Opinión

Crónicas del caos N° 36

Marchas en el día del trabajo bajo la sombra de las IA: ¿acaso podría ser peor?

Este 1° de mayo, en virtud de la conmemoración del Día del Trabajador, las manifestaciones se multiplicaron en diversos puntos del planeta con una intensidad que no se veía desde antes de la pandemia. Sin embargo, “todo puede empeorar” debido al nuevo competidor que ya está entre nosotros: la IA


Por: Elisa Bearzotti / El Ciudadano 

Al final, el frío se hizo presente con su secuela de catarros, resfriados continuos y hojas que caen cual persistente lluvia de ocres. En estos días, debo hacer gala de paciencia y, sin pensarlo demasiado, ponerme a recoger aquellas que el viento desparrama en la vereda. Mientras el follaje seco cruje debajo de mis pies me detengo a recordar otros otoños, cuando esperaba que el sol calentara un poco más para adentrarme en la monótona tarea, excusa necesaria para llevar algo de aire al encierro pandémico. Si, ayer ansiaba lo que hoy deploro, y no puedo dejar de sonreír ante el clásico dicho popular que, en un curioso giro de optimismo suicida, ante una situación infructuosa asegura: “podría ser peor”. Así parece indicarlo mucho de lo ocurrido esta semana en la aldea global, sobre todo las masivas marchas realizadas en Francia –y replicadas en varios puntos del planeta- conmemorando el Día del Trabajador.  

La festividad -creada en memoria de los hechos acaecidos en Chicago en 1886, cuando 200.000 trabajadores iniciaron una revuelta pidiendo por una jornada laboral de 8 horas y fueron reprimidos violentamente- no ha dejado de sumar reclamos a lo largo de los siglos. Este año, en virtud de una nueva conmemoración de la fecha, cientos de miles de personas tomaron las calles de Paris y otras ciudades francesas para exigir la derogación de la reforma jubilatoria, dejando un saldo de más de 200 manifestantes detenidos y casi 50 policías heridos. De acuerdo a la CGT francesa, se movilizaron 2,3 millones de personas en toda Francia para participar de más de 300 marchas, incluyendo 550.000 manifestantes parisinos que apuntaron sus dardos contra Macrón y su controvertida decisión de extender la edad jubilatoria a 64 años y llevar la cantidad de aportes obligatorios a 43 años. La medida, que los sindicatos consideran completamente “injusta” dado que castiga a las mujeres que interrumpieron su carrera para cuidar de los hijos y también a quienes empezaron a trabajar muy jóvenes, no ha parado de cosechar críticas desde su anuncio, sin que ello modificara en nada la decisión presidencial que, incluso, se ha llevado puesta a la Asamblea legislativa. 

En un sentido similar, las manifestaciones se multiplicaron en diversos puntos del planeta con una intensidad que no se veía desde antes de la pandemia de coronavirus. En Corea del Sur y Japón, por ejemplo, la gente se movilizó para exigir mejores salarios, mientras que en España -entre muchas otras consignas que expresaron frustraciones vinculadas al modo de consumo y producción actual- los trabajadores advirtieron sobre un inminente “conflicto social” si los salarios del país (bajos para el promedio de la Unión Europea) no subían en línea con la inflación. La marcha central en Madrid reunió a miles de personas bajo el lema “subir salarios, bajar precios, repartir beneficios”, según informó la agencia de noticias Europa Press. En Francia, activistas climáticos pintaron con aerosol la fachada del museo Louis Vuitton de París, y en Alemania se manifestaron contra la violencia a las mujeres y las personas LGBTQ+. En Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, aprovechó el acto junto a las centrales sindicales del país para volver a criticar al Banco Central por la tasa de interés, que estima demasiado alta y a la que asoció con el desempleo, luego de haber anunciado un reajuste del salario mínimo y exenciones impositivas para trabajadores. En tanto, en el Reino Unido, donde la inflación supera el 10%, las enfermeras y enfermeros británicos aprovecharon la fecha para iniciar una huelga de 28 horas exigiendo aumentos salariales, un paro que afecta a muchos servicios en los hospitales, incluyendo, por primera vez, los de cuidados intensivos y oncológicos.  

Sin embargo, si bien el horizonte laboral no se presenta demasiado prometedor en ninguna parte del planeta, tal como decíamos al inicio de esta crónica, “todo puede empeorar” debido al nuevo competidor que ya está entre nosotros: la inteligencia artificial. Tal como se viene anunciando, el desarrollo de la IA haría innecesaria la presencia humana en muchas de las tareas actuales, poniendo en jaque a todo el sistema laboral. En ese sentido, vale la pena destacar el reciente anuncio del ex vicepresidente de Google Geoffrey Hinton, quien ha decidido abandonar el gigante tecnológico para advertir al mundo del “riesgo existencial” que suponen los sistemas de IA para los humanos. El científico británico-canadiense, de 75 años, escribió en Twitter que renunciaba, después de 10 años de trabajo, “para poder hablar sobre los peligros de la IA sin tener en cuenta cómo afecta esto a Google”. Según lo publicado por el Washington Post, Hinton advirtió que “los sistemas digitales tienen muchas copias del mismo modelo del mundo. Todas estas copias pueden aprender por separado, pero comparten sus conocimientos al instante. Es como si hubiera 10.000 personas y cada vez que una aprende algo, todas lo saben automáticamente. Así es como estos chatbots pueden saber mucho más que cualquier persona”. En otra entrevista, Hinton declaró al diario The New York Times que la posibilidad de que la IA supere a la inteligencia humana se estaba haciendo realidad más rápido de lo que él había previsto. “Pensaba que faltaban entre 30 y 50 años, o incluso más. Obviamente, ya no lo creo”, afirmó. Más allá del posible riesgo de manipulación por parte de gobiernos o empresas, otra preocupación inmediata del científico es el peligro de que imágenes, videos y textos falsos hagan que la mayoría de la gente “ya no sepa lo que es verdad”. 

Sin dudas, estamos vislumbrando el amanecer de un nuevo mundo. En el distópico planeta que se avecina, quizás las próximas marchas para conmemorar el día del trabajo se nutran de reclamos exigiendo mayores controles sobre los bots que organizan las actividades diarias, quedando las grandes decisiones en manos de súper racionales y certeras mentes robóticas mientras el ser humano se dedica sólo a tareas menores… O quizás el desarrollo tecnológico sirva para construir un mundo eficiente y más justo, sin desperdicios alimentarios por un lado ni muertos de hambre por el otro, sin necesidad de hacinarse en botes inflables para cruzar el océano mientras las estrellas del momento pasean sus estrambóticos y carísimos vestidos por la alfombra roja, sin tantas muertes crueles e innecesarias, sin tanta gente narcotizada deambulando cual zombies sin destino, sin tantas sombras tapando el horizonte, sin tantas hojas caídas arrastradas por el incierto viento del futuro, un mundo con más sol y menos guerra, un mundo donde el trabajo de los buenos sea valorado y tenga una justa recompensa.

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