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Malcolm X, el inconquistable

El 19 de mayo de 1925 nació en Omaha, Nebraska, el carismático líder afroamericano que luchó por los derechos civiles y terminó acribillado a balazos por sicarios negros

“Nacer aquí no nos hace norteamericanos. No somos norteamericanos: somos 22 millones de personas negras víctimas de Estados Unidos. Nosotros nunca vimos la democracia. No la vimos en los campos de algodón en Georgia, ni en Harlem, Brooklyn, Detroit o Chicago. Allí no hay democracia, sólo vimos hipocresía. Nosotros no vemos el «sueño americano», sólo experimentamos la pesadilla americana”. En esos términos se expresaba a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos el carismático líder negro Malcolm X, de cuyo nacimiento se cumplen este sábado 93 años.

Hijo de padres afroamericanos muy pobres, nació en Omaha, Nebraska, el martes 19 de mayo de 1925 y fue bautizado como Malcolm Little. Su padre, un sacerdote baptista, fue influenciado por el panafricanismo de la Asociación Universal para el Mejoramiento de los Negros, creada por el jamaiquino Marcus Garvey, que abogaba por el regreso de los negros a África.

Malcolm Little vivió una infancia muy dura, plagada de desagradables vivencias. Uno de los hechos que más lo marcó en esa época sucedió en Lansing, Michigan, donde tuvo que sufrir la crueldad del Ku Klux Klan –la organización terrorista secreta, creada en el sur de Estados Unidos en 1865, que pregona la superioridad de la raza blanca–, y presenciar cómo quemaban su casa.

Pero lo peor todavía estaba por llegar. Cuando tenía seis años su padre fue asesinado tras recibir diversas amenazas del Ku Klux Klan. El crimen trastornó psíquicamente a la madre de Malcolm. Se trataba de una mujer bella y culta cuya piel era blanca, porque había sido concebida por una mujer negra violada por un blanco.

Tras la muerte del padre de Malcolm, el gobierno decidió quitarle a la mujer la tenencia de sus nueve hijos. Ésta jamás pudo superar el dolor y terminó sus días internada en un instituto para enfermos mentales.

“Si alguna vez el gobierno destruyó a una familia, esa fue la nuestra”, recordó amargamente Malcolm en su Autobiografía, escrita en colaboración con Alex Haley –el autor de Raíces– y publicada en 1965. Dicho libro sirvió de guión al film de 1992 Malcolm X, dirigido por Spike Lee y protagonizado por Denzel Washington. Así, arrancado de los brazos de su madre, el pequeño Malcolm fue enviado con una familia adoptiva y más tarde fue a parar a un reformatorio.

Cuando cumplió los 10 años se fue a vivir con una de sus hermanas a Boston, Massachussets, donde tuvo varios empleos, pero no tardó en rodearse de malas compañías y sucumbió ante la tentación del dinero fácil, procedente de la droga y la prostitución.

 

La cárcel donde se liberó

En 1946 Malcolm fue condenado a prisión por robo, y estando en la cárcel entró en contacto con el movimiento promovido por Elijah Muhammad, los Musulmanes Negros (Black Muslims), también conocido como la Nación del Islam. Sus postulados sostenían que la raza negra era superior a la blanca y defendía la creación de un Estado independiente para los negros. Malcolm, atraído por la filosofía de ese movimiento, dedicó sus días en la cárcel a estudiar y se convirtió a la religión musulmana.

Cuando fue puesto en libertad condicional en 1952, se unió al templo de los Musulmanes Negros en Detroit y adoptó el nombre de Malcolm X, sustituyendo simbólicamente su apellido, derivado de la herencia del esclavismo, por una X que representaba el nombre desconocido de sus antepasados africanos. Contrario a la prédica no violenta del reverendo negro Martin Luther King Jr., al estudiar historia colonial Malcolm se convenció de que los males sociales eran atributos intrínsecos del colonialismo y del “mundo cristiano del hombre blanco”. En aquella época, los negros radicales se volvieron conscientes de su “piel oscura” y de su Poder Negro (Black Power) como ciudadanos de tercera clase, y por lo tanto comenzaron a adquirir muy rápido una “conciencia negra”, que fue la fase inicial de una conciencia social de la clase obrera.

