Marketing político, big data, focus group, redes sociales. Herramientas de la tecnopolítica a la que Cambiemos le presta especial atención. Pero, ¿alcanzan estos conceptos para definir al gobierno de Mauricio Macri? ¿A la llegada al poder por primera vez a través de las urnas de un emergente de la derecha?
Hugo Quiroga es politólogo, docente e investigador de la Universidad Nacional de Rosario y a través de sus libros y publicaciones ha venido desentrañando las transformaciones de la democracia argentina, el debilitamiento de los partidos políticos y la personalización de la política.
En diálogo con El Ciudadano, analizó el fenómeno Cambiemos, indicó que si bien el macrismo “comprendió que hoy el poder se asienta en el dominio de la opinión pública”, y utiliza para ello todas las herramientas disponibles del marketing y la tecnología, “eso no es suficiente para explicar la emergencia de este gobierno en una época de vacío de poder de los partidos tradicionales”.
-Hace un tiempo que asistimos al debilitamiento de los sistemas de representación, de los partidos políticos. ¿Es la llegada al poder de Macri el resultado de esta personalización de la política?
-Efectivamente, hay un malestar con la representación y hay una fragmentación en los partidos. Pero el acceso de Macri al poder no obedece al marketing puro, no llega al poder sólo porque tiene toda una operación montada en redes sociales. Hay algo más en la sociedad que hace que un líder de derecha liberal llegue al gobierno a través de los votos, entonces hay algo más que el puro instrumento de la tecnopolítica. Sino esa mirada es restringida, comprende una parte de la realidad, pero es incompleta.
-Pero hay una manera de hacer política de Macri que tiene que ver con consignas livianas, eslóganes.
-Eso es cierto. Pero si tenemos en cuenta la campaña de todos los partidos en las últimas elecciones es difícil encontrar una consigna con cierto contenido estratégico. Quiero decir que la crisis es más profunda, no hubo consignas de ese carácter ni programas, predominan muchas imágenes y discursos simples. No hay propuestas ideológicas, la crisis es mucho más profunda, Macri es un emergente de eso. Pero es un sistema que está mutando aquí y en el mundo. Lo que hay que tratar de hacer es matizar el análisis, y revisar los elementos que uno cree observar de la realidad.
-¿Cómo ves el discurso de Macri, su oratoria, que pareciera no tener contenido?
-Es un rasgo de época. Hay una cierta agonía del pensamiento político estratégico, argumentado, de largo plazo. La política también sufre las transformaciones de las nuevas tecnologías de la información y de la dominación de los mercados. La política no es neutral, no es sólo razón es también pasión y sentimiento. ¿Cómo separar política, democracia y capitalismo? Lo que asoma es un cierto desconcierto frente a los cambios y una tendencia a la antipolítica. Esto último señala un debilitamiento de la política, y al contrario ella tiene que constituir un motor que fortalezca y profundice la democracia.
-¿Cómo evalúas este nuevo liderazgo? Pareciera que el macrismo gobierna sin gestión, poniendo más énfasis en la comunicación, más en lo que se dice que en lo que se hace.
-Es cierto, hay nuevos tipos de liderazgos en América Latina y en el mundo, pero no creo que el macrismo gobierne sin gestión. Con sus altibajos, tiene una buena inserción en la organización de una nueva CGT. A través de la ley de declaración de emergencia, acordada con la CTEP, la CCC y Barrios de Pie, se otorgan 30.000 millones de pesos para los movimientos sociales que se distribuirán hasta el año 2019, es mucho más dinero que el recibido en la época de Kirchner. Eso es gestión. Las leyes se sancionan con el apoyo de un sector significativo del peronismo, y de muchos gobernadores. De otra forma no se hubiera aprobado nunca una ley antipopular como la reforma previsional. Ahí es donde hay que matizar el análisis como un recurso para entender la integridad y complejidad del fenómeno político que es el macrismo; el gobierno nacional, desde mi punto de vista, no es pura comunicación política. No sé si llamarlo la nueva derecha liberal, pero lo cierto es que está haciendo tarea de gestión, guste o no, y también mucho marketing. Es por eso que ha impulsado, aunque sea por cálculo político, algunos temas que son de la agenda progresista, como por ejemplo el aborto. Cuando uno trata de analizar un fenómeno que no gusta, lo que hay que tratar de ver es la complejidad del mismo y colorear el análisis.
