Opinión

Nos falta uno como Diego

Maradona, abanderado también de los jubilados


Por Alejandro Duchini / Especial para El Ciudadano

 

“Yo defiendo a los jubilados. Cómo no los voy a defender. Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados”. La frase, icónica, pertenece a Diego Maradona y es de octubre de 1992. Es de un día en el que había una marcha en Tribunales por un reclamo igual al de ahora. Diego pasaba por ahí y se topó con aquellos viejos. 32 años después, parece que nada cambió. Los jubilados siguen relegados. Pero el Gobierno de Javier Milei suma violencia. En un lapso de siete días, su ejército represivo de Robocops atacó dos veces a los manifestantes que reclaman la movilidad jubilatoria que acaba de vetarse. Mayores de edad que recibieron balas de gomas y palos.

“Nos falta un Maradona”, me dice en estas horas el secretario de la Confederación Nacional de Clubes de Barrios, Daniel Pacín, en una entrevista para otro medio. Aclaro lo de “otro medio” porque los periodistas tenemos que trabajar en varios lugares para arañar un sueldo acorde a estos tiempos de inflación y constantes aumentos de tarifas. Tan mal pagos estamos.

La referencia de Pacín es a la ausencia de líderes. Dormida, encerrada, individualista, gran parte de nuestra sociedad no sale a reclamar. La patota uniformada le pega a los jubilados y no pasa nada. ¿Y la CGT? “Maradona te decía las cosas en la cara”, agrega el dirigente deportivo.

La charla con Pacín tiene asidero en la privatización del fútbol. Sociedades Anónimas deportivas (SAD). Otro impulso del Gobierno nacional por el que -entusiasman- va a entrar plata fresca a los clubes en crisis. Pero el modelo fracasa. Las cuentas no dan en Inglaterra ni en Brasil. Tampoco en Chile. Acá hubo el caso de Mandiyú de Corrientes; su historia terminó horrible. Lo que nos venden es que con plata los mejores jugadores de Argentina se quedarán en el país porque van a ganar lo mismo que en Europa. Sabemos que no es así. Si no, miren lo que pasó en los países mencionados. No son presunciones; son realidades.

El próximo miércoles, además de los jubilados, los socios de clubes marcharán a la sede de la AFA (Viamonte 1366, CABA) para manifestarse en contra de las privatizaciones de clubes chicos y grandes. Entre ellos, los barriales, que a tanta gente sacan de las calles.

De reojo se observa a Independiente y San Lorenzo, dos grandes caídos en desgracia cuyas dirigencias no cuentan con el aval de los socios. Cada domingo, en una cancha venida a menos, en Avellaneda se piden elecciones desde las tribunas. “El Rojo va a salir campeón el día que se vayan todos los hijos de puta de la comisión”, se escucha. La respuesta es el envío de agentes de seguridad que, violencia mediante, sacan banderas que advierten que “el Rojo no se vende”.

Esos mismos agentes de seguridad que se abalanzan sobre plateistas y socios son los que se esconden o miran para otro lado cuando la barra le pega a un tipo solo delante de todo el mundo. Sucedió el domingo pasado, durante el clásico con River. Lamentable.

800 efectivos, gases lacrimógenos y palazos. Esa es la respuesta al hambre de los jubilados. 52 por ciento de pobreza en el país. Y el número aumenta. Como el desempleo. 300 mil pesos mensuales cobran los jubilados mientras se pretende gastar 100 mil millones de pesos en fondos reservados para la SIDE o 650 millones de dólares para comprar aviones para el ejército. Lo advierte, a metros del Congreso de la Nación, el diputado Leandro Santoro.

Pide que la gente salga a apoyar a los jubilados, que se haga presente en cada una de sus marchas: “Cuando hay que defender el derecho de los jubilados muchos no vienen. Cuando hay que movilizarse, a movilizarse. Si no los defendemos nosotros quién carajo los va a defender. ¿El Gobierno? No”, se observa en un video suyo en redes sociales.

Sabemos cómo terminaron aquellos años noventa. Desocupación, privatizaciones y corralito. Sus responsables no se hicieron cargo de nada. Hoy forman parte del mismo Gobierno que reprime, desocupa y privatiza. La historia vuelve a repetirse. Por eso es que encaja a la perfección lo que agregó Maradona aquella vez: “A muerte estoy con los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza”.

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