El cura Juan Gabriel Arias fue izado por una grúa en el muelle de Puerto Madryn, dentro de una canasta y junto a una gran cruz, y luego descendido y sumergido en el mar con un traje de buzo bajo los hábitos, para encabezar en esta ciudad de Chubut el único Via Crucis submarino del mundo.
Ese fue el momento culminante y más emocionante de anteanoche -y de cada Viernes Santo desde hace 11 años- del recorrido por el Calvario de Cristo, cuya procesión había comenzado casi cuatro horas antes en el centro de la “capital nacional de buceo”. Miles de personas participaron del Via Crucis en tierra y un centenar de buzos y “snorkelistas”, acompañados de varias decenas de kayaks y otras embarcaciones, lo completaron en aguas del golfo Nuevo, hasta emerger caminando y portando la cruz en la playa frente a la avenida Costanera Roca. La procesión comenzó después de las 18, en la Parroquia Sagrado Corazón, en Belgrano al 300 y frente a la plaza San Martín, para dar una vuela a la manzana de este espacio verde y recorrer varias arterias céntricas hasta desembocar unas tres horas más tarde frente al muelle “Comandante Luis Piedrabuena”.
Hasta su décima edición este Via Crucis que constituye, además de una ceremonia religiosa, el hecho social más popular de Puerto Madryn, se hacía sólo bajo el agua, pero desde 2013 se recorren también las calles, para darle participación a todos los vecinos.
En esta oportunidad, la procesión recibió la bendición formal del papa Francisco, quien considera que es un ejemplo de cómo sacar a la Iglesia para integrarla con la comunidad, explicaron los organizadores.
El cura Arias recordó que este Via Crucis ya tuvo la bendición de Juan Pablo II y que la autorización para su primera edición la otorgó el cardenal Jorge Bergoglio, mucho antes de convertirse en el Vicario de Dios. Arias, quien encabezó siempre esta marcha, es hincha de Racing (“fanático”, dicen algunos), integró la Comisión Directiva del Club de Avellaneda, es presidente de “Racing Solidario” y lleva varios tatuajes alusivos a La Academia, entre ellos un Cristo con el escudo del equipo en el pecho, sobre su bícep derecho.