Cristian Nicolás Ramírez tiene 24 años. Ayer fue condenado a 18 años de prisión por el homicidio de Rubén Martínez. Para el tribunal que dictó la sentencia, Ramírez es responsable de Homicidio doblemente calificado por el uso de arma de fuego y por la participación de un menor de edad, en concurso real con encubrimiento agravado por ánimo de lucro, unificándose con una sentencia anterior de ejecución condicional de 1 año y 6 meses, por lo que pasará 18 años y 6 meses preso. El crimen ocurrió el 6 de agosto de 2015 en Jorge Newberry al 8100.
La víctima es Rubén Ramón Martín, que tenía 58 años. Trabajaba en una maderera la mañana del 6 de agosto de 2015 cuando dos balazos le quitaron la vida. Dos ladrones llegaron en moto e intentaron asaltarlo pero el temperamento de la víctima no se hizo esperar. Les hizo frente a los recién llegados, forcejearon y en esa lucha uno de los ladrones le efectuó los disparos fatales. Los vecinos intervinieron para evitar la fuga y finalmente la Policía detuvo a los asaltantes. Uno de ellos era menor. El mayor ayer se sentó en el banquillo de los acusados. El fiscal pidió 23 años por el crimen y dos hechos de encubrimiento. La moto en la que llegaron era robada y en la casa del acusado estaban las pertenencias de una persona que el día anterior denunció un asalto. La defensora dijo que su cliente no es el autor; las mismas filmaciones que el fiscal citó como prueba las ofreció para confirmar su teoría. Contó la vida de vulnerabilidad de su cliente y pidió la absolución. El juicio es presidido por los jueces Patricia Bilotta, Mónica Lamperti y Alejandro Negroni.
Rubén fue chofer, estaba jubilado del Banco de Santa Fe y hacía siete meses que trabajaba en la maderera Marullo, ubicada en Jorge Newbery al 8100. Era un tipo temperamental, contaron sus familiares en su momento, y no dudó en enfrentarse con los dos ladrones que la mañana del 6 de agosto de 2015 llegaron en una moto Guerrero Trip negra y azul. El mayor se bajó. Al parecer Rubén intuyó las intenciones de los recién llegados. Les cortó el paso en la puerta y comenzaron a forcejear en la vereda. El asaltante sacó un arma calibre 22 y le disparó. Quizás por la adrenalina propia de la situación, Rubén siguió adelante. Se tiró encima de uno de ellos y le dio un maderazo al que tenía más cerca. Y cayó junto a la pared del local, explicaron fuentes policiales.
La embestida no pasó desapercibida para los vecinos que le cortaron el paso a la moto cuando los ladrones intentaban escaparse. El menor fue el primero que lograron detener, mientras el acompañante corrió rumbo a la Villa La Bombacha, donde intentó esconderse. Los vecinos y la Policía, que a esa altura había llegado, no le dieron tregua y lograron atraparlo.
El fiscal Florentino Malaponte dijo en su alegato de apertura que Cristian Nicolás Ramírez utilizó a un adolescente para el hecho y lo acusó de homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y la participación de un menor. A ello sumó dos hechos de encubrimiento porque la moto utilizada en el frustrado atraco era robada y en la vivienda donde se lo detuvo se encontraron cosas robadas a una persona, un día antes del crimen de Martín.
El fiscal pidió 23 años de prisión. También solicitó revocar una condena condicional dictada por el Juzgado de Sentencia 7 en contra de Ramírez fijada en 1 año y 6 meses por tentativa de robo. Y pidió una unificación de condena en 24 años y 6 meses.
Luego fue el turno de la defensora oficial Andrea Corvalán. La abogada sostuvo que su defendido no fue el autor del crimen: “no es responsable de los disparos”. Dijo que lo probará con las cámaras de seguridad del lugar. Luego le dedicó un párrafo a la vida de Ramírez. Dijo que su madre lo excluyó de su vida y fue criado por otra mujer. Sólo sabe leer y escribir y hace 10 años está en pareja con la madre de sus tres hijos. Es un hombre de escasos recursos y se ganaba la vida cirujeando. “No es un asesino. Es un buen padre de familia. No es violento, se esfuerza como puede y es una persona educada”, concluyó.
En cuanto a las herramientas secuestradas en su casa, la abogada dijo que las compró de buena fe y no conocía su origen ilícito y pidió la absolución de su cliente.