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Más para recuperar: Rosario tendrá una nueva planta de reciclaje de residuos

La idea es que a mitad de año en ese galpón se procesen 60 toneladas por día de plásticos, papeles o vidrios que se tiran en los contenedores de color naranja. “Un tercio de la población ya separa la basura”, dijo la secretaria del Ambiente, Marina Borgatello

El Centro Ambiental de Residuos, emplazado en un terreno de 35 hectáreas lindero al casco urbano de Pérez, es una planta que recibe una gran cantidad de los desechos que genera la ciudad. En ese marco, uno de los objetivos del municipio es que allí los residuos no sean sólo recolectados y depositados en un relleno, sino que puedan “ser reciclados, reutilizados, valorizados y minimizados”. Por eso, en una recorrida por el lugar, Marina Borgatello y Cecilia Álvarez –secretaria y subsecretaria de Ambiente respectivamente– contaron que Rosario sumará una nueva planta de desechos reciclables que procesará cerca de 60 toneladas por día de plásticos, papeles o vidrios que la población tira en los contenedores de color naranja.

“Generamos más y mejores oportunidades para separar, incorporamos más contenedores naranjas, aumentamos los centros de recepción y fortalecimos el servicio puerta a puerta, entre otras cosas. Un tercio de la población ya separa sus materiales reciclables y eso es un buen indicador. Es por todo eso que necesitamos seguir avanzando”, contó Borgatello.

Un poco de historia

Por su parte, Álvarez relató que el primer paso para llegar al actual Centro Ambiental fue habilitar la planta de compostaje –que se inauguró hace cinco años– donde se transforman los residuos en compost: todo lo que se tira en los contenedores verdes que están en las calles de la ciudad. “La planta recibe 150 toneladas de basura por día, eso equivale a 18 camiones de basura llenos y es el 20 por ciento de los residuos que produce Rosario”, explicó.

El segundo paso fue la construcción de la planta para clasificar materiales reciclables de los diferentes servicios de separación de origen. En ese marco, la nueva planta de desechos reciclables tendrá una infraestructura donde se procesarán entre 5 y 10 toneladas por hora. “Ya tenemos un grupo de 15 personas trabajando que son ex recuperadores informales. Para la nueva planta vamos a incorporar a otro grupo para que la opere”, explicó.

La nueva obra de desechos reciclables demandará una inversión de más de 50 millones de pesos y está financiada por el Programa Municipal de Inversiones (Promudi). Se espera que el plazo de finalización sea para el primer semestre del año y tendrá el equipamiento para recepción, descarga, clasificación y acondicionamiento de camiones de materiales reciclable. Cuando esté lista la obra el predio de zona oeste pasará a tratar entre el 30 y el 40 por ciento de la basura que produce Rosario.

Van por más

En paralelo, en el Centro Ambiental de Residuos el municipio apuesta a la construcción de una planta de Biodigestión Seca que generaría energía eléctrica para unos 2 mil hogares, a partir de los gases que producen los residuos orgánicos, que permitirá procesar unas 250 toneladas diarias.

El proceso de biodigestión seca tendrá tres fases: clasificación, digestión y compostaje, donde la etapa inicial y final son similares a las que se vienen haciendo en la planta. La idea es que también esté operada por un grupo de recolectores informales para seguir con políticas de inclusión social.

Nada se pierde

En la recorrida junto a funcionarios, El Ciudadano también encontró historias contadas en primera persona.
Joana Fizzano (36) y Gabriel Castro (44) dejaron atrás el cirujeo y hoy integran –junto con otras 13 personas– la cooperativa Compañeros Recicladores. Desde hace tres años trabajan en el Centro Ambiental de Residuos. Antes, recorrían cuadras y cuadras con sus carros y levantaban basura de la calle para después venderla. Hoy, su realidad es otra.

Joana salía a cirujear día por medio. Y hoy trabaja en el predio de zona oeste, de lunes a viernes, durante ocho horas diarias. “Desde chica conocí la basura. Mi padrastro siempre salía con el carro. Pasamos lluvias, tormentas y calor. No teníamos otra opción a la hora de llevar un plato de comida a la mesa. Los cambios y las emociones fueron muy fuertes. Me costó dejar a mi hija porque soy madre soltera, pero con el apoyo que nos dieron acá salimos adelante”, contó la mujer.

Gabriel relató que todos los días llegan muy temprano a la planta y lo primero que hacen es preparar el mate para desayunar entre todos los compañeros. Después comienzan a trabajar. “Siempre cirujeé para comer y pagar las cuentas. Me enterraba hasta la cintura. El cambio nos costó. Ahora tenemos mejores condiciones laborales e higiénicas”, dijo.

El ex cartonero señaló que los trabajos en la planta lindera a la ciudad de Pérez van rotando y por eso no caen en la rutina. “Llegamos con un poco de miedo, pero siempre hubo buena relación con nuestros jefe”, explicó.

Joana y Gabriel saben lo que es vagar por las calles y cirujear como única oportunidad de subsistencia, pero hace unos años dieron un paso importante: conformar una cooperativa e incorporarse al Centro Ambiental de Residuos para abrir nuevos caminos. Y en eso están.