Las elecciones regionales del domingo pasado en Venezuela no sólo dejaron a la vista que la máquina del chavismo se quedó con 20 de las 23 gobernaciones; que el oponente de Hugo Chávez en las presidenciales de octubre, Henrique Capriles Radonski, sigue en carrera al resultar reelecto para el estado Miranda y que la oposición, además, consiguió hacer pie en Lara (oeste) y Amazonas (sur).
Una mirada más detenida sobre el nuevo mapa político, teñido de rojo, permite ver que la actual cuadrícula bolivariana tiene mucho de una estrategia militar de contingencia bélica. Y que ese esquema, que se anticiparía a una transición sin Chávez en Miraflores, tiene bastante del actual sistema de gobierno de los hermanos Castro en Cuba.
No hay que escarbar demasiado para encontrar la “clave” militar. De los 23 gobernadores electos y reelectos, 11 son militares y, de ellos, dos son ex ministros de Defensa; uno, ex presidente de la Asamblea Nacional; otro, ex vicepresidente de la República; y otro, ex canciller.
“Es más, dos de ellos son ex generales en jefe con mando de tropa, como Henry Rangel Silva, que ganó en el estado Trujillo con 62 puntos de ventaja; o Carlos Mata Figueroa, triunfador en Nueva Esparta”, dijo a este diario Alfredo Maldonado, editor de Analítica Venezuela.
Otro Rangel, el ex general Francisco Rangel Gómez, se consagró por tercera vez gobernador del sureño estado Bolívar con un resultado ajustadísimo: a menos de un punto de diferencia con el opositor Andrés Velásquez, que reclama aún la impugnación de la votación.
“El PSUV nunca va a entregar esa gobernación”, dijo a esta cronista, desde Caracas, el analista y encuestador Jesús Seguías (Datacorp). “Bolívar es un estado clave: tiene radicadas allí a las industrias básicas del acero, hierro y aluminio (Sidor, entre ellas), y las represas hidroeléctricas que abastecen a toda Venezuela, pero además geográficamente es inentregable, por ser fronterizo con Brasil, Guayana y Colombia”, añadió.
El esquema de 11 gobernaciones “verde-oliva” se correspondería –y complementaría– con la unción de Nicolás Maduro como sucesor de Chávez. Maduro, hasta hace pocos días canciller, carece de perfil militar. Y de injerencia entre los uniformados.
Sí, en cambio, la tiene Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Legislativa, ex militar, y “eterno” postulante en la sucesión chavista, que no pudo calificar esta vez ni para la línea de largada. “Cabello no tiene astro político y peca de exceso de pragmatismo”, dice Seguías. Por eso, para esta etapa de transición Chávez habría optado por un “componedor” político, con algún manejo diplomático como Maduro, apuntalado a su vez por los gobernadores de extracción militar.
Lo de la gobernabilidad no es sólo el imponderable más peligroso para el caso de que se prolongue el tratamiento anticáncer de Hugo Chávez en Cuba –y no asuma la presidencia el próximo 10 de enero y se llame a nuevas elecciones–. La gobernabilidad también podría afectar al mismo Chávez, si retornase a Miraflores repuesto y gozando de excelente salud. Baste mirar esta cifra: un 46,06 por ciento. Es la abstención registrada en las elecciones del domingo pasado –en el proceso regional anterior fue del 35 por ciento–. “Significa que hay un porcentaje importante de personas, casi la mitad, que no tiene misiones que agradecer ni viviendas populares construidas aceleradamente que esperar del chavismo”, explica Alfredo Maldonado.
Los analistas además indican que otro factor desestabilizante se agregará sin duda en 2013. Es la crisis económica ya perfilada después de un año de gastos excesivos en campaña electoral. Y allí es donde, según el investigador y encuestador Jesús Seguías, aparecería el esquema de conducción copiado de Cuba. “Nicolás Maduro no tiene el liderazgo necesario para cohesionar al chavismo en momentos de crisis”, dice. “Por eso, no debería descartarse que Hugo Chávez, si se repone de su última intervención quirúrgica, regresase a Venezuela para instalarse en el estado Barinas” –donde nació y donde ganó la gobernación su hermano Adán–. Desde allí, desde el oráculo de Barinas, Hugo podría retener la conducción espiritual. “Tal como hoy sucede en Cuba con la conducción de Raúl Castro, que tiene el aval y guiño de Fidel”, agrega.
Falta un último factor o ingrediente: la oportunidad temporal. A menos de tres semanas de la toma de posesión para el nuevo mandato presidencial, y con el reloj del cáncer que corre incierto y a destiempo, el chavismo ya bajó los flaps para aterrizar en la próxima elección. Y no es la de alcaldes, prevista para el 14 de abril, sino hoy por hoy la cada vez más probable nueva votación presidencial. “Sería para febrero o marzo: cuanto antes, el chavismo debe aprovechar el impacto de su triunfo electoral en 20 gobernaciones”, termina Seguías.