Mark David Chapman, el asesino del cantante John Lennon, le pidió perdón a Yoko Ono cuarenta años después de haber efectuado los disparos que terminaron con la vida del ex beatle, aunque el sistema policial estadounidense indicó que no ve arrepentimiento sincero en el homicida. De acuerdo a la transcripción de una audiencia en la que volvió a pedir la libertad condicional, el autor del magnicidio se mostró arrepentido y aseguró que no deja de pensar en su “despreciable acto”.
Chapman, de 65 años, está cumpliendo su sentencia a cadena perpetua en el Centro Correccional de Wende, ubicado en Alden, estado de Nueva York y se muestra sumergido en la religión cristiana. Sus nuevas declaraciones se conocieron luego de que a fines de agosto las autoridades le negaran por undécima vez la posibilidad de salir de la cárcel luego de matar a John Lennon.
El pedido fue rechazado porque los oficiales judiciales creen que “sería incompatible con el bienestar de la sociedad”, luego de que Chapman expresara su pena de manera “desalmada” por el crimen que había cometido. Es decir que sospechan que el hombre manifestó palabras de arrepentimiento por conveniencia y no por convicción.
Según aseguraron medios estadounidenses y británicos, la junta del Departamento de Correcciones y Supervisión Comunitaria del Estado de Nueva York indicó que encontró perturbadora la afirmación de Chapman de que “la infamia te trae gloria”. De manera que el asesino seguirá tras las rejas.
“Sabía que estaba mal y lo hice por la gloria. Una palabra: sólo gloria. Es eso. Él era famoso, extremadamente famoso. Por eso encabezaba mi lista”. Así empezó Chapman su monólogo ante las autoridades.
Y agregó: “Sólo quiero reiterar que lamento mi crimen. No tengo excusas. Esto fue para vanagloriarme. Creo que hacerle algo a alguien que es inocente es el peor crimen que puede haber”.
A continuación, volvió a referirse a sus motivos para matar a Lennon, admitiendo su narcisismo patológico: “Él era extremadamente famoso. No lo maté por su carácter o el tipo de hombre que era. Era un hombre de familia. Era un ícono. Lo asesiné… porque era muy, muy, muy famoso y esa es la única razón. Yo estaba buscando mucho, mucho, mucho, mucho la vanagloria. Fui muy egoísta”.
Y subrayó, aludiendo a Yoko Ono, la viuda de Lennon: “Quiero agregar y enfatizar eso enormemente. Fue un acto extremadamente egoísta. Lamento el dolor que le causé a ella. Pienso en eso todo el tiempo”.
Chapman ahora se describe a sí mismo como “un devoto cristiano” y dice que es profundamente religioso. Se levanta diariamente a las 6.30 de la mañana para trabajar como portero en el pabellón en el que vive, apartado del resto de la prisión por su propia seguridad.
Tras el rechazo expresado por los miembros de la junta de libertad condicional, quienes lo entrevistaron el 19 de agosto en el Centro Correccional de Wende, Chapman deberá esperar dos años más para una nueva presentación en este sentido. Tenía 25 años cuando disparó a quemarropas contra el indefenso Lennon la noche del 8 de diciembre de 1980, en la puerta de su domicilio, en el edificio Dakota de Manhattan.
Tras efectuar los disparos con un revólver calibre 38, el asesino dejó el arma en el suelo y se quedó esperando la llegada de la policía para entregarse.
Horas antes, en ese mismo lugar, el propio asesino se había tomado una foto con el ex beatle y le había pedido que le autografiara la portada de Double Fantasy, su más reciente disco. Las pericias del momento determinaron que Chapman era un psicópata obsesionado con Lennon, que buscaba notoriedad al formar parte de su historia a cualquier precio.