No caben dudas de que es el artífice del momento de Atalaya, es quien une las partes, pule las asperezas y trata con éxito muchas veces de cerrar la grieta. Domador de egos, especialista en la persuasión y artista del consenso, Mariano Junco guía al plantel del Azul a estos momentos históricos, que son de los jugadores, pero también de la dirigencia, de los hinchas y del cuerpo técnico que comanda.
“Estamos felices porque el equipo se propuso subir un escalón en cuanto a la intensidad en la competencia local. Nosotros tenemos solidaridad como grupo y en el Federal se muestra muchas veces, pero nos faltaba esa solidaridad en defensa en el certamen local para capitalizar después en ataque. Sabíamos que en este cuadrangular lo íbamos a necesitar para ganar y en este partido en especial por la ausencia de Lisandro (Villa). Pero como casi todo lo que se propone este equipo, lo logramos. Fuimos muy firmes en defensa”, resume Junco con claridad de concepto y baja a la tierra el notable rendimiento de su equipo, como si fuera algo sencillo de lograr.
“Estoy súper agradecido con el cuerpo técnico y el plantel, porque no estuve la semana pasada (fue con la selección argentina femenina a Bahía Blanca) y entrenaron con todo. Y desde el lunes a mi regreso metimos tres entrenamientos en un día y medio para lo cual debieron dejar tiempos de estudio, de cursado o de trabajo. Como entrenador disfruto mucho de este equipo porque veo que tienen tantas ganas de ganar como nosotros”, amplía el técnico tetracampeón rosarino con Atalaya.
En el básquet de la ciudad y en el deporte en general se hace difícil mantener un plantel, y menos si es exitoso. La tentación en forma de billete o de categorías superiores aparece en cada receso y tanto Junco como gran parte de sus dirigidos tuvieron propuestas para emigrar. Pero la inmensa mayoría eligió permanecer: “Logramos algo súper importante que es el querer estar todos. Tuvimos la chance de movernos pero seguimos apostando a Atalaya. Somos muy felices en el lugar en el que estamos y jugar de la forma que queremos”.
“También es algo hermoso para nosotros que los jugadores que dejaron de ser parte del equipo siguen estando cerca, nos vienen a ver y por ejemplo en la previa de la final los ex compañeros del equipo formaron parte de un video que nos hicieron los hinchas del club y fue muy emotivo porque nos hablaban de la importancia de ganar este título”, añade el entrenador de Atalaya, quien destacó la importancia de ver con protagonismo a los chicos que “vinieron y se potenciaron, como Rava o Ettorre” y dejó un agradecimiento para dirigentes, cuerpo técnico y entre ellos a Antonella Quattroqui, la preparadora física del equipo: “El equipo corre cada vez más y gran parte del trabajo es de ella. Sabemos que no siempre es fácil liderar y manejar un plantel de hombres y por eso tiene un gran mérito”.
Mariano Junco inició este proceso de Atalaya tras estar en el equipo femenino de la institución con grande resultados. Lo que pocos saben es que antes de tomar el masculino, tuvo la chance de pasar a Puerto San Martín pero una reglamentación de la Rosarina sobre dirigir dos clubes diferentes se lo impidió. El destino lo hizo quedar a cargo del Azul algunos meses después y comenzar esta enorme historia.
“Fue un guiño del destino. En ese momento me dolió porque fue una injusticia, pero después comenzó todo esto de Atalaya y lo estoy disfrutando. De todas formas y aunque es para hablar en otro momento, quiero decir que el básquet practicado por mujeres necesita también de entrenadores experimentados del básquet practicado por varones, no siempre técnicos en el inicio de su carrera”.
Será noche larga para Junco, y tarde de trabajo, porque se viene el desafío del Federal el sábado. La historia no termina. Eligió quedarse y ya disfruta los resultados.