

“Escuchar es estar en un lugar, abstraerse y contemplar –propone Corts, y cuenta cómo se siente cuando realiza los registros–. En ese momento vuelo. Camino mucho por el parque Independencia, siempre miro para arriba y pienso que necesitaría una escalera, de esas enormes que tienen los bomberos, para subirme a las ramas de los árboles y escuchar el parque a cuarenta metros de altura, ahí donde están las cotorras”. Desde hace unos meses, Corts está grabando desde el interior de las bocas de tormenta. Con una soga baja su grabador y lo deja suspendido en distintas profundidades, que van desde 0,50 centímetro hasta 3 metros bajo tierra. Por ejemplo: escucha la zona del Monumento a la Bandera, un sábado a las cuatro de la tarde, desde una boca de tormenta. “¿Qué sonoridades hay en las canaletas, donde la visión no llega? Estoy empezando a experimentar”. En Paisaje sonoro de Rosario hay audios de un veterano de Malvinas que vende calcomanías en un colectivo, de un acordeonista que toca en una obra en construcción, de un niño que juega con palomas en la plaza Sarmiento y de una mujer que habla sola en calle Necochea. En “Oído Absoluto”, en el apartado “En Cassettes”, está la transmisión que la Radio LT8 AM 830 realizó de la asunción presidencial de Carlos Menen, en 1989; y en el apartado “Vinilos” se encuentra Himno a Rosario, interpretado por la Gran Orquesta Rosario –ambos apartados rescatan materiales que se encontraban fuera de circulación–.

Los cotorreríos

“Escuchar Santa Fe” atesora registros de la Sociedad Italiana del pueblo de Hersilia y de la Parroquia San Pablo de Villa Constitución; y “En Espacio Sonoro Argentina” se puede escuchar la conversación de una madre con su pequeña hija, en el supermercado La Flecha de la ciudad de Bella Vista, Corrientes. Todas las secciones de Sonidos de Rosario tienen sus joyas. Los registros pueden durar cuarenta segundos, diez minutos o más de una hora. Sobre qué diferencias nota en la ciudad en estos años de recorrido y qué se escucha ahora, Corts apunta: “El otro día grabé en el bar La Rueda, que está en Gálvez y Ovidio Lagos, es tipo un cafetín. La gente más grande lo que hace es un intercambio de mesa a mesa, hay curtidas y jolgorios. Pensá ahora en las cervecerías artesanales. Son un cotorrerío esos lugares. Hay más bullicio. El diálogo de mesa a mesa que se da ahí parece histeria de redes sociales, reflejan las velocidades de Instagram y WhatsApp”.

Salir del periodismo de caverna

¿Hay alguna regla a la hora de grabar? “Siempre preguntamos si podemos grabar un audio y sacar una foto. Si tenemos que recortar parte de un audio, porque ese material puede comprometer a otros, lo recortamos. Hay que salir del periodismo de caverna”, señala Corts. En relación a cómo piensa hoy el proyecto vinculado con los años que lleva, Corts explica: “Por mi actual laburo tengo menos tiempo para grabar, pero hago los mismos recorridos que hace diez años. Si quiero ir a grabar al culo del mundo voy y grabo. Hace un par de domingos fui al río Colastiné. ¿Qué hice? Fui hasta la Terminal, averigüé colectivos y horarios y me organicé para ir. El proyecto se sigue pensando y trabajando día a día”.

Museo sonoro de la ciudad

Acerca de cómo evoluciona su escucha y que cambios nota en él mismo, Corts dice: “Grabo el presente en estado de contemplación y pienso quién va a escuchar las grabaciones dentro de veinte, treinta o cincuenta años, y pienso cómo las va a escuchar. Es decir: estoy en el presente, pensando en un futuro que está anclado a un pasado. Qué loco sería escuchar el sonido de las familias jugando en la vereda, que la gente grande pueda volver a escucharse a sí misma jugando en la vereda. Estoy pensando en armar un museo sonoro de la ciudad”.

Por Santiago Beretta

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