Hace pocos días hubo un posteo que circuló por varias redes cuya firma era del psicólogo Jorge Alemán –un argentino exiliado en España desde el inicio de la dictadura– y a cada lectura despertaba una buena cantidad de posteos derivados con opiniones encendidas. El texto señalaba que los discursos de Macri eran los de un psicópata y estaba impecablemente escrito. Poco después se supo que no había sido escrito por Alemán sino por la poeta y psicoanalista Claudia Masin y que por esas cuestiones del universo digital fue atribuido a su colega radicado en España. La última semana pudo verse un video y leerse en los medios que lo recogió digitalmente una visita de Macri al domicilio de una familia en Mendoza donde en el diálogo producido entre la mujer de la casa y el presidente, éste pronuncia una frase cuanto menos peligrosísima.
“Si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos ustedes”, dice Macri en un momento de la conversación que sólo era –aunque la visita haya sido planificada de antemano, es decir, sabía dónde tocar el timbre y que la gente lo iba a atender– producto de las circunstancias que tenían lugar en ese instante. Se sabe que la prensa escrita puede falsear o modificar lo ocurrido pero aquí además está el video como una prueba irrefutable donde puede escucharse perfectamente esa frase. El contexto es cordial y los miembros de la familia –integrada por padre, madre y tres hijos– están haciendo cosas en la casa. La mujer, que es la primera interlocutora a juzgar por el recorte que tiene el videíto – le pregunta acerca de si puede relajarse –y cómo– bajo el imperio de las actuales “tormentas” económicas, a lo que Macri responde: “Tengo que estar tranquilo, no volverme loco porque si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos ustedes”. La mujer, a la que el presidente llama por su nombre, Laura, no alcanza –al menos en ese momento, aunque nada hace pensar que pueda hacerlo después– a dimensionar el tenor de esa respuesta y la conversa sigue su curso sin muchas dilaciones donde el primer mandatario abunda en detalles. Insiste: “Trabajo mucho conmigo mismo, en mi interior, tratando de mantener la calma”.
Plataforma evangelista
Tal situación registrada y hecha circular por sus propios trolls pone en descubierto alguna trampa, es decir, la imposición de un discurso digitado desde el “programa” Durán Barba, lo que supone una argumentación que imita a la perfección la plataforma donde se erige el habla evangelista, una invocación que expone los padecimientos de quien habla y lo sitúa como una víctima que busca la compasión de quienes lo escuchan y, sobre todo, lo siguen. Se podría decir que se ajusta malamente a la marcación del asesor mayor del reino Cambiemos, que se equivoca o inventa pero que se ciñe a los tips principales. En fin, un actor que no estudió el libreto ni le importa demasiado, sólo representa un rol, repite eso que le señalaron. Al mismo tiempo, también podría decirse, con algunas reservas de abordaje, que se trata del discurso de un psicótico, que bien puede victimizarse como una forma de quejarse de que pese a sus intenciones, las cosas “son muy complicadas” con el mismo fin, provocar lástima o pena en quien lo escucha. El objetivo está claro, es el de alguien a quien no le importa nada de lo que sucede en el país, como si el gobierno fuera de otro y el no tuviera ninguna responsabilidad. “El punto es que no le parece terrible ni angustiante sino el tránsito necesario para ver la luz, sufriendo junto a nosotros sacrificándose por nosotros”, apunta la psicóloga rosarina Silvana Cabezas, quien descree de que Macri cargue con una personalidad psicótica, y agrega: “Si fuera psicótico desconocería la realidad y no diría lo que escuchamos, Durán Barba construye todo su discurso más allá de esa realidad”.
Lo cierto es que su frase causó más conmoción, o una diferente en todo caso, porque se sumaba a la dicha por su ministro de Economía, Nicolás Dujovne, cuando anunciaba los cambios de gabinete hace un par de semanas. Cuando llegó la hora de la rueda de prensa, Dujovne respondió a un periodista que le preguntó a cuánto estaría el dólar y cuántos más ajustes se vendrían encabezándola con un “nosotros no somos un grupo de sádicos que quiere hacer experimentos”. Marcela Finocchi, otra psicoanalista, señalo que el asunto estaba en que a esta gente “no había que creerle” esas quejas como “modo de goce, hay que llevarlos al plano de la responsabilidad subjetiva”.
Hecho y derecho
El texto de Claudia Masin escrito a fines de diciembre de 2017 decía: “El discurso de Macri es el discurso del psicópata: niega y tergiversa lo que podemos percibir por nuestra propia experiencia, lo cual es enloquecedor. Pone a la víctima en el lugar del culpable de su propio sufrimiento, lo cual genera sobre la víctima el efecto de confundirla y deprimirla. No se responsabiliza por sus actos, sino que estos siempre responden a la acción de otros, de la cual es él la víctima inocente. Esto apunta a generar, otra vez, confusión y culpa en la verdadera víctima, y un profundo, demoledor sentimiento de impotencia. Y por último, ejerce una violencia arrasadora con una sonrisa, con buenas maneras y palabras tranquilizadoras, lo cual adormece, hipnotiza y –nuevamente– confunde: “es por tu bien”, dice mientras lastima y destruye. Y muchos/as le creen, porque el arte de la manipulación y la crueldad es la especialidad del psicópata. Pero hay algo con lo que el psicópata no cuenta: ese momento, que no siempre llega, en que empieza a resquebrajarse la ilusión y puede verse, de a poco primero, después con claridad total, la magnitud del daño que está haciéndonos. Ese momento, que no siempre llega, en que las –hasta entonces– víctimas de su juego perverso, se dan cuenta de su propia fuerza. Ese momento, aunque no siempre llega, es la pesadilla del psicópata. Estoy convencido de que no estamos para nada lejos de ese momento”.