El presidente electo, Mauricio Macri, afrontará en su relación con el movimiento sindical organizado uno de sus mayores desafíos para garantizar la gobernabilidad y, para eso, apostará a tener una base de apoyo en la CGT opositora, gracias a la buena relación que cultivó con Hugo Moyano.
El jefe de gobierno porteño electo, Horacio Rodríguez Larreta; el actual subsecretario de Trabajo de la Ciudad, Ezequiel Sabor; junto a los ministros Néstor Grindetti (Economía) y Edgardo Cenzón (Espacio Público), fueron los dirigentes macristas que hasta el momento llevaron adelante el diálogo con la CGT moyanista en varias reuniones privadas.
En paralelo a esos encuentros reservados, Moyano dio varios guiños públicos a Macri, como su participación en dos actos del postulante de Cambiemos y un discurso por el Día del Militante en el que lanzó una catarata de críticas contra el Gobierno y contra el candidato oficialista Daniel Scioli.
«Vamos a esperar que empiece a gobernar porque todavía no conocemos lo que va a hacer. Pero creo que (Macri) es un hombre inteligente y que no va a dilapidar este esfuerzo tan grande, que le permitió ganar una elección nacional, con políticas que impacten contra los trabajadores», evaluó en declaraciones a la agencia Noticias Argentinas el secretario general del sindicato de Panaderos y uno de los principales operadores de Moyano, Abel Frutos.
Consultado sobre si cree que en la gestión de Macri se mantendrán las paritarias, respondió: «Sin ninguna duda», y agregó: «Nosotros vamos a ser garantes de eso».
Por otro lado, se percibe que Macri tendrá más dificultades para entenderse con el resto del movimiento obrero (la CGT de Antonio Caló y las CTA de Pablo Micheli y Hugo Yasky) que durante la campaña fue muy crítico del candidato de Cambiemos, incluso jugando abiertamente a favor de Daniel Scioli en algunos casos.