En 1984 tocaron por primera vez en Rosario, un año después migraron a Buenos Aires, en los 90 su vocalista se fue a vivir a Inglaterra, pero Graffiti nunca dejó de ser una emblemática banda rosarina. La semana pasada, cuarentena y tecnología mediante, dieron a conocer Graffiti 3 un nuevo disco que contiene trece composiciones y que reedita este clásico local que no sabe del paso del tiempo.
“Estamos todos mucho mas canosos y en un ínfimo punto un poquito mas sabios”, aseguró Eduardo Carbi, líder de la banda radicado en Londres. La composición fue a distancia y tanto él como su compañero Ariel Pozo se sorprendieron de que la química y la sincronía entre ellos siga intacta: “Es como andar en bicicleta, los primeros diez metros son raros pero cuando te querés dar cuenta estás dando vueltas a la Plaza Pringles”, dijo.
“Fuimos muy afortunados”, expresó Carbí sobre los inicios en la ciudad, un debut que coincidió con “la movida grosa del rock nacional”, con el surgimiento de grandes bandas “que marcaron toda una época para las generaciones que siguieron”, aseguró.
“Entramos a grabar en el 87 nuestro primer álbum cuando Soda Stereo grababa su segundo álbum en el estudio contiguo al nuestro, dentro de la misma compañía. Tuvimos mucha suerte de compartir escenario con ellos, con Sumo, con los Abuelos de la Nada”, relató el músico en una distendida charla que mantuvo desde Londres con el programa Ahí viene Ramón, que lleva adelante Ramón Monchi Balestra al frente de un gran equipo, de lunes a viernes de 17 a 20, dentro de la nueva programación Radio Nacional Rosario.
Entre el amplio anecdotario de la época que transitó la charla, Carbi recordó la presentación de aquel primer disco y la presencia entre la audiencia del mismísimo Miguel Abuelo. “Recuerdo con mucho cariño esa época que duró relativamente poco, porque a fines de los 80 en Argentina todo se terminó yendo al carajo y la cosa se complicó. En los 90 me voy a Europa y la banda queda en una suerte de stand by. En ese momento nos habían ofrecido que el disco nuevo lo produjera Andrés Calamaro, y nosotros, pecando de orgullosos, no quisiera decir de arrogantes, dijimos que no. Estábamos muy seguros del material que habíamos hecho y no queríamos que viniera alguien y metiese la mano en relación con la identidad de lo que nosotros creíamos que habíamos hecho”, dijo con seguridad.
“Siempre fuimos medio cabezones en cuanto a la manera de hacer las cosas porque siempre tuvimos mucha fe en las cosas que hacíamos”, lanzó Carbi. Y apuntó orgulloso que más allá de los gustos personales de quien escuche su música ellos están muy seguros: “Siempre tuvimos la paz de conciencia de que las cosas estaban bien hechas. Respecto a este material nuevo, ni hablar porque pasaron 25 años y estamos todos mucho mas canosos y en un ínfimo punto un poquito mas sabios”.
Eduardo Carbi vive en Londres con su esposa y dos hijos, de 20 y 24 años. Emigró en 1990. “De Rosario te queda todo porque es tu raíz, eso no se va nunca, podés vivir ochenta años en Katmandú y te vas a seguir acordando de El Cairo, la calle Córdoba y el diariero que está frente de mi casa, del colegio al que fuiste, del Parque de España, de las parrillas por Pellegrini, de bulevar Oroño. Es la raíz, eso no se va nunca”, dijo el músico que todos los años visita la ciudad. “Extraño muchísimo porque generalmente para abril o mayo siempre viajo y tenemos la posibilidad de hacer un show en vivo”, reconoció.
El nuevo disco
Graffiti 3 se gestó en audios de WhatsApp. Fue Ariel Pozo el que abrió el juego mandando a Carbi un audio con una línea armónica. “Lo escuché para ver si se me ocurría una línea melódica para ponerle. Y de ahí una letra. En función de eso canté y le mandé el archivo de vuelta. Para resumir, así hicimos los trece temas del disco”, apuntó. Y reconoció: “Tecnológicamente era un desafío; hubiese sido impensado diez años atrás o menos. Lo pensamos como una suerte de ensayo porque nos dimos cuenta que íbamos a tener medio año por delante de «alpedismo» y nos pareció que lo mejor que podíamos hacer era capitalizarlo en algo útil. Pero lejos estaba que eso derivara en un álbum. Porque tampoco es que porque tengas el tiempo disponible te vas a sentar a componer trece canciones. No funciona así. Dijimos de hacer un tema o dos, pero nos metimos en una especie de montaña rusa en la que no podíamos parar”.
“Fuimos totalmente eficientes, lo digo con sorpresa incluso para nosotros mismos, porque nunca soñamos con que podíamos llegar a armar esto. Cuando aprendés a componer con un tipo con el que tenés sincro para trabajar pero pasan 25 años, es como cuando dejaste de andar en bicicleta 10 años y te volvés a subir y te estás preguntando inconscientemente si te vas a caer, te das cuenta que por ahí no. Los primeros 10 metros son medio raros, pero una vez que arrancaste seguís dando vueltas en la Plaza Pringles. Esto fue así: empezamos con un tema medio timidamente y después nos dimos cuenta que se podían armar otras cosas y eso tomó una suerte de fuerza y de bola de nieve que empezó a crecer y ahí si nos planteamos la posibilidad de armar un álbum completo”.
El material cuenta también con las participaciones de Gustavo Sachetti, quien además mezcló y masterizó el álbum ya terminado en su multi Grammy wining studio en Cancún, México, donde han pasado artistas internacionales como Alejandro Sanz. También participaron Alejo Mateos en batería, Miguel Mateos en voz junto a Eduardo en el tema “Para mí”, Marco Minnemann studio en Drums, junto a otros artistas como Charlie Giardina y Mariana Grisiglione.
“Mateos es un personaje que no es de estar grabando con nadie, no hay casi material de él colaborando con otros artistas y viceversa. Es muy específico con lo que le gusta y con lo que hace. Esto fue muy orgánico”, dijo Carbi en Radio Nacional sobre la participación de Miguel Mateos que se sumó al disco a través de Pozo, quien es su guitarrista hace algunos años.
“Ariel le mandó el material para que lo escuche y le gustó mucho. Le dijo: «Decime qué tema te gusta para participar». Él eligió varios temas, lo cual es un halago. Y terminamos en elegir ese tema en particular porque sentimos que se prestaba para dos voces. Nunca había cantado con Miguel Mateos y es difícil imaginarse cómo pueden quedar las dos voces juntas y no es un detalle mínimo. Además, Mateos tiene una voz muy particular para cantar, es un estudioso de la ópera, la madre era profesora de canto, viene con una escuela de canto muy específica y muy particular. Y del otro lado yo. De la misma manera que grabamos todo el álbum con Ariel, le mandamos los tracks y el desde su estudio grabó las voces. Cuando lo escuchamos fue una sorpresa. Es muy loco escuchar a Mateos cantando al lado tuyo cuando no estuvo al lado tuyo”, contó finalmente entre risas.