Las ONGs británicas Christian Aid y ActionAid anunciaron hoy que suspendían su labor en Afganistán, con lo que ya son seis las organizaciones que tomaron esa resolución después de que el Gobierno talibán prohibiera a las mujeres trabajar en el sector humanitario, una medida ampliamente criticada por la comunidad internacional.
Igual que lo que resolvieron ayer Save The Children, el Consejo Noruego para los Refugiados, Care Internacional y el Comité internacional de Rescate (IRC), Ray Hasan, responsable de Christian Aid anunció a través de un comunicado que se suma a la interrupción de su labor en Afganistán.
«Lamentablemente, interrumpimos el trabajo de nuestros programas. Christian Aid busca rápidamente aclaraciones sobre este anuncio y exhorta a las autoridades a revertir la prohibición», declaró Hasan en el comunicado.
Hasan advirtió que «prohibir a las mujeres trabajar en el sector humanitario solo reducirá nuestra capacidad de ayudar al número creciente de personas en necesidad, y amenaza con agravar la terrible crisis humanitaria a la que se enfrentan mujeres y chicas jóvenes».
A su turno, la ministra de Desarrollo alemana, Svenja Schulze, señaló que “sin empleadas, las organizaciones no pueden continuar su labor”.
“Estoy a favor de suspender por el momento el apoyo que junto a otros estamos prestando», indicó.
Y luego fue ActionAid la que dio a conocer en un comunicado “la difícil decisión de detener temporalmente la mayor parte de sus programas en Afganistán», informó la agencia de noticias AFP.
La ONG expresó que esperaba retomar sus tareas «lo antes posible».
Lamentando la «erosión gradual» de los derechos de la mujeres en el país, ActionAid -que cuenta con un centenar de empleadas en Afganistán- denunció las «consecuencias devastadoras» de la decisión del gobierno talibán.
El sábado 24 de diciembre, el Ministerio de Economía de Afganistán ordenó a todas las ONG dejar de emplear a mujeres, sin precisar si la directiva también concernía al personal femenino extranjero, bajo la amenaza de perder su autorización de trabajar en el país, argumentando haber recibido denuncias de que se incumplían las reglas de vestimenta islámica.
El anuncio llegó pocos días después de que los talibanes prohibieran el acceso a enseñanza universitaria a las mujeres, lo que desató críticas de la comunidad internacional, incluyendo a buena parte del mundo islámico.
Los talibanes, que retomaron el poder en Afganistán en agosto de 2021 tras conquistar Kabul y terminar de ganar una guerra de 20 años contra la coalición internacional liderada Estados Unidos que los había derrocado en 2001, anunciaron días atrás la apertura de un debate interno para discutir estas críticas recibidas.
Schulze anunció que junto al Banco Mundial propondría una reunión de las partes representadas en el Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Afganistán (ARTF, por sus siglas en inglés) para debatir la cuestión.
El fondo es administrado por el Banco Mundial y financia, por ejemplo, parte del sistema sanitario y educativo afgano.
Alemania ostenta la presidencia del G7 hasta finales de este año.
Según la ONU y las agencias de cooperación, más de la mitad de los 38 millones de habitantes del país necesitarán ayuda humanitaria durante el invierno.
Por su parte, el jefe en funciones de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (Unama), Ramiz Alakbarov, se reunió hoy con el ministro de Economía afgano, Mohamad Hanif, para reclamar que retiren la prohibición, sin que hayan trascendido más detalles, informó la agencia de noticias Europa Press.
«Millones de afganos necesitan ayuda humanitaria y retirar las barreras es crucial», indicó Alakbaroov a través de un mensaje en su cuenta de Twitter.
Unicef, que también condenó la decisión de los talibanes, alertó que se verán afectados los sectores de salud, nutrición, educación y protección infantil, áreas en el que los trabajadores humanitarios tienen un papel «inconmensurablemente importante que desempeñar».
La programación de Unicef brinda servicios a «19 millones de personas, incluidos más de 10 millones de niños, en todo el Afganistán» y, al igual que las ONGs, sin el trabajo de las mujeres -que constituyen la mitad de la población- continuar con la labor será extremadamente dificultoso si no imposible.