A Gerardo Ezequiel Escobar lo conocen como Pichón. Tiene 23 años, estudia, trabaja y vive con su familia en barrio Alvear. El jueves a la noche salió con un amigo y tras varios destinos entraron a La Tienda, un boliche céntrico donde fue visto por última vez.
Desde entonces no hay noticias suyas, excepto una pista telefónica que guió la investigación a un domicilio de zona oeste, que resultó ser la casa de uno de los patovicas del local nocturno de Tucumán al 1100. El lugar fue allanado pero el joven no estaba. Al borde de la desesperación, su mamá y amigos se concentraron ayer en el cruce de los bulevares Avellaneda y Seguí, junto a unas 200 personas que cortaron las cuatro calles para exigir la presencia del fiscal y la aparición con vida de Pichón.
Escuela
“Si Gerardo está bien mañana va a venir a clases. Lo vamos a esperar con los brazos abiertos”, dijo Ana, la maestra del muchacho rodeada de compañeros, que están cursando el último año de la primaria.
“Iba todas las mañanas a la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad de Rosario. Venía directo del trabajo. Gerardo es muy educado. Un buen alumno”, agregó su maestra, quien recordó que esta semana el joven hizo consultas para comenzar la secundaria el próximo año.
Aferrada a una fotocopia donde se ve a Pichón sonriente, Norma, de 53, dice que sólo quiere que vuelva su hijo. “Es un dulce, un chico bueno, familiero. Vive conmigo, con mi hija y tres nietitos. Siempre que salió volvió el mismo día”.
La Tienda
Según relató ayer Maxi, amigo y uno de los organizadores de la movilización, el jueves a la noche Pichón salió con Tony, un amigo que no es de Rosario. Fueron al casino, luego a un cantobar céntrico y alrededor de las 4.30 del viernes, entraron a La Tienda, un after ubicado en Tucumán 1119. Una hora más tarde, su amigo lo perdió de vista y salió a la puerta a ver si lo veía. Ahí, Cristian V., patovica del lugar de 36 años, le dijo que lo había visto salir y caminar entre los autos. Pero Tony pese a buscarlo no lo encontró y se fue a su casa. Como no aparecía, Maxi contó que rastrearon su celular con un software que lo ubicó en un domicilio preciso, en inmediaciones de Vera Mújica y Uruguay. Con ese dato se presentaron en la seccional 18a y arribaron al lugar acompañados del comisario, pero en la zona nadie dijo haber visto a Pichón.
Más tarde, ante la preocupación de su familia y amigos, Tony les mandó un mensaje sugiriéndoles que vayan a la casa de Cristian, el patovica que lo vio por última vez, y les envió la dirección. La sorpresa llegó cuando vieron que el domicilio coincidía con el último movimiento del celular del joven buscado, y el fiscal Lucas Altare ordenó a la Policía de Investigaciones Rosario (PDI) allanar el domicilio del empleado de seguridad y los dos contiguos. En total secuestraron dos chalecos similares a los de la Policía y seis celulares que se enviaron a peritar. Pero del joven ninguna pista. El patovica estuvo demorado menos de 24 horas y recuperó la libertad.
Reclamo
En la concentración de ayer, primos, vecinos, amigos del barrio y de la escuela, compañeros de Parques y Paseos coincidían en que Gerardo era humilde, trabajador y respetuoso. Le gustaba jugar, ir al casino, su única debilidad, admitieron, pero jamás había robado ni nada parecido.
Sin embargo, si Gerardo no aparece, sus allegados convocaron a una movilización para hoy, en la puerta del Ministerio Público de la Acusación, a la espera de que el fiscal de la causa los atienda.