Mauricio Macri considera que su visita a España superó las expectativas y ahora buscará recuperar la iniciativa política intentando fijar la agenda que a su juicio deberá marcar este 2017, mientras sectores de la oposición tratan de fortalecer posiciones acoplándose a las protestas gremiales, como las de los docentes y la CGT.
Quienes tuvieron acceso directo a las palabras del presidente en la intimidad madrileña hasta aseguran que sus nuevos bríos lo llevaron a considerarse capaz de instaurar un nuevo modelo económico que liquide cualquier intento de regresar al “populismo”, y permita marcar un sendero político de largo aliento para el proyecto de Cambiemos.
“No recuerdo recepción en España como ésta, como recibieron a Argentina. Se entiende, porque están celebrando la vuelta al mundo tras años de populismo”, remarcó Macri.
Poner en caja la inflación, controlar el déficit fiscal, crear un sendero sustentable para la deuda y generar empleo serían algunos de los ejes claves.
El mandatario está convencido, y así prevé expresarlo en su discurso ante la Asamblea Legislativa el próximo miércoles, de que la pelea contra la inflación es la “madre de todas las batallas”.
Esa pelea, como viene alertando el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, está aún lejos de ser ganada, pero habría razones para creer que este 2017 concluirá con un escenario de precios muy inferior al de 2016.
Los más entusiastas, y algo voluntaristas, imaginan un costo de vida más cercano al 20% para cuando cierre el año, una hipótesis tal vez demasiado optimista a la luz de las remarcaciones que se observan en los supermercados y el nuevo tarifazo en el gas previsto para abril.
Bajo la premisa de que la pelea contra la inflación deberá ser el cimiento a partir del cual pueda comenzar a construirse el proyecto de largo plazo de Cambiemos, el escenario más desafiante empezará a ser el abierto por los gremios.
Pero si bien Macri repite que “la lucha contra la inflación es básica para mejorar la vida de los argentinos”, sus objetivos de fondo son políticos: con esa estrategia busca atenuar los reclamos gremiales, y que las paritarias se cierren por debajo del 25 por ciento.
Por eso viene hablando con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, de la necesidad de apelar a las “cláusulas gatillo”.
Es decir, que la inflación medida por el Indec sobre la base de los “precios de contado” (más bajos que el resto) sea la variable de ajuste de los sueldos, al menos de los estatales, siempre bajo el esquema de las “paritarias libres”.
La duda es cómo inducir al sector privado a adoptar un esquema similar, para no recalentar aún más la inflación.
Para este sector Macri también tiene una fórmula “gatillo”: considera que se deben relacionar los ajustes de sueldos con el precio de los bienes y servicios que ofrezca cada empresa.
Con esa lógica, si un fabricante de electrodomésticos aumenta los precios, debería trasladar parte de ese ajuste al bolsillo de sus empleados.
El problema es que esa estrategia, aunque fuese aceptada por los empresarios y gremios, sería muy complicada de aplicar, ya que en el medio existen numerosas variables que el empleado desconoce sobre el funcionamiento de una compañía y sus costos, lo que haría complejos los cálculos y generaría largas discusiones.
Además, habrá que ver cómo hará el gobierno para convencer a las agitadas centrales obreras sobre esa medidas.
Por las dudas, el cosecretario general de la CGT Héctor Daer avisó que “si no hay un cambio en la política económica, habrá medida de fuerza”, mientras la central obrera prepara una marcha que se espera multitudinaria al Ministerio de Producción para el 7 de marzo próximo.
Los jefes sindicales maduran, además, un paro nacional para la segunda quincena de marzo, en medio de dudas sobre la conveniencia de aceptar que los camporistas comandados por Cristina Fernández les copen el acto sobre avenida Paseo Colón, como les ordenó la “jefa”.
El otro frente abierto que tiene Macri es el enorme déficit fiscal heredado del festival de gastos y emisión descontrolada aplicado por el kirchnerismo durante los 8 años de Cristina.
El gobierno de la ex presidenta, el de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires y los de varios gobernadores e intendentes con sueños de eternizarse en el poder emergen como ejemplos claros de lo que cierta “clase política” le cuesta a los contribuyentes argentinos.
Por ahora, las múltiples obligaciones heredadas se están cubriendo con emisión de deuda, pero Macri parece tener claro que esa política no puede ser eterna.
“No podemos tomar deuda toda la vida, porque eso nos afecta el tipo de cambio. Tengo el dólar a 16 pesos, que según los parámetros de Lavagna, sería de 24. Entonces, en algún momento tengo que parar”, dijo en su visita a España.
Tal vez con una dosis de excesivo voluntarismo, el presidente se entusiasma con la idea de que si se resuelven los niveles de inflación, baja el déficit y el país no depende tanto de tomar deuda, el empleo vuelva a crecer, porque, sostiene, habrá una economía competitiva capaz de generar puestos de trabajo.
El último dato oficial del Ministerio de Trabajo sostiene que en 2016 hubo períodos diferenciados en materia de empleo: en el primer semestre la cantidad de trabajadores registrados en el sector privado cayó en 69 mil, pero en el segundo subió en 94 mil.
Esos son los datos oficiales generales, pero desagregando la información se descubre un dato llamativo sobre la composición cualitativa de ese empleo: retrocede la cantidad de asalariados en relación de dependencia (43.600 en todo 2016) y crecen con fuerza monotributistas (40 mil) y autónomos (12.500).
Posible conclusión: los despedidos están tratando de salir a flote con emprendimientos particulares, en rubros como comercio, remises y personal doméstico (aumentó en 15 mil personas según la estadística oficial). Algo parecido ocurrió en los 90 con Carlos Menem y el modelo concluyó con 25% de desempleo.
Pero Macri cree tener un as en la manga: sostiene que el gobierno anterior no hizo obras de infraestructura, se endeudó y no le importaba la inflación. Y que su gobierno cambiará todo eso.