Edición Impresa

Reflexiones

Macri se obsesiona y ordena bajar la inflación

La orden la dio Mauricio Macri. Y no debe tomarse como una propuesta voluntarista.


La orden la dio Mauricio Macri. Y no debe tomarse como una propuesta voluntarista.

Según el presidente, las metas de inflación deben ser del 30 por ciento máximo este año (sin tomar en cuenta el dato de la Ciudad e Buenos Aires), entre el 16 y el 20 por ciento en 2017, el 10 en 2018 y el 5 en 2019. El jefe del Estado dio además otra precisión: el responsable de frenar el alza de precios hacia delante y dominar la variable es el Estado y no ya el sector privado. Con lo que la teoría de Elisa Carrió de culpar a grandes empresas quedará archivada. Para Macri, después de abrir el cepo y cerrar la negociación con los fondos buitre y los holdouts, la próxima meta económica debe ser bajar la inflación y cumplir con estas cifras, las que, por otro lado, fueron aceptadas por el gabinete económico como absolutamente realizables.

El presidente considera hacia delante que gran parte de su suerte estará ligada a que esta consigna se cumpla, y que para cuando se juegue electoralmente su futuro dentro de cuatro años la inflación sea un tema dominado. Y que, incluso, sea uno de los logros más importantes de su gestión para mostrar. Según la visión del jefe del Estado, no hay mal crónico más importante en la economía criolla que el alza continua de los precios. No le ve justificación técnica.

Macri quedó conmovido, como gran parte de su gabinete, cuando a comienzos de su gestión, a partir de la salida del cepo, los precios tuvieron varios momentos de subas: antes de asumir, luego de asumir, antes de tomar la decisión de devaluar (sincerar, según la verba macrista) y, finalmente, después de tomar la decisión de abandonar las restricciones para acceder al dólar. Este proceso había provocado alzas de hasta un 15 por ciento en los precios, cuando las estimaciones oficiales se apoyaban en valores que, en general, ya estaban calculados con un dólar a 14 pesos. La situación, previa a la segunda ola inflacionaria producto del ajuste de tarifas, había generado mucho malhumor en las filas macristas, y hasta varios desencuentros entre los propios responsables de la predicción. Las consecuencias de los incrementos por las correcciones de los servicios públicos provocaron un segundo momento de disidencias que, incluso, se convirtieron en públicas en las últimas semanas. La situación hizo que el propio Macri tomara el tema como una cruzada personal, y que reclamara un estudio renovado de la situación inflacionaria. Esto derivó en la decisión presidencial de imponer las metas anualizadas, y la obligación para que todo el gabinete, al menos el económico, se encolumne detrás de éstas. No lo dio a entender, pero incluso invitó a “retirarse del proyecto” a los que no estuvieran de acuerdo.

Para Macri, no se puede hablar de crecimiento legítimo de la economía sin dominar la inflación. En consecuencia, no importaría tanto mostrar este 2016 un alza, baja o empate del PBI, sino llegar al último trimestre del año con un IPC que no supere el 1,5 por ciento mensual y que, proyectado a 2017, esté por debajo del uno por ciento real. Si esto sucede, piensa el gobierno, para el segundo trimestre del próximo año y, lo más importante, para las elecciones del segundo semestre, la economía estaría mostrando síntomas de crecimiento sólido en los bolsillos. De allí hacia delante, las buenas noticias llegarían solas. Mientras tanto, especialmente en estos días, habrá que “pasar el invierno”.

El convencimiento final de la estrategia vino dado por varias de las conversaciones que mantuvo con los últimos visitantes, incluyendo el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, con el que se encontró el jueves, que dejó en su paso por Buenos Aires el recuerdo de que los primeros tiempos de gestión de Angela Merkel eran de críticas al estado de la economía alemana, lo que derivó en fuertes ajustes.

Merkel incluso perdió las elecciones de los primeros dos años, para luego sostener el poder hasta estos días, casi 12 años después de haber vencido en las elecciones.

El gobierno considera que para que haya credibilidad en el plan oficial es necesario que se repare el termómetro de medición de la variable, lo que sucedería este mes. Junio de 2016 sería entonces el primer mes en el que se publicaría desde el Indec. La inflación que muestre este dato debería ser menor que cualquier dato de los primeros cinco meses del año, medido tanto por los privados como por la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de San Luis. Pero lo suficientemente justas en su crecimiento como para que no queden dudas de que el organismo que maneja ahora Jorge Todesca está ofreciendo mediciones serias y creíbles. Luego vendrá el tiempo en que el oficialismo se pueda apoyar en estos datos para demostrar que el combate a la inflación lleva a resultados positivos.

Comentarios

10