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Marchas y contramarchas: “Primero la patria”, capítulo II

“Esta es una movilización variopinta que muestra las realidades de dos sectores bien delimitados de nuestra vida económica y social. Por un lado los trabajadores integrados con derechos que tienen problemas, pero fundamentalmente vinculados a la pérdida del poder adquisitivo por la inflación. Y por otro el de la economía popular, que tiene un océano de problemas que ni siquiera pueden aspirar a empardarle a la inflación”, apuntó el diputado nacional y dirigente del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli.

Y la referencia, claro está, es a la multitudinaria movilización del pasado miércoles 17 de agosto. La reflexión expone, de algún modo, no sólo lo que piensa Toniolli sino que traza una pintura de lo que sucedió en dicha movilización. Es que en realidad no fue una movilización, fueron varias en un mismo envase, en una misma puesta en escena.

El marco lo puso la Confederación General del Trabajo (CGT) con la convocatoria; harto difusa y los actores (y los intereses) eran bien distintos.

Repasemos haciendo un recorrido descriptivo de cómo se juntaron las piezas.

“Si nos toca perder que sea en la calle”

La CGT convocó casi con un mes de antelación a una movilización “contra nadie” pero tampoco “a favor de nadie”, o al menos los planteos eran por demás difusos, pero el contexto de tensión imponía alguna “medida acción directa”. La pregunta, casi en tono de sorna, era (y es) por qué había una actitud tan poco sólida a la hora de la convocatoria. Lo primero que hay que mencionar es que la CGT funciona bajo el mando de tres triunviros: Carlos Acuña (Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicios), Héctor Ricardo Daer (Sanidad) y Pablo Moyano (Camioneros). Los tres con pasados distintos recorriendo presentes distintos.

Una explicación posible es que no había acuerdo para la convocatoria a una movilización, pero el contexto impuso una acción instrumental. La fuga hacia adelante se puede explicar para tener tiempo de  limar asperezas y acordar o eventualmente para levantar la convocatoria. Algo de eso pasó. Cuando Sergio Tomás Massa asumió como ministro de Economía, desde el sector de Acuña plantearon que tal vez habría que esperar “señales” del ejecutivo nacional antes de tomar decisiones. Mientras Daer, al mismo tiempo que dudaba era más proclive a realizar la marcha.

En ese contexto el titular de la bancaria, diputado nacional y referente de la Corriente Federal Sindical en la CGT, Sergio Omar Palazzo, acicateó: “Es vital que el movimiento obrero recupere las calles, exprese su mirada sobre el momento actual y enfrente a los grupos concentrados de la economía que son los que desestabilizan la democracia”.

Mucho antes que Pablo Moyano tomara la palabra de Palazzo para torcer la duda de Daer, emergió otro actor clave: Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores y también diputado nacional. Es que el viernes 12 de agosto se realizó un muy importante Plenario de la Militancia Sindical y Social. El detalle trascendente es que, si bien motorizado por la CTAT, fue organizado en conjunto con el Movimiento Sindical Rosarino (MSR).

Por primera vez, pos pandemia, se discutían que a las carencias y las demandas del pueblo había que acompañarlas con “un salto cualitativo” de militancia. “Y si nos toca perder que sea en la calle”, se escuchó decir a los más de 20 oradores del Plenario.

El hecho no pasó desapercibido. A escala nacional Pablo Moyano tomo la palabra y ratifico la movilización. El resultado fue una monumental marcha (dicen más de 500 mil personas) pero con las limitaciones del caso: sin oradores ni palco y con una consigna tan amplia como imposible de resistir: “Primero la Patria”. Sin embargo, Moyano no se privó de su propio acto en un camión a modo de escenario: “Si el gobierno nacional tiene la decisión de  enfrentar a los poderosos, en eso lo vamos a acompañar”, dijo.

Si bien en el horizonte de la CGT no aparece alguna otra “medida de acción directa”, lo concreto es que ayer hubo otro escalón de la misma pelea de fondo.

