Los recursos destinados a educación, ciencia y técnica alcanzaron un máximo histórico de casi 7 por ciento del PBI. Sin embargo, su evolución fue dispar si se comparan las distintas provincias. El Ieral, Instituto de Investigaciones Económicas dela Fundación Mediterránea, elaboró un detallado informe sobre la evolución del gasto público social. El documento destaca el aumento de la inversión en educación superior y en ciencia y técnica, pero también registra las altas divergencias en la asignación geográfica y por disciplinas de estudio.
La investigación del instituto recuerda que, en términos del PBI, el gasto en educación era de 3 por ciento en 1980 y que, más de dos décadas después, en 2003, se limitaba a 4,1 por ciento. Los últimos datos registraron que saltó a 6,7 por ciento del PBI en el año 2009. Sin embargo, el análisis también deja a la vista las asimetrías regionales. Por ejemplo, en 2009 el gasto devengado per cápita en las universidades públicas fue de 870 pesos enla Ciudad Autónomade Buenos Aires, de 323 pesos en la provincia de Córdoba, de 261 pesos en la de Santa Fe, de 110 pesos en Entre Ríos y de sólo 100 pesos en la menos beneficiada, Santiago del Estero.
Los siguientes son los puntos destacados del documento del Ieral:
El gasto en educación es uno de los componentes más importantes del gasto público social. Es el segundo en magnitud, luego de previsión social, y similar a las erogaciones destinadas a salud a nivel del sector público consolidado. El gasto en educación básica se lleva cerca de dos tercios de la inversión en la finalidad de educación, mientras el destinado a educación superior representa un quinto.
Entre 2002 y 2009 en el gasto en ciencia y técnica operó un incremento de 75 por ciento, seguido por el gasto destinado a educación superior (+64 por ciento), mientras el gasto en educación básica aumentó en 44 por ciento.
La política pública de los últimos años se ha orientado a contar con una masa crítica de recursos humanos altamente calificados (en el seno de las universidades e institutos de investigación), fundamental a la hora de generar ventajas comparativas dinámicas. El gasto en universidades públicas, medido en participación del PBI, aumentaría 40 por ciento entre 2002 y 2012 (según el último proyecto de presupuesto).
En ciencia y técnica, el gasto pasó de 0,19 por ciento del PBI en2003 a0,37 por ciento en 2012 (según el mencionado proyecto de presupuesto nacional para el año próximo).
El matiz negativo se relaciona con la disparidad en la distribución geográfica del gasto. La diferencia entre la ciudad de Buenos Aires (870 pesos) y Santiago del Estero (100 pesos) muestra cómo en algunas provincias las universidades públicas cuentan con abundantes recursos, mientras que en otras son poco financiadas. Si se unifica el gasto de las instituciones universitarias públicas dela Ciudady de la provincia de Buenos Aires (251 pesos), la brecha sigue siendo amplia.
A esta desigualdad se suma un sesgo hacia la elección de carreras humanísticas y sociales, que acumulan 60 por ciento de la matrícula. Otras disciplinas troncales para la generación de innovación en los procesos productivos, como las ciencias aplicadas, agrupan menos de un cuarto de los estudiantes universitarios. En ingenierías y carreras afines, el porcentaje se reduce a 6 por ciento.
La disparidad geográfica también se siente en la asignación del gasto nacional en ciencia y técnica. En la ciudad de Buenos Aires, hay una alta concentración de recursos humanos de Conicet (excluyendo al personal administrativo) de 1,8 cada 1.000 habitantes, pero en otras provincias de menores ingresos como Formosa, Santiago del Estero, Catamarca, Entre Ríos, Misiones y Chaco hay menos de una persona avocada a la investigación cada 1.000 habitantes (entre 3 y 7 investigadores cada 100.000 habitantes). Si se consideran conjuntamente a la ciudad y la provincia de Buenos Aires, el ratio entre el máximo y mínimo número de investigadores por habitante (Tierra del Fuego-Formosa) resulta de 24 veces.
Sólo 2,2 por ciento de los recursos humanos del Conicet está destinado a la investigación aplicada o tecnología. La mayor parte se avoca a la investigación básica, con una relativamente alta participación también de las ciencias humanas y sociales (26,5 por ciento).
El Ieral concluyó en su estudio que es necesario generar una distribución más equilibrada de los recursos humanos de alta calificación, a fin de promover un desarrollo federal, y recomendó incrementar la participación de egresados en ciencias aplicadas y más ligadas al cambio tecnológico.