Por Miguel Passarini
Es uno de los referentes más fuertes de una generación de actores rosarinos que debió emigrar para poder desarrollar su oficio y, sobre todo, poder vivir de su profesión. Así, en estos veinte años de trabajo en Buenos Aires, Luis Machín forjó una carrera a fuerza de su gran talento pero también de mucho trabajo, y de un respeto superior por el arte escénico, una pasión que comenzó a los 16 años y que, antes de su arribo a la gran ciudad, dejó una marca indeleble en el teatro independiente rosarino, ámbito en el que se formó, más allá de exitosa etapa posterior en Buenos Aires junto al maestro Ricardo Bartis.
Machín, junto al talentoso Jorge Suárez, y bajo la dirección de Daniel Veronese, desembarcará esta noche y mañana en la ciudad (hoy a las 21, mañana a las 21 y 23) con tres funciones en La Comedia(Mitre y Ricardone) de La última sesión de Freud, una de las obras más elogiadas de los últimos años del off Broadway, escrita por el dramaturgo y guionista norteamericano Mark St. Germain.
La obra se conoció en Nueva York el 22 de julio del 2010, y el 26 de noviembre cumplió 500 representaciones con gran repercusión de crítica y público, hecho que la volvió un suceso teatral mundial que en el verano de este año desembarcó en Buenos Aires.
“No es sólo un fuerte debate entre dos hombres y sus ideas, es una obra profunda sobre dos personajes que viven y discuten los grandes temas de todos los tiempos, con inteligencia y humor”, adelanta el parte de prensa sobre este encuentro entre Sigmund Freud (Jorge Suárez) y el escritor católico C.S. Lewis (Luis Machín) en Londres, la misma mañana en la que Inglaterra entra enla Segunda GuerraMundial.
De este modo, la obra se centra en el legendario psicoanalista que invita al brillante académico, autor de Las crónicas de Narnia, a su casa de la capital inglesa. Ese día, mientras Inglaterra pone un pie en la contienda, discuten sobre la existencia de Dios, el amor, la sexualidad y el significado de la vida, un episodio definitivamente existencialista de alcance universal.
“Pasa algo singular con esta obra, porque ha generado en el público una especie de fanatismo, tanto de parte de los católicos como de aquellos que avalan la postura de Freud, que son muchos”, adelanta Machín, quien con sus palabras avala la trascendencia de un texto que lejos de pasar desapercibido ensaya, a través de un jugoso duelo de palabras, un nuevo desafío frente a los grandes temas que siempre ha transitado el teatro.
“La gente se ríe bastante –expresó al actor–, más allá de que no se trata de una comedia en el sentido concreto de la palabra. Creo que la risa viene por el lado del contrapunto y del modo en el que están escritos los diálogos. Al Complejola Plaza(donde se presentó desde enero y a donde volverá en el verano sólo por seis semanas entre enero y marzo, para luego presentarse en Chile), venían grupos de personas con remeras de Jesucristo y se sentaban en la primera fila, e incluso la han visto referentes fuertes dela Iglesiacomo el padre Farinello. Creo que la potencia de este texto y de estos personajes antagónicos pasa por el hecho de que dicen lo que piensan de un modo inteligente, porque eran dos intelectuales brillantes. De hecho, se trata de dos personajes fuertes: el padre del psicoanálisis y Clive Staples Lewis, un escritor e intelectual de Oxford que al momento del encuentro tiene unos 40 años, ateo durante una parte de su vida y luego converso fanático al catolicismo”, después de una famosa discusión sobre el tema con su amigo J. R. R.Tolkien (El señor de los anillos).
Sobre la idea de estrenar la obra en la ciudad, el único destino previsto para la puesta ya que no se presenta en el marco de una gira, el actor explicó: “Volver a Rosario es siempre una alegría porque implica reencontrarme con mi gente, con los amigos, y exponer mi trabajo frente a la mirada de esa gente que siempre ha estado cerca”.
El actor, que por el momento evalúa proyectos teatrales para 2013 (“Siempre estoy leyendo obras, buscando algo nuevo”, sostiene), y que por estos días participa del atractivo ciclo dela Televisión Pública La viuda de Rafael, habló también de un paso hacia un teatro un poco más comercial, pero que no deja de lado el valor de la palabra y, sobre todo, el riesgo de la composición de un personaje: “Es la primera vez que trabajo en este encuadre un poco más comercial, con seis funciones semanales de martes a domingos, y podía implicar mayor peligro el hecho de la repetición, pero no fue así, independientemente de que hasta el momento de ponernos a trabajar con esta obra y de estrenar después de poco más de un mes de ensayos yo pensaba lo contrario”.
“De todos modos, el hecho de actuar, de hacer funciones, es un momento que disfruto mucho, porque siento que actuar en el teatro me hace mejor persona”, detalló el actor, quien en la temporada anterior se destacó, paradójicamente, como el singular psicólogo que imaginó Alberto Ure en La familia argentina (de algún modo, su alter ego), donde compartió rubro con la también rosarina Claudia Cantero, bajo la dirección de Cristina Banegas.
En La última sesión de Freud, Machín y Suárez emprenden un desafiante duelo actoral que implica la puesta a punto y articulación de dos discursos potentes relacionados con las creencias. “Antes de componer mi personaje no leí demasiado, preferí centrarme en la obra, en lo que estábamos por contar de esos personajes y de ese momento y allí fue fundamental el trabajo de Veronese; no siempre las composiciones que hago sobre figuras históricas las tomo en forma radical y desde la documentación previa”, expresó.
Finalmente, respecto de volver a trabajar en Rosario, lugar al que siempre regresa ya sea con obras de teatro o convocado para algún proyecto cinematográfico, el actor, que consideró como “muy valioso y soñado por varias generaciones de actores rosarinos” el proyecto que determinó la creación dela Comedia Municipal, expresó con humor: “Lo que faltan son invitaciones, más allá de que estoy siempre muy ocupado, siempre estoy trabajando mucho. Con el teatro es más complicado porque implicaría estar los fines de semana; de todos modos, yo siempre estoy cuando hay una historia importante para contar”.
Luis Machín, uno de los actores más comprometidos con su trabajo, de una infrecuente coherencia entre ética y estética, reflexionó sobre la puesta a punto de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a días del mediatizado 7D, “en esta época en la que respiramos una democracia profunda”, según definió.
“Estamos en un momento del país en el cual, con el tiempo, evaluaremos que las leyes más importantes de los últimos 50 años se habrán dado en esta época, por lo menos las leyes que han beneficiado a una gran mayoría de la población. En ese contexto, la ley de Medios es una ley a la que no hay que temerle; siento que la gente tiene que estar bien enterada de qué se trata: nadie se va a quedar sin trabajo, todo lo contrario. Yo he viajado por el país, entre otras cosas a entregar diplomas de los concursos audiovisuales que promueve el Estado, que además son absolutamente democráticos, y pude comprobar cómo la gente puede ahora producir desde su lugar y no hay esta necesidad, como he tenido yo, de irme a Buenos Aires a superpoblar la Capital, para poder desarrollar mi actividad. Pero además, yo soy un convencido de la verdad de esa frase que dice: «Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada»”.