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María Cristina Márquez, militante, trabajadora, bailarina y de alegría contagiosa 

La historia de una de las víctimas de la Masacre de los Surgentes, ocurrida durante la última dictadura militar en la provincia de Córdoba. Márquez tenía 25 años cuando la secuestraron en Rosario. Cursó la secundaria en el ex Liceo de Señoritas, cuyo centro de estudiantes la recuerda cada año

Por Ariana Rocha *

María Cristina Márquez fue una estudiante del ex Liceo de Señoritas, hoy Bernardino Rivadavia, era militante y trabajadora. Supe de ella porque voy al mismo colegio y nos contaron su historia en un acto por el 24 de marzo. Cuando me puse a investigar sobre su vida, sentí una conexión muy especial por dos cosas muy importantes: primero, las dos recorrimos los mismos pasillos y los mismos salones; segundo, las dos amamos a los niños y nos dedicamos a ellos con un gran amor y paciencia. El 2 de octubre de 1976 la secuestró la dictadura militar.

Todos los años los estudiantes de la Escuela 432 Bernardino Rivadavia la recordamos con distintos actos, también por medio de intervenciones en baldosas y murales. Incluso el centro de estudiantes lleva su nombre:  “La Márquez”. Casi todos los años Marcelo Márquez, su hermano, va a la escuela a dar una charla en la que cuenta cómo era ella, qué era conocida por tener una alegría muy contagiosa, por su militancia y, sobre todo, por su gran generosidad.

 “Tina”, como la llamaban, militaba en la Juventud Peronista (JP), alfabetizaba en Villa Banana —en la zona oeste de Rosario—  ayudaba a los jóvenes a hacer sus tareas escolares, donaba juguetes para niños y también frazadas y alimentos, Además, trabajaba en el Swift. 

Por su militancia se encontraba en diferentes lugares, por ejemplo trabajó en una “chocolateadas” para los pibes de barrio Bella Vista Oeste, ofreciendo meriendas y haciéndolos jugar de manera incansable, con una energía única y un gran amor por las infancias. 

María Cristina era la hija del medio, su hermana mayor es Graciela y su hermano menor es Marcelo. Sus padres se llamaban Héctor y Ana. Nació el 25 de diciembre de 1954, en Navidad.  Hizo la primaria en una escuela pública de barrio Agote, la N- 77 Pedro Goyena. Le gustaba hacer natación en el Club Rosario Estudiantil. Era muy buena nadando, en especial disfrutaba del estilo Mariposa. 

Sus padres la definían como una “rebelde dulce”. “Recuerdo algunas peleas, varias con mi papá, pero pasaban porque la ternura estaba siempre presente”, cuenta Marcelo que siempre recuerda a su hermana como “una chica alucinante, a quien le gustaba la música, que cantaba, bailaba, y se reía en casas con sus amigos y amigas”. 

Un trabajo que cambió la escuela

Micaela actualmente es ex estudiante de la Bernardino Rivadavia, cuando estaba en quinto año le pidieron hacer un trabajo que iba a marcar un cambio para la escuela. 

“En el  2018 se inició la búsqueda para saber si había algún desaparecido en la escuela Rivadavia. Cuando empezó la investigación supe del trabajo barrial que María Cristina hacía y que laburaba con chicos. Siempre es fácil hablar, lo difícil es ir a los barrios, donde la gente necesita”, dice Micaela, quien no deja pasar por alto el hecho irónico de que a Maria Cristina la hallaron asesinada un 17 de octubre, “justo el Día de la Lealtad”. 

Otra compañera de su curso, que también se llama Micaela, se presenta como una de esas chicas que nunca le prestó atención a la militancia, menos a la historia argentina. La investigación que llevaron adelante las dos les cambió la perspectiva. Al principio tomó la propuesta del profesor “como algo más que se plantea y después queda en la nada”. Esta vez no fue así: “Fue emocionante porque al principio era como una competencia, para ver quién encontraba primero un dato y después, cuando lo encontrábamos, nos chocó la realidad”, contaron.

 Les sorprendió saber que María Cristina trabajaba sin que le importaran las etiquetas y solo pensando en los demás. “Es algo que yo valoro muchísimo, es increíble”, dice una de las jóvenes. También les gustó conocer que tenía sueños y era rebelde como cualquier joven enamorada. “Me acuerdo una anécdota que contó el hermano: ella tenía un novio que iba a la casa y le llevó una alianza, creo que entonces tenía 18 años y no podría tener una alianza, pero ella era así. Me gusta describirla como libre”, agregan. 

Octubre del 76

A María Cristina la secuestraron el 2 de octubre de 1976 junto a su compañero y pareja Daniel, Barjacoba en San Nicolás, cerca del arroyo Ramallo en el barrio Somisa. Los trasladaron al centro de detención ilegal y clandestino que funcionaba en el servicio de informaciones (SI) de Rosario, dependiente de la Policía, en el mismo edificio donde hoy está la sede de Gobierno de la Provincia de Santa Fe. Allí también llevaron a cinco jóvenes más, todos eran militantes de la Juventud Peronista y Montoneros. La madrugada del 17 de octubre de ese mismo año fueron llevados con los ojos vendados a un camino rural cercano a Los Surgentes, en la provincia de Córdoba. En ese lugar, los fusilaron y los dejaron tirados. Un paisano del lugar vio los cuerpos y dio aviso del macabro hallazgo. La identidad de las víctimas se pudieron conocer porque una encargada del Registro Civil del lugar les tomó las huellas digitales. 

Sin embargo, la dictadura se encargó de prolongar el silencio sobre el destino de estos jóvenes, hasta que se filtró una información que permitió conocer que los cuerpos habían sido enterrados en una fosa común en el cementerio de San Vicente de la ciudad de Córdoba, pero la perversidad infinita de quienes estuvieron a cargo de la recuperación de los restos de los siete jóvenes ordenó que se incendiaran, las cenizas luego fueron arrojadas en una fosa, debajo de la cruz mayor del cementerio cordobés en 1985. 

El juicio por la Memoria, Verdad y Justicia para las víctimas de “La masacre de los Surgentes” se dio en el marco de la causa en la causa Feced III y tuvo su condena en el 2020.     

Con “Tina” no solo recorrimos los mismos pasillos de la escuela, también amamos bailar, trabajar al cuidado de chicos y ayudarlos. Por eso me interesó mucho investigar sobre ella, son muchas las cosas que tenemos en común.

Ariana Rocha en la redacción de El Ciudadano
Convenio La Cigarra – Santa Fe Más

La Cooperativa de Trabajo La Cigarra firmó por segundo año consecutivo un convenio para dictar talleres con el programa Santa Fe Más, que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia. Está orientado a jóvenes de entre 16 y 30 años con el fin de brindarles herramientas que ayuden a la inserción en el mundo del trabajo.

El desafío es grande y se lleva a cabo en tres talleres de un encuentro semanal con personas de todas las edades, quienes fueron seleccionadas por haber transitado capacitaciones relacionadas con la comunicación y el periodismo en las organizaciones sociales de las que dependen.

*Integrante de Descendientes de Victoria

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