Mario Perone nació en la ciudad de San Justo, en el departamento homónimo de la provincia de Santa Fe, en julio de 1929. Poco después se radicó en Rosario donde trabajó como docente y preceptor y también fue empleado del banco provincial de Santa Fe.
Participó durante mucho tiempo en el taller literario Julio Cortázar, que dictaba la escritora Alma Maritano donde se desempeñó como coordinador del área de poesía. Publicó textos de diferente tipo en el diario La Capital y en Rosario 12, en cuyas contratapas fueron apareciendo materiales que luego conformaron Fragmentarios, un libro de próxima salida.
Al mismo tiempo participó en innumerables concursos, habiendo sido premiado y distinguido en muchos de ellos. Mañana viernes, a las 19 en las instalaciones de la librería Homo Sapiens Perone presentará Señas particulares, un libro donde está su poesía reunida.
Publicado por Laborde Editor en la contratapa de Señas particulares, un texto de Miriam Cairo da cuenta del tono y el espíritu que lo animan. Dice entonces: “En la poesía de Mario no se da aquella maldición moderna del beso de la erudición que rompe, en la poesía, el constructo emocional. Nuestro poeta, hace del lenguaje poético un tiempo-espacio donde la realidad también dibuja las geografías del ser.
El movimiento en los territorios físicos y en los espacios mentales, emocionales, álmicos, es una constante sustantivada en <Señas particulares<. Los desplazamientos del sujeto poético nos guían hasta las cárceles malolientes, nos llevan a los manotazos del aire sobre la intrincada superficie del planeta.
Y en cada sitio en que el poeta se detiene observa lo inmenso y lo pequeño, la mosca molestando al universo, en una horizontalidad que demuele las convenciones de las jerarquías.
Pero por sobre todo, hay un espacio, a modo de atmósfera o cielo, que recubre toda la poética de Mario, y que me produce una profunda admiración, esto es el coraje de sentir y nombrar el miedo.
De sentir y aceptar esta frágil condición humana que habita un mundo inhabitable y que, en el final del recorrido, la única recompensa es el silencio de las cosas”.