En efecto, el gobierno nacional convocó al Consejo del Salario donde se encontraron los empresarios y centrales obreras donde se discutió aumento del salario Mínimo Vital y Móvil, que también regula asignaciones de Desarrollo Social. El encuentro fue virtual. Gremialistas y empresarios acordaron una actualización del salario mínimo, vital y móvil del 21% en tres tramos de 7% para el trimestre septiembre-noviembre, con cláusula de revisión del acuerdo ese último mes, por lo que ese haber será de 51.200 pesos en septiembre, de 54.550 en octubre y de 57.900 pesos en noviembre. Lo confirmaron fuentes gremiales, que aclararon que el nuevo valor fue respaldado por la CGT, que la CTA se abstuvo y que la CTA Autónoma rechazó con su voto la propuesta.

Las partes deliberaron en la sesión plenaria del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil para determinar la actualización del ingreso y de las prestaciones mínima y máxima por desempleo, con la participación de dirigentes de la CGT, de ambas CTA (Autónoma y de los Trabajadores) y de la UTEP; de las cámaras empresarias UIA, CAME, Adeba, Bolsa de Comercio, Coninagro, Fauppa y funcionarios de Economía. La plenaria comenzó antes de las 19 y, en poco menos de una hora, fijó el nuevo ingreso con 30 votos positivos, una abstención y el rechazo de la CTA Autónoma, luego de que durante varias horas deliberaron las Comisiones Técnica y del Salario Mínimo.

“El salario ha muerto”

Desde la CTAT proponían que el salario Mínimo Vital y Móvil termine por arriba de la inflación, es decir, que el aumento debe rondar el 90 por ciento, que es el índice anual estimado. Por su parte el gobierno nacional hizo saber que “llegamos a esta discusión como se llega en todas las paritarias: con el objetivo de que los salarios no pierdan ante la inflación y le ganen. Es lo que se viene haciendo en el último tiempo y, como ese es el objetivo, permitimos que las paritarias se reabran las veces que sea necesario”.

En aquella reunión de marzo se había acordado que el salario mínimo llegaría a fin de año a los 47.850 pesos. Sin embargo, luego del adelanto de varios aumentos por la elevada inflación, la última actualización del salario mínimo se realizó en mayo, cuando se estableció un haber de $45.540 a partir del 1 de junio y de $47.850 desde el 1 de agosto.

Para el dirigente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, “tiene que haber un paro general para que ningún trabajador quede debajo de la línea de pobreza y que el salario mínimo alcance para la canasta básica».  Algo ya mostraron. El mediodía del viernes organizaron un cortejo fúnebre para el salario. El “entierro” será hoy en el Ministerio de Trabajo, dicen. Todo empezó con un aviso fúnebre publicado en un matutino porteño. La publicación, que recuerda a “Vital, Mínimo S.” y expresa el pesar de trabajadores y familiares. Y continuó con una movilización de organizaciones que, con coronas y flores, realizaron un cortejo fúnebre en Plaza de Mayo a modo de protesta. “

El salario ha muerto. Los trabajadores de las organizaciones sociales, cooperativistas, precarizados, despedimos sus restos en Plaza de Mayo”, decía la convocatoria del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), fracciones del MTD Aníbal Verón y del Frente Popular Darío Santillán, MRP Resistencia Popular y MTR por la Democracia Directa.

En tanto, la CGT y la CTAT, esperan una reunión con el ministro de Economía para debatir acerca de la propuesta del gobierno de entregar un bono o suma fija a los trabajadores que cobran entre 50 y 150 mil pesos. Massa dijo que los iba a recibir, pero ese encuentro oficial no ocurrió.

Como siempre, habrá que estar atentos a las movidas de los distintos actores y actoras (la ausencia de mujeres en la discusión es notoria). Da la sensación que comienza otra etapa no exenta de marchas y contramarchas. Por lo pronto hoy se inaugura el segundo capítulo de “Primero la Patria”.

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