El cineasta Lucas Giuggia acaba de estrenar gratis en YouTube su nuevo film, Historias de la Rina y el Juan, que, dividido en cuatro cortometrajes, mezcla comedia con drama y está ambientado en los años 30 y 40 de un pueblo como San Nicolás donde filma desde hace 25 años «a puro pulmón».
«Es muy difícil hacer ficción desde el interior porque el principal problema son los tiempos. Hacemos todo a puro pulmón y ad honorem. Nadie trabaja de esto solamente. Así que coordinar con los actores es toda una campaña», aseguró Giuggia en charla con Télam tras el estreno del film en YouTube y a días de su participación en el 17º Festival de cine con vecinos (el 4 de noviembre).
El director repasó: “Filmamos cuando podemos. Hacer películas en el interior es familia y solidaridad. Y yo preparo gente cuando me parece que da con su aspecto para un rol. Muchos actores aquí tienen años de teatro. Eso es lo bueno, hay muchas escuelas».
Historias de la Rina y el Juan es una adaptación del libro homónimo de Marga Santolín y muestra la vida de los primeros inmigrantes italianos que debían abandonar su país y sus familias para «hacer la América».
Así, el primer corto es la historia de amor de Rina y Juan, quienes se conocieron trabajando en el campo desde infantes, en una relación de semi esclavitud con los hacendados.
«La historia es de los padres de la escritora y ese Juan, que jura que nunca se va a morir: quedó registrado en un libro y ahora en una película. Me pareció hermoso. Y, además, es una denuncia social de las infancias de antaño», señaló el realizador.
También está la historia del carnicero Juan, quien es el galán del pueblo y que debe ponerse de novio para evitar que el marido de su amante sospeche de él.
Otra historia es sobre la chica que «debía» llegar virgen al matrimonio, pero al quedar embarazada, su novio escapa por temor a las represalias del pueblo; mientras que la cuarta, como si fuera en forma circular, une las tres historias por medio del regreso de un joven al pueblo.
«La vida es así, hay drama y hay comedia. Soy de mezclar géneros a propósito. Me gusta hacerlo. Igualmente, siento unidad en el relato general. Esta película, también, es un homenaje para esas películas de antaño. Quise que sea un viaje en el tiempo. Estuve viendo mucho cine argentino del 40 y 50 con (Luis) Sandrini, Tita Merello, Nini Marshall, Lucas Demare, ese cine llenaba salas. El cine pensado como espectáculo y como hecho artístico a la vez», comentó.
Egresado de la Universidad de Belgrano, Giuggia se fue a vivir a San Nicolás para hacer cine, carrera con la que tiene un documental y cuatro ficciones, una de las cuales, La prueba, ganó un Martin Fierro del interior.
Consultado sobre qué lo atrapó del libro para hacer la adaptación, el director compartió: “Hace 25 años que hago cine desde acá, aprovechando un público local. Y cuando hago cine pienso mucho en el espectador. Yo me ubico en ese lugar. Historias… fue un libro que me regaló su autora que era de Villa Constitución. Son historias de sus padres y vecinos, historias comunes que hacen a la historia grande. Me emocionó el libro. Supongo que las historias de esa Argentina en ciernes, de inmigrantes, nos identifican a muchos porque es nuestra historia, y eso quise contar. Esa esencia de otros tiempos. Soy nostálgico y me importan las raíces. Ya me pasó con la anterior, Una rosa en el piano, que también era costumbrista y con reconstrucción de época. Generó un boca en boca genuino y llenamos varios teatros y salimos a recorrer pueblos con ella.
Además, remarcó: “Yo creo que representa la historia de los pueblos del interior, pero en la antigüedad. Su idiosincrasia, su moral puritana que además estaba en todos los argentinos. Hoy la globalización, los chicos hiper conectados, los adultos en redes hasta en el medio del campo hacen que las cosas cambien. En los pueblos y en ciudades como San Nicolás, muy urbanas, pero que son de ritmo medio, tenemos nuestros famosos. Los personajes del pueblo, nuestra propia farándula con los propios entretelones. Por eso aquí vale más el cuento del carnicero Don Juan que lo que pueda hacer un Pablo Echarri o un Nicolás Cabré con sus amores”.
Respecto al atractivo de esta historia, Giuggia mencionó: “No solo vi atractivo en que eran historias de inmigrantes. La película empieza con un juramento: yo no me voy a morir nunca, le dijo el Juan a la Rina cuando se contaron sus historias de sufrimiento porque los llevaban de sirvientes a los campos de los ricos. A ella la habían dado porque el padre había muerto y eran muchos hermanos y la madre viuda no podía con todos. Y Juan entonces le juró que no se iba a morir primero. Cómo lo había hecho el padre de la Rina”.
Para finalizar, detalló cómo es un rodaje en San Nicolás, con actores y equipos locales: “Generalmente, filmamos los fines de semana. Y así cada película lleva al menos un año. Tampoco podemos hacer jornadas tan extensas. Los lugares los pedimos también, al igual que el vestuario. De hecho, mi vieja me auspicia de producción en vestuario y reconstrucción de época, ya que la vivió. Y es una genia. Y mucha producción independiente, tanto en teatro como en cine. El problema es estrenar después en sala. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales no aporta dinero si no hacemos los rodajes a través de sindicatos. Y acá lo hacemos como podemos. Necesitaríamos ayuda en la distribución, más que en la realización”.