Un día después de que la comisión bicameral especial del Congreso le entregara el consejo –favorable, pero con dictámenes diferenciados– a la remoción del titular del Banco Central, la presidenta Cristina Fernández emitió el nuevo decreto de la expulsión de Martín Redrado con duros argumentos: por “incurrir en mala conducta e incumplimiento de los deberes de funcionario público”, casi el mismo texto del decreto de necesidad y urgencia fallido con el que originalmente se buscó su alejamiento. La jefa del Estado designó como nueva cabeza en el directorio de la entidad monetaria a Mercedes Marcó Del Pont, quien hasta ahora se desempeñaba al frente del Banco Nación. Se trata de una economista de 50 años, larga trayectoria de prédica antiliberal y sobrina del fallecido pope del desarrollismo, Rogelio Frigerio.
El capítulo Redrado terminó así de cerrarse después de un extenso derrotero de casi un mes de idas y vueltas en gran medida derivado de los errores jurídicos cometidos por el gobierno para desplazar al funcionario que se había opuesto al Fondo del Bicentenario, el nudo del conflicto. La puesta en marcha de este instrumento –integrado por reservas de libre disponibilidad del Central y destinado al pago de deuda pública– queda ahora en manos del Congreso, que deberá avalar o rechazar el decreto de necesidad y urgencia que lo creó. Y para eso, la Casa Rosada ya comenzó a tejer alianzas y sumar voluntades (ver página 10).
Pero ayer Cristina aprovechó para comenzar a corregir los errores cometidos: junto con el desplazamiento del funcionario díscolo anunció la creación del llamado Consejo Económico, que integrado por miembros del directorio del Central y del Ministerio de Economía tendrá por objetivo articular los movimientos de la autoridad monetaria con los del gobierno –”al estilo del que existe en Brasil o en Chile”, dijo la presidenta– para contrarrestar la “autonomía” de la entidad en la que se apoyó Redrado para contrariar las iniciativas oficiales. De hecho, la flamante titular del Central es una dura cuestionadora de esa “autonomía” de corte neoliberal entre las políticas monetarias y los objetivos económicos generales del Ejecutivo (ver aparte).
En reemplazo de Marcó Del Pont, la presidenta designó al frente del Banco Nación al mendocino Juan Carlos Fábrega, actual gerente general de la entidad, amigo del ex presidente Néstor Kirchner desde los tiempos de sus gobernaciones en Santa Cruz y cercano al ministro de Planificación, Julio De Vido (ver aparte).
“He firmado hoy el decreto 189 que reemplaza al número 18 (el DNU de fallido trámite) y que confirma la remoción del presidente del Banco Central, pero que en realidad les diría que, entre la decisión adoptada el 7 de enero y ahora, ha transcurrido casi un mes y el resultado es exactamente el mismo”, dijo la jefa del Estado durante la conferencia de prensa brindada en la Casa de Gobierno.
Y amén de las críticas a la oposición por judicializar la pelea política, Cristina deslizó una suerte de tenue autocrítica respecto del atolladero generado alrededor de la decisión de echar a Redrado: admitió que la discusión política y judicial generada derivó en un “desgaste institucional” que le hizo “mal al país, incluso en su imagen en el exterior”.
Ahora, el Congreso deberá refrendar la designación de Marcó Del Pont, pero aquí no se prevén sorpresas. Por lo pronto, el nombramiento de la economista mereció el visto bueno de la Asociación Bancaria. El secretario de prensa del gremio, Eduardo Berrozpe, calificó como “sumamente acertada” esa decisión. Y calificó a la flamante directora del Central como “una economista que se destacó por tener un importante compromiso con el esquema económico nacional y que dio testimonio de ese compromiso con una economía al servicio del pueblo”. Algo que difícilmente podría caberle a Redrado, el “golden boy” designado por Néstor Kirchner en 2004.
Al frente del Nación, un viejo amigo de Néstor
El hasta ayer gerente general del Nación, el mendocino Juan Carlos Fábrega, será quien reemplace a Mercedes Marcó del Pont.
Fábrega es un hombre de relación estrecha con Néstor Kirchner, de quien fue compañero de estudios. El ahora presidente del banco es personal de carrera y trabajó en la sucursal del Banco Nación en Río Gallegos cuando Kirchner era gobernador.
Nacido en Mendoza hace casi 61 años, dueño de una bodega, Fábrega se trasladó a los 15 junto a su familia a Río Gallegos, Santa Cruz. No fue por elección: su padre era militar y fue enviado a principios de los 60 a la provincia patagónica, a la misma ciudad donde vivía Kirchner.
Fue en Río Gallegos donde Fábrega tuvo su primer y único empleo, cuando ingresó como auxiliar en el Banco Nación a los 18 años (en noviembre de ese año, recibió una medalla por su trayectoria).
Se casó y tuvo tres hijos. Su primer trabajo en Mendoza fue en la sucursal Maipú del Nación y ahí comenzó una carrera que no conoció de fronteras: llegó, entre tantos destinos, a las sucursales de Tierra del Fuego, Santiago de Chile, Montevideo (Uruguay). Sólo paró en su itinerario dos años para hacerse cargo de la gerencia comercial de la AFJP Nación, que dependía de la entidad financiera.
La ex ministra de Economía Felisa Miceli, que en ese momento era presidenta del Nación por decisión de Roberto Lavagna, ascendió a Fábrega al cargo que aún mantiene pese al cambio de presidente y de varios ministros.