Por: Gastón Marote/ NA
Martín Roberto Santoro, «el verdulero» homicida» de Rosario es un delincuente que entre febrero y mayo de 2010 entró a la casa de tres ancianos vecinos de él y los mató tras desvalijarlos, por lo que fue condenado a prisión perpetua.
Santoro asesinó a sus vecinos Concepción Lavore, Susana García, ambos de barrio Parque, y José Savini, de Zavalla,y entre otros objetos les sustrajo dinero y joyas.
El tribunal que lo condenó el 12 de diciembre de 2013 por los tres homicidio criminis causa -matar para ocultar otro delito, en estos casos los robos- estuvo integrado por los jueces María Isabel Mas Varela, Roxana Bernardelli y Juan José Tutau.
Si bien el crimen de García fue el último de los tres que cometió este sujeto, fue el que permitió descubrir los dos anteriores.
A esta mujer la mató en su casa de la calle Riobamba 3036 el 27 de mayo de 2010 entre las 11:00 y las 17:00, mediante un certero golpe en la cabeza para luego atarle al cuello un cable con un nudo deslizante hacia la puerta de la cocina.
El entonces jefe de la comisaría 5ta Silvio Marciani encontró en la casa una bolsa con verduras atada con el mismo nudo que un paquete de rabanitos hallado tres meses antes al descubrirse el crimen de Lavore.
Asimismo, el teléfono celular de García estaba en poder de Santoro cuando lo detuvieron y que incluso había mandado un mensaje que decía: «Llamame, soy Martín».
«Santoro contaba con la confianza de García para entrar a la casa, bastaba con llevarle un pedido», razonaron los jueces que lo condenaron en sus fundamentos.
Asimismo, Matías Massoni, un ex imputado y conocido del verdulero reveló que el homicida lo había invitado a participar en asaltos y le había confesado que en una ocasión se le salió la capucha y a la víctima «tuvo que matarla».
«Se evidencia que Martín Santoro entró al domicilio de la víctima llevando un pedido de verduras, y casi sin lugar a dudas usando guantes de látex similares a los que se secuestraran en su rodado, procedió a darle un golpe en la cabeza que la dejó inconsciente y ulteriormente matarla para poder robar», concluyeron los jueces frente al asesinato de García.
Una modalidad similar advirtieron en el crimen de Lavore, asfixiada en su casa de Suipacha al 2100 la primera semana de febrero de 2010.
La mujer compraba en la verdulería de los Santoro, en la agenda de una colaboradora informal del negocio figuraba su teléfono y del teléfono celular que la empleada Natalia Luchetta solía prestar a Martín partieron llamados a la casa de la víctima.
En cuanto al crimen de Savini, asesinado en su casa de Dorrego al 2300 de Zavalla entre la tarde del 12 de mayo y la madrugada del 13 de mayo de 2010, remarcaron que al ser detenido el 5 de junio de ese año Santoro llevaba en su camioneta un órgano, un acordeón y otros objetos de la víctima, mientras que en su casa tenía un equipo de música del locutor.
La prueba clave en este caso fue una huella de zapatilla hallada en la casa del jubilado que, según una pericia, se corresponde con unas falsas Adidas número 42 de este sujeto, con la misma trama y desgaste.
Asimismo, esa noche fue vista frente a la casa una Trafic blanca con un choque en el costado derecho (la Sprinter de Santoro tenía un abollón) y la descripción de una vecina que había visto a un muchacho «alto y delgado» charlando con Savini en la puerta.
Por todas estas pruebas los jueces fueron contundentes a la hora de condenar a Santoro.