Por Arlen Buchara y Luciana Mangó
Cuando la madrugada del 9 de agosto de 2018 el Senado rechazó el proyecto de Interrupción Voluntaria de Embarazo (IVE) una certeza recorrió al país. Ya no había vuelta atrás. Más temprano que tarde, la despenalización y legalización del aborto iba a ser una realidad. Hoy Argentina promete en convertirse en uno de los pocos países de América Latina en garantizar el derecho a decidir sobre el propio cuerpo. Lo hará gracias a la lucha de más de tres décadas de los feminismos y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que desde hace 15 años impulsa la lucha con el pañuelo verde como insignia. Y lo hará también en el contexto de que por primera vez un presidente argentino, Alberto Fernández, tiene la determinación de impulsar el debate y enviar un proyecto propio para sacar al aborto del Código Penal y garantizarlo en la salud pública y privada. La certeza hoy se siente más que nunca: en el 2020 el aborto será ley.
El debate de 2018 marcó un antes y un después en la sociedad argentina. Se dio un proceso de despenalización social del aborto, es decir, el tema salió de clóset y pasó a ser discutido en todos lados. Pero la lucha por el derecho a decidir no empezó cuando el entonces presidente Mauricio Macri dio libertad de conciencia a las y los legisladores de Cambiemos para debatir y votar una ley. Se gesta desde la vuelta de la democracia en los Encuentros Nacionales (ahora Plurinacionales) de Mujeres y Disidencias y con la creación en los 80 de la Comisión por el Derecho al Aborto. Se consolidó con el surgimiento de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que desde 2005 federaliza la pelea y que presentó el proyecto de IVE 8 veces. Y ganó masividad desde el Ni Una Menos de 2015 de nuevas generaciones al movimiento feminista.
El contexto de este 2020 no podría ser mejor. Que el primer mandatario de un país sea quien impulse el debate mueve el tablero de la representación parlamentaria. En 2018 la media sanción fue producto de la construcción transversal de diputadas y diputados de distintos bloques sin apoyo presidencial. El rechazo en el Senado fue impulsado por la vicepresidenta Gabriela Michetti, quien se puso al frente del lobby antiderechos. Esta vez, a la construcción transversal se suma la determinación de Alberto Fernández y la figura de Cristina Fernández de Kirchner, quien en 2018 cambió de opinión y hoy apoya la legalización y despenalización del aborto.
La posible legalización de la interrupción del embarazo por voluntad de la persona gestante en Argentina promete ser un faro para el continente. Hoy en Latinoamérica el 95 por ciento de los abortos son considerados inseguros y hay 4 países que penan con la cárcel cualquier tipo de interrupción.
Pero la batalla no está ganada. Si bien en Diputados los distintos relevamientos dan cuenta de un triunfo, el Senado sigue siendo un reducto conservador en donde cada voto vale. La calle, ese terreno en el que argentinos, argentinas y argentines aprendimos a pelear por los derechos, será una vez más el lugar para garantizar que este 2020 el aborto sea ley.