Ilustración: Ana Stutz
La Madre de la Patria. Así se conoce a María Remedios del Valle, una argentina de origen africano que nació en 1766 en la capital del Virreinato del Río de la Plata. A lo largo de su vida estuvo enlistada en distintas batallas independentistas y fue Manuel Belgrano quien la nombró capitana de su ejército por su compromiso, disciplina y lealtad. Es en homenaje a ella que cada 8 de noviembre se conmemora el Día Nacional de lxs Afroargentinxs y de la Cultura Afro. El año pasado, el Estado argentino colocó una estatua para rendirle honores en el barrio porteño de San Telmo. Hace dos meses, el monumento fue incendiado intencionalmente y quedó reducido a cenizas.
“Todas las personas que luchamos sabemos que existe un racismo profundo en las entrañas de nuestro país. Ese racismo es tan profundo como lo es la identidad afrodescendiente argentina, que no se ha borrado, que no desapareció, que está más viva que nunca y que tiene un movimiento político organizado y unido, y que va por sus derechos”, expresó la titular de la Comisión para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina, Maga Pérez, en un acto organizado por la comunidad afrodescendiente luego del ataque de odio.
María Remedos del Valle fue mujer, argentina y negra. Su figura fue sometida durante largo tiempo al silenciamiento en el relato histórico sobre las heroínas de la Patria. Nació en Buenos Aires en 1766. De origen afrodescendiente, formaba parte de los sectores populares y subalternos de la colonia. Junto a su marido e hijos formó parte del Ejército del Norte en la primera expedición al Alto Perú, al mando de Manuel Belgrano.
Por su coraje y valentía, Belgrano le confirió el grado de capitana del Ejército. Participó del frente de batalla en el cuidado y atención de soldados en las victorias de Tucumán y Salta (1812 y 1813), en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma (1813) y en el Éxodo Jujeño.
María Remedios perdió a su marido y a sus dos hijos en combate y en los diferentes enfrentamientos recibió incontables heridas de bala y sable en su cuerpo. En 1813 fue tomada prisionera por los españoles, quienes la azotaron por nueve días por haber ayudado a huir a oficiales patriotas en el campo de prisioneros. Esas cicatrices le duraron por el resto de su vida. Finalmente, pudo escapar e incorporarse a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales, para otra vez cumplir una doble función, la de combatiente y enfermera. Siete veces estuvo a punto de ser ejecutada por el enemigo.
Una vez terminada la guerra regresó a la ciudad de Buenos Aires, donde quedó en la indigencia. El escritor Carlos Ibarguren afirma que vivía en un rancho en la zona de quintas en las afueras de la ciudad, y frecuentaba los atrios de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, así como la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo), ofreciendo pasteles y tortas fritas para poder sobrevivir, o mendigando y recibiendo sobras de alimentos provistas por los conventos de la zona.
En agosto de 1827, el general Juan José Viamonte la reconoció pidiendo limosna en las calles de la Ciudad de Buenos Aires, ya hundida en una extrema pobreza. Viamonte, una vez elegido diputado, solicitó ante la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires que se le otorgase a María Remedios una pensión por los servicios prestados a la Patria.
“La que representa es singular mujer en su patriotismo. Ella ha seguido al Ejército del Perú en todo el tiempo que tuve al mando de él: salió de ésta con las tropas que abrieron los cimientos a la independencia del país. Fue natural conocerla, como debe serlo, por cuantos han servido en el Perú: la dejé en Jujuy después del contraste del Ejército sobre el Desaguadero. Infiero la[s] calamidades que ha sufrido, pues manifiesta las heridas que ha recibido; no puede negársele un respeto patriótico. Es lo menos que puedo decir sobre la desgraciada María de los Remedios, que mendiga su subsistencia […] Desde el año 1810 hasta 1814, que me hallé en el Ejército del Perú, siempre fueron relevantes los servicios de esta benemérita mujer, así en la asistencia de los heridos y enfermos, como en las guerrillas.
Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1810. No hay acción en que no se haya encontrado en el Perú. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos y no se la debe dejar pedir limosna como lo hace. […] Yo no hubiese tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiera visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en la campaña al Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna; porque después de esa vida durante tantos años, herida y maltratada, no podía trabajar naturalmente”, fueron los argumentos de Viamonte para proponer el reconocimiento de María Remedios.
El 11 de octubre de 1827, los diputados de la Junta dijeron de ella: “Es una heroína”, “una infeliz que si no fuese por su condición se habría hecho célebre en todo el mundo”, “una mujer de mérito que no merece que olviden sus servicios”. Al finalizar la sesión se aprobó unánimemente su reconocimiento como capitana de infantería y la pensión correspondiente, a lo cual se le sumaron confeccionar una biografía y mandar a hacer un monumento. Sin embargo, estas propuestas no se cumplieron.
Más tarde fue ascendida a sargenta mayor de caballería y a comienzos de 1830, fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. El entonces gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, fue quien decretó su jerarquía de sargento mayor. Le aumentó su pensión de 30 pesos, sustancial para la época. Ella cambió su nombre a Remedios Rosas.
Murió el 8 de noviembre de 1847 sin haber recibido en vida el reconocimiento por su colaboración en la Guerra de la Independencia argentina. La narrativa histórica tampoco le había dado, hasta ahora, el lugar que se merece junto aquellos héroes y heroínas que pusieron su vida entera al servicio de la Patria en las luchas por la independencia.
Reconocimientos tardíos
En abril del 2013 se sancionó la Ley 26.852, que conmemora el Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro, instituyéndose como el primer reconocimiento legislativo de carácter nacional hacia los y las afrodescendientes. La sanción se dio en el marco de la lucha de la comunidad afroargentina y a la cultura afro, contra la estigmatización y el racismo, y como parte de un proceso de construcción de una nueva identidad nacional.
La fecha estipulada por la ley para esta celebración fue justamente el 8 de noviembre, fecha de la muerte de María Remedios del Valle, por el papel protagónico que desempeñó en la gesta de nuestra independencia.
En julio de 2021 se colocó la imagen de la Madre de la Patria en el edificio de la Cámara de Diputados y Diputadas de la Nación. Fue el primer cuadro de una mujer en colocarse en el Congreso.
Hace un año, en noviembre del 2022, el Ministerio de Cultura de la Nación colocó un monumento que honraba a María Remedios del Valle en la plazoleta Alfonso Castelao, ubicada en el barrio porteño de San Telmo.
La obra fue el resultado del concurso “Escultura María Remedios del Valle” organizado por la Secretaría de Patrimonio Cultural en 2020, del que resultó ganador el escultor Alexis Minckiewicz, quien trabajó junto a Gisela Kraisman y Louis Yupanki, activista trans afrodescendiente que fue modelo inspiradora del monumento.
Estuvo allí por diez meses. El 31 de agosto de 2023 se celebró el día internacional de los Afrodescendientes, que conmemora el legado de la africanidad en todo el mundo y refleja la importancia de reivindicar y reconocer con políticas afirmativas a esta comunidad históricamente vulnerada en sus derechos humanos. El 1° de septiembre, el monumento a la Madre de la Patria ya no existía. Fue incendiado y reducido a cenizas en un hecho intencional que fue catalogado como de odio y racista.
Hubo actos repudiando lo ocurrido, posicionamientos de distintas instituciones del Estado, como el Inadi, pero la investigación no avanzó.
En 2027 se cumplirán 200 años desde aquél día en que el Congreso decidió otorgarle a María Remedios del Valle los grados militares que le correspondían, y se comprometió a construirle un monumento.