Emmanuel Bonforti (*)
Es julio del 52, y como les gusta decir a los “viejos”, en los inviernos de antes hacía más frío, ese mes será recordado como uno de los inviernos más álgidos pero a la vez más tristes del pueblo trabajador, fallecía la abanderada de los humildes, Eva Perón.
Como toda enfermedad terminal Eva Perón ya se encontraba bastante deteriorada mucho antes del 26 de julio. Sin embargo, producto de su voluntad y compromiso decidió trabajar hasta sus últimos días acompañando al Presidente Juan Domingo Perón.
Para dimensionar sus últimos días y para evaluar la relación que tuvo con el Movimiento Obrero organizado, podemos mencionar como el 28 de marzo de 1952 participó del Congreso de Trabajadores Rurales. En preciso destacar la influencia y la defensa que había tenido Eva en la creación del Estatuto del Peón Rural.
En efecto, el 28 de marzo se presentaba un plan agrario que iba a ser desarrollado por la Fundación Eva Perón, toda una señal de una Argentina que planificaba su economía en base a la producción.
Casi un mes después y a pesar de las negativas médicas, Eva participaba de la Fiesta del Trabajo del 1 de mayo, donde pronunciaba uno de los discursos más envalentonados y progresivos que se le conoció, dando muestras de su relación y compromiso con el Movimiento Obrero, pero también de su exigencia en relación a éste.
Dijo: “(…) Ese día, mi General, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, con los descamisados de la Patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista.”
De esta manera el discurso de Eva se convertía en una intervención de coyuntura en un gobierno que comenzaba a estar atacado de izquierda a derecha. La abanderada de los humildes se dirigía a quienes el gobierno de Perón representaba y consideraba el “nuevo” sujeto de la modernidad Argentina. Eva Perón en este punto aparecía como una defensora de derechos pero también de una Nación pujante y productiva distante del país agroexportador y exclusivo de la vieja Argentina.
Es el momento que el bloque de diputados oficialista la designa como: “La jefa espiritual de la Nación”. Para esta fecha la suerte de Eva está echada. En esos días también los senadores declaraban de interés obligatorio el libro “La Razón de mi vida”.
Sin embargo, tres días después a través de una intervención radial celebraba el día de la Minería, los recuerdos y las pocas intervenciones tenían como sentido no sólo la reivindicación de la figura de Perón, sino también poner a consideración y defender las políticas productivas llevadas adelante por aquel gobierno.
Ya en los últimos días de junio el final parece inevitable. Comenzaba a esbozar su testamento político donde nuevamente muestra sus garras en defensa de la gestión de gobierno.
Es que Eva hasta el último día de su vida aparece como la primera defensora del gobierno de Perón, esas intervenciones invitan a leerse entre líneas como una convocatoria al movimiento obrero en su conjunto a defender a Perón.
En sus últimos discursos Eva, al señalar al enemigo, también está indicando la peligrosidad de éste, tratando de convocar a algunos sectores del oficialismo que caían en el llamado proceso de burocratización.
En esta intervención sostenía que “Los enemigos del pueblo fueron y siguen siendo los enemigos de Perón. (…) Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. Para servir al pueblo hay que estar dispuesto a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa sino por casualidad.”
Los enemigos en ese discurso estaban caracterizados en el imperialismo y la oligarquía con el agregado de la peligrosidad que conllevan algunos sectores propios que producto de sus comportamientos terminaban siendo funcionales a los primeros.
A pocos días de morir la oposición aparecía en la calle con una de las frases más nefastas de la política del siglo XX, estamos hablando de las cobardes pintadas que anunciaban el “viva el cáncer”
Esa Argentina que se partía en partes desiguales, porque los trabajadores que eran la gran mayoría y el corazón de la Nación se encontraban profundamente compungidos frente a un número minúsculo de familias que celebraban la lenta agonía de la jefa espiritual de los argentinos.
El 20 de julio la CGT organizaba una misa al aire libre e invitaba a rezar por la pronta recuperación de Eva, se calcula que de esa misa participaron un millón y medio de trabajadores y que fue una de las intervenciones públicas más incómodas de Perón.
Es que el mismo presidente ya cavilaba en su cabeza la muerte de su mujer, el solo hecho de anunciar en público el deceso generaba preguntas, abría interrogantes, el temor a un pueblo huérfano que pierde a su referencia espiritual, generaba un profundo desasosiego en aquel conductor golpeado a punto de enviudar.
El 25 de julio Eva llamaba a Perón expresándole su último deseo “No abandones nunca a los pobres, son los únicos que saben ser fieles.”
El resto es historia conocida, pero observemos los lugares por donde se vela a Eva Perón, en primera instancia el Ministerio de Trabajo, institución gubernamental que asume el rango de Ministerio gracias a Perón. Luego el féretro se detiene en la CGT, donde se estableció la construcción de un monumento.
La misma CGT decreta 72 horas de duelo. Los trabajadores son los encargados de levantar altares en la mayoría de las plazas del país, los hombres lucían sus sacos con brazaletes negros, la calle estaba atravesada por un silencio abrumador. Fue la central obrera quien tuvo a su cargo el funeral. La fila para darle el último adiós a Eva fue de más de treinta y cinco cuadras.
Desde distintas miradas se señala que luego de la muerte de Eva comienza la agonía del gobierno de Perón. Más allá de su veracidad, nadie puede negar el impacto que significó para el propio presidente la muerte de su compañera, el motor espiritual de su gobierno.
Pero sobre todas las cosas, la muerte de Eva golpeó de lleno en el pueblo trabajador nacional, pero como éste conoce de resiliencia, resistencia y resurrección, utilizó (y utilizará) la bandera de Eva como el estandarte y combustible de las luchas venideras.
(*) Docente de Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)