“Push, Tipitos, push”, gritaba Facundo Valdéz (trío Chapita) mientras Federico Bugallo, Raúl Rufino, Walter Piancioli y Pablo Tévez empujaban el colectivo que los llevaba a realizar una de sus primeras giras. Ahora, casi 20 años después, los músicos decidieron rendir homenaje a esa experiencia con la edición de Push, su doceavo disco de estudio.
El material, cuya presentación en Rosario aún no está confirmada, cuenta con doce nuevas composiciones entre las que se mezclan rítmicas clásicas de la agrupación oriunda de Mar del Plata con un viaje experimental por nuevos ritmos como es el caso de la popera “Apostar al amor”, que cuenta con la participación del vocalista de Miranda!, Ale Sergi, y el tema reggae titulado “Resplandor”, en el que la instrumentación está a cargo de Los Pericos. Otra de las sorpresas es el tango que, compuesto por Bugallo, se titula “Me pateaste el bastón”, en el que suena el bandoneón de Walter Ríos y el contrabajo de Pablo Motta.
El recorrido del disco, cuya producción estuvo a cargo, por primera vez en su historia, de los mismos Tipitos, se completa con los títulos “La ley de la ferocidad”, “Algo demencial”, “Viaje interminable”, “Algo nuevo I y II”, “Mil años”, “Mejor”, “El tiempo se va”, “Amor de enero” y “Funeral”.
“Los nuevos ritmos tienen que ver con una búsqueda que, en realidad, no es nueva. Lo que pasa es que cuando hay un productor externo no te da oportunidad para desarrollar eso, van más al hit que saben que va a funcionar. Ahora, como la producción era nuestra, nos dimos algunos lujos”, contó Pablo Tévez en una amena charla que mantuvo con El Ciudadano.
—El título del disco parte de una anécdota de viaje ¿Qué fue lo que pasó?
—Para una de nuestras primeras giras nos habían dado un micro; durante un mes vivíamos allí 13 o 14 personas y el micro tenía problemas de arranque, entonces había que bajarse a empujar. Entonces, mientras empujábamos, Facundo Valdéz nos decía: “Push Tipitos, push”, nos motivaba. Recordarlo nos hizo pensar que en los peores momentos es cuando tenés que ponerlo todo. Push tiene esa fuerza de los primeros años. Lo grabamos sin productor externo como una forma de volver a los inicios. A nosotros nunca nada nos vino de arriba, siempre fue todo muy trabajoso, con empuje.
—Y en ese volver a los inicios, ¿por qué decidieron incursionar en nuevos ritmos?
—Al principio hacíamos covers, y Raúl (Rufino) tiene algunos temas folclóricos. En este disco hay más variedad. Hay una búsqueda pero no es nueva. Lo que pasa es que cuando hay un productor externo va más al hit que saben que va a funcionar. Ahora, como la producción es nuestra nos dimos algunos gustos personales.
—¿Cómo describirías entonces este momento en el que se animan a producir y experimentar?
—Este es nuestro disco número 12 y ya estamos en una edad madura, no somos nenes, así que pensamos que debíamos darnos ciertos gustos en vida. De todas formas, es difícil producirse a uno mismo, porque sos músico y te cuesta escucharte desde afuera. La música es algo muy orgánico, sucede cuando los cuatro estamos tocando y cada uno ve, escucha y siente la música de acuerdo a su instrumento. Entonces, la mirada de un productor externo está buena porque no tiene el compromiso afectivo con la música. Ahora sentíamos la capacidad de producir un buen disco. Con Walter (Piancioli) estamos produciendo otras bandas; el año pasado grabamos el disco Puentes, de Smiten, y estamos grabando a Juan Rosanco. Entonces, ¿cómo no íbamos a poder grabar un disco de Tipitos?.
—El tema “La ley de la ferocidad” está inspirada en el libro del mismo nombre del escritor argentino Pablo Ramos, un texto en el que el autor hace referencia a un pasado de drogas, alcohol y prostitución ¿Cuál es el punto de contacto con este disco?
—Supongo que está un poco ligado con el rock, con el imaginario y no tanto también, son etapas de la vida. En mi caso particular lo tomé como una etapa de mi vida, ya estoy grande y valoro otras cosas. La familia, el querer sentirse bien espiritual y físicamente.
—¿Cómo vez esa etapa a la distancia?
—Necesaria. Uno tiene que pasar por la adolescencia y los músicos tenemos una adolescencia más larga. Vivís de viaje, a trasmano del mundo. A veces, cuando trato de ver a los roqueros de afuera pienso: “¿Cómo pretenden que no consuman drogas?”, si no haces eso, es imposible sostener esa vida de comer a cualquier hora, no dormir, viajar todo el tiempo; vivís al revés del mundo. Creo que por eso la profesión te lleva a esos lugares más oscuros.
—¿Y la fama…?
—No, porque cuando estás en el escenario, hay luces y miles de personas, pero llegás al hotel, cerrás la puerta, y estás solo. Es el momento más doloroso, el más difícil de pasar. Cuando el recital termina, todos se van a sus casas a dormir y vos no podés porque terminas con una adrenalina increíble. No lo estoy justificando, estoy intentando explicar porqué es algo que se repite en el ambiente. Hay una parte muy dura que no se muestra del rock.
Tiempos de “saturación”
Posicionado en su rol de productor, Tévez aseguró no haber escuchado últimamente nada que lo haya sorprendido. “Creo que hay una saturación en la música. No como si estuviese todo inventado, pero casi. Está de moda el reggaeton y la música electrónica porque las canciones se empezaron a agotar un poco, los temas de los que hablar se agotan. Los acordes, en un momento, también se terminan, y falta un poco de creatividad. Se hicieron cosas tan geniales durante los 70 y los 80 que está un poco saturado y es difícil hacer algo novedoso y lindo. Yo crecí escuchando Serú Giran o The Beatles, quizá tengo la vara muy alta pero mi hijo tiene 19 años y escucha la misma música que yo. Si hay algo para lo que sirve internet es para revalorizar todo lo que se hizo. Las bandas como Serú no están en la tele pero por suerte los chicos investigan y se acercan”.
Botón de peligro
Según contó el baterista Pablo Tévez, el arte de tapa de este disco lo hizo Alejandro Ros, “que es un grande en tapas del rock nacional; trabajó con Luis Alberto Spinetta, Illya Kuryaki, Divididos”, contó el baterista al tiempo que relató: “Veníamos trabajando con una persona y sentimos que empezaba a repetirse así que decidimos cambiar. Le pasamos el material y Alejandro se imaginó ese botón rojo como de autodestrucción o de «¡cuidado no apretar!», que fue lo que finalmente terminó quedando”.
Científicos locos
Si bien la tapa del disco es un simple pero efectivo botón rojo, el resto del arte muestra a los músicos de Los Tipitos como científicos. Más botones, tapas y tuercas pueden verse desdibujadas entre las letras de las canciones, mientras que, con una ambientación de luces verdosas y entre frascos y extraños líquidos, ellos aparecen con guardapolvos blancos, listos para comenzar a “experimentar”. “No se sabe muy bien qué estamos haciendo, como trabajando, como inventando algo”, arriesgó Tévez.