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Más allá del honor

Central y Newell’s se verán las caras a partir de las 16.10 en un partido donde hay mucho en juego. No quedan entradas ¿Clásico con lluvia? Medidas de seguridad para el clásico rosarino

Jugar el clásico y después morir, o vivir. La apasionante fiesta del fútbol local se renovará esta tarde a las 16.10 cuando el árbitro Diego Abal dé inicio a un cotejo repleto de atractivos donde ambos equipos pondrán en juego mucho más que el honor.

Como en todo clásico, más allá de las distintas realidades con las que llegan uno y otro, los protagonistas coincidieron en decir que “no hay favoritos”. Tal vez para sacarse presión de encima, tanto canallas como leprosos optaron por no asumir el rol de candidato.

Central transita por un certamen repleto de altibajos, donde apenas pudo conseguir una victoria en el Gigante ante un San Lorenzo que contaba con dos hombres menos. Y si bien la Lepra llega robustecido por acumular dos victorias seguidas, no hay que perder de vista que fueron ante un desdibujado River y un descendido Chacarita.

Podría decirse que el Canalla tiene mayor necesidad, ya que su situación en la tabla de promedios lo apremia. Pero difícilmente el equipo de Madelón salga a jugar a lo loco. El entrenador pregona “paciencia” y el punto no suena a mal negocio.

Por el lado de Newell’s, esta vez no estará la necesidad de ganar para pelear el título como sucedió en el torneo pasado. La Lepra llega al derby rosarino sin tanta presión, ya que el único objetivo que le queda, la Sudamericana, no depende del resultado de hoy. Tal vez una victoria pueda ser más necesaria para Sensini, ya que una alegría le permitiría recuperar parte de la confianza perdida con los hinchas y una derrota lo dejaría en la antesala del infierno.

Esta vez no hubo tanto recelo de los técnicos respecto de no mostrar el equipo y las dudas tuvieron más que ver con lesiones que con cuestiones tácticas. Central pudo recuperar a Braghieri, apostó por Paúl Ambrosi y Zelaya y dejó a Lucho Figueroa en el banco, como una carta de salvación. Y en la Lepra, Bernardi y Achucarro llegaron con lo justo y Sensini le ratificó su confianza a Sperduti y al Negro Núñez, y sentó una vez más a Boghossian a su lado.

 La mesa está servida. La fiesta volverá a paralizar a la ciudad más futbolera del país. Al final puede haber vencedores y vencidos. Que reine la paz.

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