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Oficios que no mueren

Maquinista en primera persona: qué sintió el joven que condujo el tren de Cañada de Gómez a Rosario

El trabajo ferroviario está teñido de pasión y esfuerzo. Entre el desarraigo y la responsabilidad de estar a cargo de una formación que traslada centenares de personas por día. Cómo es vivir "detrás de la maquinaria"


“Son muchas sensaciones encontradas, a parte de ver la cantidad de gente (que se congregó) en todas las estaciones, es una emoción muy grande que te conmueve, ver a gente muy grande” que se acercó a ver el tren. “Es un hecho histórico lo de este tren que vuelve después de más de treinta y cinco años. Para nosotros es un orgullo” dice emocionado Brian Fernández, el maquinista que llevó adelante la “marcha blanca”, como se le conoce al viaje previo al inaugural de la línea de tren que va de Cañada de Gómez hasta Rosario, que tuvo su jornada de prueba durante el mediodía de este miércoles.

El joven de 29 años que condujo el tren a destino inició su carrera en el 2014, en la seccional San Martín Vapor, donde cumplió tareas hasta 2019, año en el que pudo regresar a Rosario. Habiendo cumplido sus tareas en José León Suárez, se capacitó y tras cinco años volvió a trabajar a la ciudad que lo vio nacer luego de generarse una vacante.

Fernández viene de familia ferroviaria, lo cual lo llevó a encontrarse desde pequeño con la profesión de maquinista. Al crecer, llegaría al gremio: “Con el sindicato, La Fraternidad, se te inculcan un montón de valores, empecé a conocer la historia”. “El tren como que genera esa cosa de impresión y uno estando acá arriba pasa eso mismo pero por mil. Vivimos en un oficio que uno aprende a amar” exclama el maquinista.

Brian Fernández, maquinista que estará a cargo de ahora en más de este nuevo recorrido del ferrocarril.

 

Si bien el tren originalmente se demoró respecto de los horarios establecidos para el viaje, el trabajador afirmó que las demoras se sucedieron por la algarabía que rondaba en cada estación de las ocho que componen el recorrido, “pero el horario que ha sido publicado, que es el oficial, se va  cumplir a rajatabla”. Fernández sostiene sus dichos en que previamente se realizaron varias pruebas que confirman la factibilidad de los horarios del tren.

En todas las estaciones el equipo de trabajo se encontró con personas mayores, anteriores usuarios de la línea ferroviaria que iba desde Cañada de Gómez hasta Rosario, que se acercaban a presenciar la presentación del ferrocarril: “Estas cosas te conmueven. Que venga un conductor de hace 50 años, encontrarte con gente grande, conductores o cualquier función dentro del ferrocarril emocionada, y eso es lo que lo conmueve a uno”.

El tren Rosario-Cañada de Gómez se puso en marcha y recorrió las vías lleno de recuerdos

“Más allá de las edades, sean niños o jubilados, a todos les produce lo mismo el tren, y eso es lo que a nosotros nos conmovió durante todo el viaje” dijo a este diario el maquinista.

Para Fernández, viajar en tren tiene dos lecturas, desde la responsabilidad de lo laboral y desde el punto de vista de quien aprende a querer el riel: “Primeramente, cada día laboral tiene su cosa. Es un oficio muy hermoso y es como una fantasía” vivir detrás de la maquinaria de la locomotora, “siempre siendo muy responsable, son muchas las que conlleva este oficio, pero siempre disfrutándolo”.

Locomotora del tren Cañada de Gómez hasta Rosario, al finalizar su recorrido de prueba en la estación Rosario Norte

 

Ferndández le cuenta a El Ciudadano que el oficio del maquinista no es exigente en físico, pero es muy desgastante en lo psicológico: “Yo creo que lo más duro es lo mental. Transportamos vidas, entonces eso tiene una responsabilidad muy grande a la cual te exige trabajar super atento”. “Es muy mental, desde la responsabilidad que uno consciente que tiene y que lleva. Un error nuestro puede ser muy grave”, de ahí el cansancio cognitivo de los maquinistas. Los trabajadores ferroviarios tienen jornadas de 8 horas diarias de trabajo, pero el desgaste producido por las horas de trabajar proviene del estrés que genera estar a cargo del tren. “A veces esas seis u ocho horas se hacen duras. Vos podes decir ‘Eh, pero vas sentado’ bueno, no, la responsabilidad que uno lleva es muy grande y eso te agota por momentos”. “No podemos fallar” dice Fernández.

El desarraigo no ha sido más que una construcción de la costumbre para Brian, ya que desde que comenzó en el 2014, con 21 años, cuando se formó en el oficio en Buenos Aires, debió alejarse primariamente de su familia, la cual se agrandó con su primer hijo al poco tiempo de su traslado a Capital. Si bien su compañera se mudó prontamente, Fernández aclara que “es duro a veces encontrarte lejos de tus amigos, de tu familia, de todo lo que tiene uno. Con 21 años nos subimos a un tren, nos fuimos” para volver solamente los días de franco. “Es como empezar una nueva vida”.

Por otro lado, para Fernández hay un encanto especial en viajar sobre rieles: “Habitualmente me pasa que no voy como un pasajero, pero es distinto. El tren tiene esa cosa, esa esencia, imaginate la de familias que van, que viajan” dice ilusionado Fernández. “Siempre pasan cosas lindas arriba del tren”.

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