“Yo pienso que me lo mataron”, dijo desde la puerta de Tribunales María Cristina, madre de un adolescente de 16 años que ya lleva más de cinco meses desaparecido y por lo que ayer familiares y amigos se movilizaron al Palacio de Justicia para reclamar celeridad al juez que investiga la causa. Walter Francisco Arriola, conocido como Quico, fue visto por última vez el 23 de marzo pasado cuando salió de la casa que una de sus hermanas tiene en barrio Tablada, donde se había alojado hacía pocos días tras ser baleado y amenazado de muerte en la zona sudoeste, donde vivía con su madre. Así lo señalaron sus familiares, que tras cortar varias calles aledañas al edificio de Pellegrini y Balcarce no consiguieron que las atendiera el juez Juan Carlos Vienna, pero sí la fiscal Ana Rabín.
La marcha de ayer se congregó a las 9 en bulevar Oroño y avenida Uriburu, en la zona sudoeste, y desde allí unas cincuenta personas se movilizaron hasta los Tribunales provinciales, donde fueron realizando cortes en las calles aledañas al Palacio de Justicia, mientras repartían volantes y exhibían carteles pidiendo por la aparición de Walter Arriola.
A más de cinco meses de la desaparición del chico, sus familiares dijeron estar desesperados y que ya no saben a dónde acudir. Y dijeron estar disconformes con el curso de la investigación: “No se hizo nada.La Justiciaestá dormida y quienes nos tienen que cuidar dudan de los hechos”, dijeron.
En tanto, voceros judiciales desmintieron esa versión y aseguraron que el expediente que investiga la desaparición del adolescente suma tres cuerpos, en los que figuran todas las medidas que se llevaron a cabo en los últimos meses. Entre ellas figura un análisis de ADN que se tomó a un familiar de Arriola para cotejarlo con restos óseos hallados en mayo en Villa Gobernador Gálvez, cuyos resultados todavía no se conocen.
Los voceros también indicaron que se investigó una hipótesis sugerida por los familiares del menor, pero que la misma no prosperó. Se trata de una sospecha que vincula la ausencia de Quico, como le dicen a Walter, con una pelea que había mantenido días antes de desaparecer con un vecino de su barrio de Lamadrid al 3700. “Se peleó a piñas con un pibe del barrio, Brian, y como le pegó, el tío de Brian le dio una 38 en la mano y le dijo que se haga respetar”, relató una de las manifestantes que continuó diciendo: “Brian no se animó a matarlo y lo baleó en las piernas, por eso pensamos que su tío lo mandó a matar”.
Luego de varias horas de reclamo y ante la negativa a ser recibidos de parte del juez de Instrucción 4ª, Juan Carlos Vienna –a cargo de la investigación–, la fiscal Ana Rabín atendió en su despacho durante poco más de una hora a un grupo de familiares del menor. Tras el encuentro, Manuela, una de las tías de Walter, expresó su conformidad con el cónclave y dijo: “Ahora nosotros depositamos nuestra confianza en la fiscal, que nos atendió y nos pidió un poco de tiempo”.
Manuela apuntó que ayer se enteraron que en el expediente figuraba un rastrillaje en el monte de Lamadrid entre Ovidio Lagos y bulevar Avellaneda. “No es posible que lo hayan hecho porque vivimos por ahí y nos hubiésemos enterado”, dijo la mujer, que consiguió un compromiso de la fiscal de que se vuelva a buscar en la zona, con la presencia de autoridades judiciales.
Walter Arriola desapareció la noche del miércoles 23 de marzo, cuando un desconocido lo pasó a buscar en una moto Yamaha Crypton color azul por la casa de su hermana, de Necochea al 3900. Nunca más lo vieron. Lo buscaron en hospitales, la morgue, en todas las comisarías de la ciudad e incluso fueron a pedirle ayuda al padre Ignacio, pero Walter sigue sin aparecer.