A comienzos de la década de 1960 la Nación del Islam ya era bien conocida y el carismático Malcolm se convirtió en su vocero más destacado, viajando por todo el país para predicar su ideología. El éxito fue tal que en 1961 salió a la luz la publicación Muhammad Speaks.

Harlem, su bastión

Con el fin de tener más seguidores Malcolm se dirigió a Nueva York, concretamente al barrio de Harlem, donde se consolidó su liderazgo. Mostró su apoyo a Black Power, uno de los grupos más radicales pero también con mayor poder de convocatoria. Defendía la creación de un Estado negro y para ello justificaba la violencia como medio de autodefensa. Esa actitud le costó la condena de otros organismos.

Cuando el presidente demócrata John Fitzgerald Kennedy fue asesinado a balazos durante una gira por Dallas, Texas, el viernes 22 de noviembre de 1963, Malcolm X caracterizó al magnicidio como un caso de “pollitos regresando a casa” y publicó un artículo con el título “El que la hace la paga”, muy crítico hacia la raza blanca. Sin embargo, su opinión despertó la ira de sus propios compañeros del movimiento reformista de Elijah Muhammad y fue expulsado inmediatamente de la Nación del Islam. Entonces, fundó la Organización de la Unidad Afro-Americana (OAAU, por sus siglas en inglés), a través de la cual legitimaba el empleo de la violencia.

En 1964, Malcolm X realizó la tradicional peregrinación musulmana –el hajj– a La Meca, la ciudad sagrada del Islam, en Arabia Saudita. Como consecuencia de ese viaje y de otros por África y Europa, renunció a sus anteriores creencias, empezó a invocar la solidaridad racial y adoptó el nombre árabe de El Hajj Malik al Shabazz. Mientras discutía con otros líderes de varios movimientos de liberación, Malcolm pasó de la “lucha de razas” a la “lucha de clases” y mantuvo la posición de que no todos los “blancos” eran malos, y que ambos “blancos” y “negros” deberían cooperar para erradicar los males del capitalismo mundial. De manera muy rápida, negando las ideas religiosas obsoletas, se acercó cada vez más al socialismo científico y filosófico del marxismo. Pero, por entonces, los enfrentamientos entre la OAAU y la Nación del Islam crecieron cada vez más.

La noche del domingo 14 de febrero de 1965, mientras el dirigente negro dormía junto a su esposa Betty y sus tres pequeñas hijas, su casa fue incendiada en un ataque con bombas molotov. Malcolm X no dudó en acusar a la Nación del Islam y al propio Muhammad por el ataque.

Una semana después, el domingo 21 de febrero, durante un mitin en el Audubon Ballroom de Harlem, Nueva York, fue acribillado a balazos por sicarios negros, supuestamente enviados por la Nación del Islam. En la primera fila del auditorio su mujer y sus hijas presenciaron el crimen.

Las palabras pronunciadas aquel día por Martin Luther King –quien pocos años después marcharía también al encuentro de su propio asesinato político– tienen, en el Estados Unidos agresivo y belicista liderado por Donald Trump, una enorme vigencia: “El asesinato de Malcolm X fue una tragedia desafortunada. Revela que aún hay numerosas personas en nuestra nación que expresan su disentimiento a través del homicidio y no aprenden a estar en desacuerdo sin expresarlo violentamente”.

Ossie Davis, voz de despedida

“Aquí, en esta hora final, en este tranquilo lugar, Harlem se despide de una de sus máximas esperanzas, apagada ahora y arrebatada para siempre”. Con su inconfundible voz de barítono y su porte elegante, el actor Ossie Davis –quien falleció el 4 de febrero de 2005, a los 87 años– despidió en aquel 1965 los restos de su amigo y compañero de lucha Malcolm X. “Nadie puede recordar momento alguno en que esta acosada y desafortunada pero también orgullosa comunidad haya hallado a un joven campeón más valiente que este afroamericano que está frente a nosotros, inconquistable aún. Nuestro brillante príncipe negro”, sostuvo el recordado Davis.

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