A más de nueve meses de iniciado, el gobierno de Javier Milei presenta múltiples desafíos a toda la sociedad argentina, pero, en particular, jubilados, universitarios y trabajadores están en el ojo de la tormenta de las políticas del presidente. Los primeros parecen ser quienes más resisten a las políticas de ajuste, mientras que los segundos se preparan para una nueva marcha por la Universidad pública y, de momento, el conjunto de trabajadores aún no mostró su rechazo de manera explícita.
Para analizar a estos tres actores sociales en este presente, Marcelo Ramal, referente de Política Obrera, brindará una charla debate esta tarde (jueves 26 de septiembre) a las 18, en La Toma (Tucumán 1348). Antes de su arribo a Rosario, Ramal dialogó con El Ciudadano sobre estas cuestiones.
¿Cuál es el desafío que tienen jubilados, estudiantes y trabajadores en este presente de nuestro país?
El desafío es arribar a la comprensión, a través de la experiencia y la conciencia, de la catástrofe social y económica a la cual nos conduce el gobierno de Milei. Y obrar en consecuencia, es decir, pasar a la acción. Esa lucha, que ya está en curso, deberá superar también a los cómplices políticos y sindicales de Milei.
¿Qué expectativas tiene para la marcha universitaria del 2 de octubre?
La expectativa es de una movilización que envuelva a toda la juventud y a la docencia, e incluso que convoque a otros sectores agraviados por el gobierno de Milei, como son los jubilados. La experiencia del veto jubilatorio, precisamente, mostró las limitaciones del vacilante parlamento como canal de oposición al gobierno. La Universidad pública deberá ser rescatada a través de la movilización. Política Obrera está empeñada en esa tarea, en todo el país.
¿Hacia dónde va el gobierno? ¿Tiene un plan económico o es una operación de transferencia de recursos de los sectores más humildes a los más poderosos?
Efectivamente, el único “plan” del gobierno liberticida es proceder a una confiscación social sin precedentes, con el propósito de rescatar una deuda pública impagable. Por lo demás, las improvisaciones y virajes están a la orden del día. Prometían la dolarización y ahora celebran el “peso fuerte”. Se proclamaron antiestatistas y practican un estatismo furioso: tarifas multiplicadas por decreto, jubilaciones aplastadas por decreto, ajuste educativo y universitario por medio de la arbitrariedad estatal. Finalmente, fustigaban a todos los gobiernos por ser “defaulteadores seriales” de la deuda, y ahora acaban de anunciar el default libertario, con el decreto que los autoriza a reestructurar la deuda en cualquier condición y a como dé lugar.