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Los vínculos del príncipe Felipe con la Argentina: caballos, polo, una amante, y el Plan Cóndor

La presencia del miembro de la Casa Real británica se dio en medio de la caída de Frondizi, por lo que fue trasladado a un lugar alejado del centro porteño por su seguridad. El lugar elegido fue la estancia La Concepción, ubicada en el partido bonaerense de Lobos y propiedad del clan Blaquier

Pablo Tallón / Noticias Argentinas

Caballos, polo, Malvinas, la Antártida, una amante. Esos son algunos de los vínculos que tuvo el Príncipe Felipe, fallecido este miércoles a los 99 años, con la Argentina, por más lejano que parezca para la gran mayoría de la población local. Incluso, el Duque de Edimburgo recorrió varios puntos del conurbano bonaerense.

Su primera visita fue al Atlántico Sur, una zona en disputa con la Argentina. A bordo del yate real Britannia, el consorte de la Reina Isabel II llegó a las Islas Malvinas en enero de 1957. Una carrera de caballos y una salida de pesca fueron algunas de las actividades más destacadas de aquella gira, en la que obviamente encabezó desfiles militares.

Además, se trasladó hasta la Antártida, puntualmente a la Isla Belgrano, llamada Adelaida por Londres: el sector forma parte de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, pero también es reclamado por el Reino Unido y Chile. Allí aprovechó para mostrar sus dotes de fotógrafo y retrató a una colonia de pingüinos de Adelia, lo cual fue recordado recientemente por la Familia Real en su cuenta de Instagram.

Cinco años después, en marzo de 1962, arribó por primera vez a la Argentina continental, en una visita diseñada por el entonces primer ministro británico, el laborista Harold MacMillan, para intentar apuntalar al gobierno del radical Arturo Frondizi, que era duramente cuestionado por las cúpulas militares y sectores económicos. Además del encuentro con el jefe de Estado, recorrió una fábrica de autos y recibió las Llaves de la ciudad de Buenos Aires de manos del entonces intendente porteño, Hernán Girault.

La presencia del miembro de la Casa Real británica se dio en medio de la caída de Frondizi, motivo que llevó a que deba ser trasladado a un lugar alejado del centro porteño por su seguridad. El lugar elegido fue la estancia La Concepción, ubicada en el partido bonaerense de Lobos y propiedad de la familia Blaquier.

Su anfitriona fue Magdalena «Malena» Nelson Hunter de Blaquier, una hermosa mujer de la clase alta que tres años antes había padecido la muerte de su marido, el empresario Juan José Silvestre Blaquier Elizalde.

El paso del Príncipe Felipe por La Concepción dio origen a una fuerte historia (de amor o de ficción, según cómo lo quiera ver cada uno). Allí nació y trascendió la versión de que Malena y el nacido en Grecia forjaron un profundo vínculo amoroso, algo que ella siempre desmintió. «Lo único que me une al Duque es nuestra pasión por el polo», subrayó en una entrevista la mujer, que falleció en 2017 a los 100 años.

«Felipe compartió la granja con mis hijos y yo, además del matrimonio que nos cuida. Era muy simpático, un hombre muy gracioso, atento, tranquilo», remarcó la dama fuerte de la familia Blaquier.

Pese a que públicamente ella siempre rechazó esa historia, su familia manifestó lo contrario. «Me contaron que mi abuela tuvo un affaire con Felipe de Edimburgo», afirmó la it girl Concepción Cochrane de Blaquier, nieta de Malena.

Tan sólo cuatro años después, en 1966, el Príncipe volvió a la Argentina, pero se trató de una visita no oficial: llegó en su calidad de presidente de la Federación Ecuestre Internacional, ya que el país organizaba el Campeonato Mundial de Hipismo por esos días.

Su tercera estadía en el país coincidió con la Operación Cóndor: un grupo de militantes liderados por Dardo Manuel Cabo secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas, lo hizo aterrizar en las Islas Malvinas e izó la bandera argentina en Puerto Argentino. Además de visitar la Casa Rosada para reunirse con el dictador Juan Carlos Onganía, el consorte de la Reina Isabel II se volvió a mostrar con el militar durante un partido de polo en el Club Militar San Jorge, en Hurlingham Club: el hombre que había derrocado a Arturo Illia tres meses antes fue su compañero de equipo.

En ese encuentro deportivo, el Príncipe Felipe sufrió una dura caída de su caballo, lo cual no pasó inadvertido y fue noticia en distintos medios de la Commonwealth.

En 1991, nueve años después de la Guerra de Malvinas, el Duque de Edimburgo volvió al archipiélago del Atlántico Sur para encabezar distintas actividades militares y civiles, además de mantener una reunión con el entonces gobernador británico de las Islas, William Fullerton, y su esposa, Arlene, con quienes se retrató en el jardín de invierno de la Gobernación.

El último contacto que tuvo el Duque de Edimburgo con la Argentina fue en el marco de la visita a Londres que hizo en 1998 el entonces presidente, Carlos Menem. El Príncipe Felipe participó del almuerzo ofrecido por la Reina Isabel II segunda en honor a la visita del riojano al Palacio de Buckingham: uno de los presentes que se llevó el referente peronista fue un retrato del matrimonio real.

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