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Marguerite Duras y la utopía

Las narraciones y realizaciones cinematográficas de la intelectual interrogan la condición humana con sensibilidad e implacable lucidez, evidenciando las contradicciones de la existencia y desmontando simulacros e imposturas.

Enlazar con singular talento palabras hechas novelas, relatos, elaborar guiones cinematográficos, dirigir películas para ensamblar imágenes y palabras. Todo esto y mucho más llevó adelante a lo largo de su vida Marguerite Duras, quien nunca renunció a la utopía socialista de un mundo sin opresión ni humillaciones. La indispensable tarea de bregar por la libertad al margen de los poderes establecidos.

En una entrevista televisiva que concedió en España, al periodista Joaquín Soler Serrano, Duras se ocupó de señalar la trágica paradoja de revoluciones como la de Rusia de 1917 y la China de inspiración socialista devinieron en tenebrosos regímenes opresivos conducidos por individuos siniestros. En tanto: el capitalismo explícito de EE.UU. y de las potencias europeas continuaba su expansión imperial neocolonial en Asia, África y Latinoamérica con medios variados: económicos, políticos, culturales y sobre todo militares.

Consideraba por lo tanto necesario reivindicar las banderas de rebeliones como el Mayo Francés de 1968, orientadas a la emancipación integral de los cuerpos y las mentes bombardeadas por la propaganda y el sistema del consumismo y la banalidad.

Esbozo biográfico

Marguerite Duras es el seudónimo que eligió Marguerite Germaine Marie Donnadieu, nacida el 4 de abril de 1914 en Gia Dinh en los suburbios cercanos a Saigón, actual ciudad Ho Chi Minh (Vietnam). Sus períodos de infante y adolescente transcurrieron junto a su madre en la Indochina Francesa, como se denominaba a ese territorio por entonces.

Las experiencias vividas allí fueron de gran influencia para el resto de sus días e inspiraron muchas de sus obras y se reflejan en ellas.

En el año 1932 viajó a Francia y estudió las carreras de Derecho, Matemáticas y Ciencias Políticas. Trabajó como secretaria en el Ministerio de Colonias entre los años 1935 y 1941.

En 1939 se unió afectivamente al escritor antifascista Robert Antelme, engendraron un hijo que murió en 1942. En esa etapa conoció a Dionys Mascolo, a quien se unió.

Durante la Segunda Guerra Mundial, junto a su compañero de vida participó de la Resistencia Francesa contra la ocupación nazi. Como reseña una biografía de Duras, “su grupo cayó tras una emboscada, y Marguerite logró escapar ayudada por el socialista François Mitterrand, pero Robert Antelme fue apresado y enviado a un campo de concentración el 1º de junio de 1944”.

Uno de sus biógrafos señala que “en 1945, pese a su deseo de divorciarse, Marguerite Duras, cuando Robert regresó en penosas condiciones del campo de Dachau, se quedó con él para cuidarlo, hecho que relatará en su novela tardía El dolor (La douleur).

No obstante, hay que tener ciertas reservas respecto a la veracidad completa de su relato, pues se trata de “su verdad”. Se divorció en 1946 de Antelme, durante un tiempo militó en el Partido Comunista Francés del cual fue expulsada en 1955.

¿Una vida novelesca?

El interrogante es pertinente porque al decir de un crítico: “La propia vida de la escritora es una novela sobre la que ella ha escrito incesantemente. La destrucción, el amor, la alienación social, son palabras clave en la vida de Marguerite Duras que se detectan en toda su obra. Una historia tormentosa, de soledad y escritura, de palabras y de silencios, de deseos fulgurantes también. Un personaje ineludible, en la vida de Marguerite Duras: su madre. El desamor maternal marcó toda su vida e hizo de ella un personaje controvertido en el que se entremezclaban las exigencias del corazón y los caprichos del cuerpo; impetuosa y obstinada, tuvo tantos detractores como seguidores de sus obras”.

La obra literaria de Marguerite Duras se compone de unas cuarenta novelas y doce de piezas de teatro. Su trayectoria dramática fue reconocida en 1983 por la Academia Francesa con el Gran Premio del Teatro. Marguerite Duras escribió el guión de la película Hiroshima, mon amour, dirigida por Alain Resnais en 1958.

Dirigió varias películas, entre ellas India Song, y Los niños. El primero, de 1975, es uno de los films fundamentales de Marguerite Duras, allí lleva hasta el límite lo que han sido cuestiones centrales en su devenir creativo: el amor, la tragedia de la pérdida y la recuperación de la memoria.

Las historias de amor y desamor que pueblan las narraciones de Marguerite Duras y sus realizaciones cinematográficas interrogan la condición humana con sensibilidad e implacable lucidez, evidenciando las contradicciones de la existencia y desmontando simulacros e imposturas.

Su vida se apagó en París a causa de un cáncer de esófago el 3 de marzo de 1996. Sus obras perviven y aun nos interpelan. Nos hacen reflexionar y también vibrar.

Obra literaria y cinematográfica

Las novelas iniciales de Marguerite Duras son Les impudents en 1943 y La vie tranquille en 1944, y según los críticos: “reflejan cierta influencia narrativa anglosajon, después evolucionó hacia las formas del nouveau roman, así en L’après-midi de M. Andesmas, de 1960”. Si bien comenzó a cobrar notoriedad con la publicación de una novela autobiográfica, titulada Un dique contra el Pacífico en 1950, que evoca sus recuerdos infantiles, “las obras posteriores ponen de relieve, en relatos cortos, la angustia y el deseo de los personajes que intentan escapar de la soledad. Las novelas más destacadas de Marguerite Duras son Le ravissement de Lol Stein, en 1964; Le Vice-cónsul en 1966; L’Amante Anglaise, en 1967; Détruire, dit-elle, en 1969; L’Amour, en 1971; y el texto India Song, de 1973, que retoma historias de personajes de Le Vice-cónsul y que ella misma llevó con excepcional talento a la pantalla de cine.

De hecho El Vicecónsul constituye un hito en la obra de Marguerite Duras, en su magnífico libro Escribir encontramos múltiples y reflexiones sobre los tópicos allí desplegados. Para Duras escribir es tan indispensable como respirar el aire y gozar del sol cada mañana de nuestras vidas.

Como se reseña en un ensayo: “Con El amante de 1984 obtuvo el Premio Goncourt. Es una novela más accesible (y seguramente no la mejor de ellas) pero que alcanzó un éxito mundial, con más de tres millones de ejemplares, y fue traducida a cuarenta idiomas. Retoma ahí un recuerdo de adolescencia y lo elabora de manera novelesca. Lo volvió a tomar muy bien en L’Amant de la Chine du Nord, de 1991.”

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