Luciano Pons nació en Rosario hace 28 años. Y el pasado lunes se dio el gusto de marcar su primer gol en Primera División. Fue el tercero de San Martín de Tucumán, que sirvió para empatar 3-3 con Patronato tras remontar un 0-3. El delantero tiene apenas tres partidos en la elite del fútbol argentino, pero su pasado inflando redes comenzó desde bien abajo.
Pons es uno de los pocos jugadores que han jugado y convertido en las cinco categorías del fútbol nacional. Cuenta con un total de 95 goles en 212 encuentros disputados.
El rosarino arrancó su amor por la pelota en Argentino de Rosario, club que le sirvió de trampolín para escalar categorías. Debutó en el Sala con apenas 18 años en la temporada 2009 en la Primera C. Ahí deslumbró por su capacidad goleadora. Pero no pudo evitar el descenso a la D en la temporada siguiente.
A los dos años se le dio la chance de jugar en Araguas de Venezuela, pero esa experiencia en el exterior no fue tan positiva. Apenas jugó siete partidos marcando dos tantos. Volvió a Argentino a principios de 2013, pero por esos años el elenco de barrio Sarmiento no era redituable desde lo económico y decidió jugar los últimos seis meses en Newbery de Venado Tuerto.
En 2014 tuvo se tercer ciclo en Argentino. Con Billy Trebino como técnico, el delantero volvió a demostrar sus credenciales de goleador. Esa campaña en el Sala llamó la atención en Los Polvorines.
San Miguel, ya en Primera C, fue su próxima estación para inflar las redes rivales. Corría 2015 y el rosarino la rompió en esa temporada, en la cual jugó 35 encuentros y marcó 25 goles. Y cuando un delantero funciona bien en los equipos de ascenso, es factible que de un salto de calidad. Y así fue.
Atlanta posó su mirada en Lucho Pons y con sus gritos a cuestas partió ilusionado rumbo a Villa Crespo. Pero una serie lesión lo haría retroceder. Era goleador y figura del Bohemio que peleaba por ascender a la B Nacional, pero en un partido ante UAI Urquiza sufrió la rotura de ligamentos cruzados de la rodilla izquierda. Era mayo del 2016 y los sueños pasaron a ser pesadillas.
Sin embargo no todo estaba perdido. Sus tantos en Atlanta quedaron en la retina de los dirigentes de Flandria y en 2017 pasó a jugar para el equipo de Jáuregui, en la B Nacional, dando así otro paso clave en su carrera. Ahí disputó 21 partidos y anotó 10 goles, una cifra nada despreciable para un elenco que al final del torneo descendió la B Metro.
Esa cantidad hizo que su nombre suene para reforzar a San Martín de Tucumán, equipo que de la mano del Yagui Forestello consiguió el ascenso a Primera División a mediados de este año. Y para allá partió el rosarino. Con una mochila cargada de goles y con otro llena de ilusión por tener una chance de jugar contra los mejores.
Y la oportunidad le llegó hace diez días. No con Forestello en el banco como DT, sino con Walter Coyette, el reemplazante del Yagui. En una muestra de que Pons se ganó su propio lugar en el equipo. Porque sin haber entrado ni siquiera un minuto en los partidos anteriores, salió como titular en la formación del Santo que el ganó a su homónimo de San Juan por 2-0. También estuvo entre los once que cayeron con Independiente en Avellaneda el miércoles pasado por 4-0.
Y como no hay dos sin tres, jugó desde el arranque el lunes en Paraná. Patronato se puso en el primer tiempo 3-0 arriba y en el banco tucumano sobrevolaba el partido con el Rojo.
Pero en la etapa complementaria la historia se invirtió. Bieler anotó el primer descuento y Tino Costa achicó la diferencia en el marcador. Hasta que a los 39 minutos apareció Lucho para aguantar la marca de Renzo Vera y sacar un derechazo al palo derecho del concejal Bértoli y sellar el definitivo 3-3.
Y seguramente en la cabeza del rosarino pasaron mil imágenes cuando la pelota infló la red en la noche entrerriana. Desde sus prácticas en el Poli de Argentino, los goles en el Olaeta, su mal paso por Venezuela, su lesión en Atlanta cuando mejor estaba jugando y el llamado de Forestello para sumarse a San Martín.
Luciano Pons, un rosarino que cumplió el sueño de muchos. Un delantero que dejó su sello de gol en cada equipo que jugó, sea la categoría que sea. Un luchador del ascenso que quiere poner su firma en primera.