-Entonces no lo ves tan superficial o endeble.
-Pienso que son dos cosas diferentes. Endeble puede ser en términos relativos, no tiene mayoría en ninguna de las cámaras, y su estrategia exige siempre negociación. Si le va mal económicamente es probable que no gane en 2019. El tema es que si vos crees que el gobierno está asentado exclusivamente en el marketing político, me parece que no es una mirada completa, ya que no tendría ninguna base firme. Por supuesto, todo esto en el contexto de la crisis del peronismo, y en la ausencia de una alternativa real de poder.
-¿El PJ era el único partido que parecía mantenerse en pie?
-No digo en absoluto que el peronismo vaya a desaparecer. Miguel Pichetto dijo “no queremos la unidad de todos los peronistas, queremos una identidad”. Lo que está diciendo es que no se pueden unir todo el peronismo, sino que hay que forjar una identidad política con algunos sectores, lo que le permitirá reconstituir el partido. Por supuesto, con el formato que tienen hoy los partidos. ¿Qué está haciendo Macri? No le interesa tanto que Cambiemos sea una coalición de gobierno, sino que continúe básicamente como una coalición electoral. Pareciera que está tratando de forjar una identidad política liberal, que puede o no prosperar.
-Pero sí Macri busca como una de sus bases dominar la opinión pública.
-Hay una cosa que es cierta: Macri ha comprendido que hoy el poder se asienta en el dominio de la opinión pública. Ahora, eso no es suficiente para explicar la emergencia de este gobierno en una época de vacío de poder de los partidos tradicionales.
“Se diluyen las identidades políticas”
Los fenómenos de la personalización de la política y de la volatilización del voto se da en todo el mundo. En Europa tal vez sea donde mejor se aprecie la caída de los partidos emblemáticos y el emergente de nuevos liderazgos. La ideología se torna difusa: izquierda y derecha son conceptos que se entremezclan.
Hugo Quiroga plantea como ejemplo a Emmanuel Macron, el presidente de Francia: “Llega al poder con 39 años, con dos años de experiencia en política, fue ministro del socialista Francois Hollande y antes había tenido funciones en el sistema financiero. En menos de un año conforma un partido, se presenta a elecciones presidenciales, las gana y coloca en tercer y cuarto lugar a la derecha y a la izquierda que gobernó Francia durante 70 años. Este es un fenómeno de la personalización de la política, del eclipse del voto de pertenencia, de la disolución de las identidades políticas”.
-Y todo eso sin saber qué ideología tiene porque impulsa tanto políticas de izquierda como otras de derecha.
-Claro, él se ríe de sí mismo, dice que es de derecha y de izquierda. ¿Cómo lo ubicás? Hoy, ¿cuál es el alcance interpretativo de la distinción izquierda y derecha? Y sus políticas van para la izquierda y para la derecha. Está haciendo una serie de ajustes en materia laboral. El temor a (la dirigente de extrema derecha) Marine Le Pen contribuyó con su triunfo. Esa es la complejidad del mundo actual, en el que se ha instalado un orden inestable. Las desigualdades en la era global se han ensanchado y profundizado. Es un mundo muy complejo porque hay retrocesos de la izquierda y avances de la derecha conservadora, que no es homogénea, es heterogénea, porque no es una derecha moderna y liberal. De las 28 naciones de la Unión Europea, sólo 5 están gobernadas por un primer ministro socialdemócrata. En Alemania la socialdemocracia hizo alianza con la derecha cristiana de Angela Merkel. En Italia se marcha hacia la derecha extrema. Hay un gran retroceso de la izquierda en el mundo, además del resurgimiento de la xenofobia y la islamofobia. Mientras, se consolida un capitalismo global financiero y retrocede el Estado-Nación.