Diego Maradona se transformó en un ícono popular sin precedentes porque “vino a reemplazar al peronismo” cuando ese movimiento fue replegado en la sociedad con la dictadura de 1976, aseguró el sociólogo Pablo Alabarces, quien a la vez subrayó que la “orgullosa condición subalterna” del astro fue un elemento decisivo para lograr su identificación con el pueblo argentino.
Esa pertenencia de clase, “es una de las cosas que distingue a Maradona de (Lionel) Messi”, reflexionó el escritor en una entrevista, a tres días de la muerte de Diego.
Alabarces, de 59 años, identificó a Maradona como “el primer gran símbolo transgénero del fútbol” y entendió que una eficaz operación de “la memoria popular” explica su idolatría en las nuevas generaciones que no fueron testigos de sus hazañas deportivas.
El titular del Seminario de Cultura Popular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires reconoció que las críticas recibidas por el astro en sus 60 años de vida fueron mayormente de “argumento clasista” por haber mantenido “posiciones políticas transgresoras”, combinadas con sus problemas de adicción.
—¿Cómo explica el fenómeno Maradona?
—Maradona fue el símbolo cultural más importante de la historia argentina del último medio siglo y lo que lo hizo más grande fue su condición de clase, no por su pertenencia en sí misma, sino porque nunca la clausuró. Exhibió su plebeyismo, su subalternidad con orgullo.
—¿Es lo que permitió su fuerte identificación con el pueblo?
—Exacto, eso fue decisivo. Una condición exasperadamente subalterna que se jacta de su subalternidad. No la esconde, la muestra y en exceso. Me acuerdo en 2005, en su programa “La Noche del Diez”, cuando sentó en primera fila a todo Fiorito. La pantalla de Canal 13 era una pantalla muy blanca, lavada y neoliberal.
—Si Maradona hubiera sido lo mismo que fue como futbolista pero con otra condición social, ¿estaríamos hablando del mismo fenómeno?
—No lo podemos saber, pero hay algo interesante para marcar. Una de las cosas que distingue a Maradona de Messi es esa condición subalterna. Messi no es un subalterno ni un plebeyo, no lo puede ser, es un chico blanco de las clases medias rosarinas. Entonces ahí se encuentra una diferencia importante en cuanto al significado de cada uno.
—Pero además Messi no tuvo los mismos logros con la camiseta argentina. ¿Eso no pesa?
—Creo que la condición de jugador más grande de todos los tiempos Messi la puede equiparar, pero no el hecho de ser plebeyo, subalterno, pícaro, orgulloso y que además se pasa de rosca y se pone a cuestionar todo lo que se le cruce por el camino. Messi podrá ganar un Mundial, pero igual no cierra. No va a ser lo mismo por Malvinas, por la dictadura, por todo el contexto histórico y político. No va a ser un “negrito respondón y deslenguado” como Diego.
—¿Qué mirada tiene de Maradona en relación a su postura ante el poder?
—Diego siempre buscó posiciones políticas transgresoras, con vaivenes. Lo más consistente en Maradona fue la línea cubana. Ya se encuentra con Fidel (Castro) a fines de los 80, no es un invento de 2005. Ahí hay más consistencia de la línea cubana que la que tienen la mayoría de los políticos latinoamericanos.
—¿Cómo definiría la relación entre Maradona y el peronismo?
—El peronismo es un relato que te habla de igualdad, justicia y democracia. De que los plebeyos pueden ser reconocidos y respetados. Esa es la ilusión del peronismo que, por otra parte, el peronismo histórico del 45 al 55 la pudo realizar. Esos 10 años no fueron pura ilusión, quedaron como memoria de los tiempos más felices para los trabajadores. Maradona cuenta la misma ilusión del peronismo.
—¿De qué manera?
—Maradona vino a reemplazar al peronismo en el momento en que al peronismo lo repliegan en el 76, casualmente el año que debuta Maradona en primera. Cuando el peronismo va al destierro, desde el 76 hasta el kirchnerismo, aparecen los años maradonianos. Porque inclusive el menemismo aparece como repliegue del peronismo en tanto neoliberalismo. Quiere decir que Maradona hablando de lo igualitario, lo democrático, lo plebeyo, lo subalterno desparramó felicidad, como lo hacía el peronismo. Maradona nos dio un inmenso goce como artísta futbolístico y después nos dio esa felicidad descomunal de junio de 1986 (el Mundial de México).
—Las nuevas generaciones, que no lo vieron jugar, también lloraron a Maradona. ¿Cómo se da la transferencia simbólica?
—Creo que la base del secreto es la memoria popular: se reproduce y se transmite. Muchos chicos se criaron en la convicción de que nunca habrá nada igual. Y creo que seguirá siendo así. Es algo muy interesante de ver porque Diego, además, es una figura que también incluyó a las mujeres. Maradona es posiblemente el primer gran símbolo transgénero del fútbol. El fútbol siempre fue pesadamente masculino y Maradona fue el primero que atraviesa esa barrera de una manera fantástica.
—Fontanarrosa dijo sobre Diego: “Qué me importa lo que hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”. ¿Está de acuerdo?
—Creo que esa idea pretende decir que uno no tiene derecho a cuestionar sus decisiones. Su vida privada se volvió pública, de manera excesiva y desbordante. La crítica que soportó Maradona siempre apuntaba a aquello que no es criticable, es decir, la drogadicción, el alcoholismo… Y en cambio no fue tan cuestionado por otros aspectos que merecía.
—¿Cuáles?
—No podemos apartarnos de que era un machista. Y del dato de su paternidad tampoco. Él parece haber sido un padre maravilloso para Dalma y Gianinna, pero después dejó un tendal. No vamos a salir a festejar eso. Esa exhibición del machismo y la paternidad irresponsable sí tenía que ser criticada.
—¿Se puede ser feminista y amar a Maradona?
—Se puede ser feminista e igualmente amar a Diego, pero es muy costoso. Se puede, solamente a condición de no cancelar la crítica. No es que uno se lo perdona “porque”… “Te sigo amando, porque uno ama también a los que cometen errores, pero no te lo perdono”. No suspendo mi crítica.
—¿La muerte puede resignificar a Maradona entre sus detractores?
—No creo. Una regla de velatorio es: durante el velatorio no se habla mal del difunto. Esperemos 10 días y vamos a ver las barbaridades que dice Fernando Iglesias.
—¿Qué se fue con Maradona?
—Se fue un cuerpo que soportaba un enorme pasado. En realidad, lo que vimos de Maradona en los últimos 20 años de Maradona era qué decía eso en relación con el pasado. El pasado era lo que permanecía muy fuerte. Un ejemplo de esto fue su paso por Gimnasia, que no daba para hablar por lo que hacía su equipo, sino de los homenajes que recibía en casa estadio que visitaba. Su gesto en presente consistía en recordar el pasado.