El gremialismo argentino vive uno de sus momentos más tensos en los últimos años. Mario Manrique, un peso pesado dentro de la Confederación General del Trabajo (CGT) y alineado con el kirchnerismo, decidió alejarse formalmente de la conducción de la central obrera. En su carta de renuncia, presentada este lunes, el secretario adjunto de Smata argumentó que su decisión responde a la acumulación de responsabilidades como diputado nacional, aunque sus declaraciones públicas revelan un trasfondo más profundo, marcado por la disconformidad con el manejo interno de la CGT.
Manrique había expresado abiertamente su malestar con la conducción de la CGT, liderada por figuras como Héctor Daer, a quienes acusó de falta de transparencia y de tomar decisiones a espaldas del conjunto de los trabajadores. “Hoy tenemos una conducción que no es clara en sus acciones, no sabemos qué se discute ni con quién», sostuvo en entrevistas recientes, dejando entrever la grieta interna que atraviesa al movimiento obrero.
“Voy a renunciar a la CGT, esta CGT a mí no me representa, se vació de contenido, no tiene claro hacia dónde va”, explicó en declaraciones a Futurock. “La CGT se convirtió en cuatro o cinco dirigentes que discuten a escondidas. El estatuto de la CGT hay que cambiarlo y que los dirigentes los elijan los secretarios generales”, describió.
“Hasta que Francos asumió como jefe de gabinete la gente había empezado a confiar en la CGT. Después, llegó Francos, les abrió la puerta y todo cambio”, aseguró Manrique en una entrevista con Futurock.
El dirigente sindical fue muy duro con la cúpula de la central obrera: “Si no te movilizás por los jubilados por estrategia…¿cuál es la estrategia? ¿Y ahora la CGT sale a marchar con los estudiantes porque los estudiantes garpan? Es hipócrita eso”.
“A Pablo Moyano lo quiero mucho, pero Pablo Manrique de la CGT se va. De la conducción él es el único que respeto por la coherencia”, cerró.
Este conflicto no es nuevo. El dirigente automotor, de perfil combativo, se había enfrentado en varias ocasiones con el ala dialoguista de la CGT, que ha buscado negociar con el gobierno de Javier Milei. Manrique, junto con Pablo Moyano, impulsó activamente un paro general contra las políticas del actual gobierno, postura que lo alejó aún más de los sectores más moderados del sindicalismo. Aunque Manrique evitó criticar directamente a la CGT en su carta de renuncia, su salida es vista como un golpe a la unidad del movimiento gremial.
El lugar de Manrique será ocupado por Laura Lorenzo, también del sindicato de mecánicos (Smata). Lorenzo, cercana a las bases del gremio y con experiencia en la negociación laboral, tendrá la tarea de representar al sindicato en el consejo directivo de la CGT, en medio de un contexto cada vez más complicado para la central obrera. Su nombramiento es un gesto de continuidad por parte del Smata, que busca mantener su influencia dentro del movimiento sindical.
No es la primera vez que Manrique se encuentra en el centro de una controversia. En julio pasado, protagonizó un enfrentamiento verbal con el diputado Fernando Iglesias en una comisión del Congreso, que terminó en una denuncia penal por amenazas. “Te voy a arrancar la cabeza”, habría sido la frase que desató el conflicto, según la denuncia presentada por Iglesias. El caso sigue en manos del juez Sebastián Casanello.
La renuncia del dirigente también llega en un momento de agitación política y económica en Argentina. Manrique, quien ha sido una de las voces más críticas del empresariado cercano a Milei, advirtió en varias ocasiones sobre las consecuencias de las políticas económicas del actual gobierno, especialmente en lo que refiere a los derechos laborales.
A pesar de su salida de la CGT, Manrique sigue manteniendo una fuerte influencia dentro del Smata y del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados, donde representa a la provincia de Buenos Aires. Su cercanía con Máximo Kirchner, jefe de La Cámpora, le ha asegurado un lugar clave dentro del Frente de Todos, y su renuncia podría fortalecer su rol en la política partidaria, en momentos en que el kirchnerismo busca reposicionarse de cara a las elecciones de 2025.
En paralelo, Pablo Moyano, otro de los referentes del ala combativa de la CGT, también se encuentra en una posición de incertidumbre dentro de la central obrera. Moyano, que comparte con Manrique su descontento con la conducción cegetista, podría seguir sus pasos y abandonar su cargo en el consejo directivo. Esta eventual salida aumentaría aún más la tensión dentro del movimiento obrero y pondría en jaque la capacidad de la CGT para mantener la unidad frente a los desafíos del próximo año. El futuro de la central, en medio de este escenario, parece incierto.