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“Más que en un bebé hay que pensar en una familia”

Claudio Ferreyra y Fernando Pinto adoptaron dos hermanas de 7 y 12 años. Sólo uno de cada tres aspirantes está dispuesto a recibir adolescentes. La decisión la tomaron junto con la hija biológica de Ferreyra que acompañó la vinculación desde el principio

Dos años después de casarse, Claudio Ferreyra y Fernando Pinto llenaron los formularios para entrar en el registro de adoptantes de Santa Fe. Cuando les preguntaron si estaban dispuestos a recibir adolescentes dijeron que sí. Después de algunas entrevistas y encuentros decoraron una pieza para dos hermanas de 7 y 12 años que vivían en un hogar de monjas en Elortondo. Hoy son una familia. Ellos desafiaron la tendencia porque sólo una de cada tres personas que adoptaron lo hicieron con chicos y chicas de más de 10 años. “Los niños que esperan mucho tiempo ser adoptados tienen más de 8 años. Siempre tuve prejuicios hasta que abrí la cabeza y me vi en un proyecto de familia. El resto fluye”, dijo Ferreyra a El Ciudadano. Desde el Gobierno de Santa Fe adelantaron que esta semana lanzarán la tercera convocatoria para adoptar a 14 adolescentes.

Juntos

La decisión de adoptar fue en familia. Pinto quería ser papá y lo habló con Ferreyra y con su hija biológica, Sol. Se anotaron en el Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga) poco después de la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, donde no hay diferencias en el sexo de los adoptantes. Eso ayudó a que el trámite sea más simple. La familia leyó sobre el proceso, fue a charlas y conoció a personas que ya lo habían hecho. Sol se preparó para ser hermana. Lo único que les pidió fue ser la mayor. 

Ferreyra tiene 37 años y es empleado de una financiera. Pinto tiene 35, es contador y trabaja en una droguería. Cuando decidieron adoptar tenían 30 y 32 años. Vieron que a su alrededor los sobrinos y los hijos de sus amigos eran adolescentes. Pensaron que si adoptaban chicos de esa edad iban a poder compartir más que si buscaban un bebé. Y así fue. Hoy, las hermanas que adoptaron juegan con sus primos y con los hijos de sus amigos. “Lo importante es romper el paradigma de buscar un bebé y ampliar la perspectiva para pensar en el proyecto de familia”, dijo Ferreyra.

Para el matrimonio, el proyecto empezó en diciembre de 2016 cuando una jueza los llamó para hacerles una entrevista. Después de cuatro horas ella resolvió que estaban listos para vincularse con las chicas de Elortondo. Durante ese verano, Claudio y Fernando viajaron 600 kilómetros cada fin de semana para conocerlas. Fueron a la plaza, a la pileta, comieron asados y tomaron helado. Hicieron y respondieron preguntas para conocerse. Un fin de semana de febrero las hermanas vinieron a Rosario y conocieron a Sol, la hija de Ferreyra. Vieron la habitación que ellos habían decorado para ellas y les dijeron que no querían volver al hogar de monjas. La jueza resolvió que la vinculación fue exitosa y a fines de febrero de 2017 las hermanas se mudaron a Rosario.

“No estaban preparadas para tener dos papás. Para ellas fue una experiencia nueva, pero lo hablamos y hoy están muy preparadas. Son geniales y están contentas. Todas participan de las tareas de la casa. Aprendieron a verse como familia y a respetar los horarios, los ritmos de la casa y las reglas de convivencia. Los cinco vamos juntos a todos lados: al parque, al camping, a la pileta. Charlamos de todo en familia”, dijo Ferreyra. Las chicas conocieron a sus nuevos abuelos y después a los tíos y los primos. Con el tiempo se animaron a contar de dónde venían. Hoy van al colegio, van a los cumpleaños y pijamadas de sus amigos. El año que viene la más grande estudiará danza. La menor quiere hacer teatro o telas. A las dos les gusta desayunar en familia y, según sus padres, la más chica no se puede ir a dormir sin que la arropen. “Ellas aprendieron de nosotros y nosotros de ellas. Aprendí a ser tolerante, a valorar lo que tengo y disfrutar de los abrazos”, explicó Ferreyra.

Otro modelo

La tendencia a nivel nacional es que la adopción más deseada sea la de menores de 5 años. Así lo refleja el sitio oficial www.argentina.gob.ar/justicia/adopcion/buscamosfamilia. Muestra cerca de 100 niños y adolescentes en busca de una familia. Viven en diferentes partes del país, sobre todo en las provincias del norte, y en la mayoría de los casos, tienen más de 10 años. Fueron separados de la familia biológica y llegaron a la convocatoria pública nacional porque ningún inscripto en el Registro Único de Adoptantes pudo darles un hogar.

El titular de Gestión Pública de Santa Fe, Matías Figueroa Escauriza, explicó que el primer paso es buscar en el Ruaga de cada provincia si hay alguna familia en condiciones de adoptar al niño o niña. Si ningún aspirante está en condiciones, Santa Fe pide colaboración a la Red Federal.

Cada provincia tendrá 20 días hábiles para buscar en el registro local y ver si hay alguna familia con el perfil buscado. El mes pasado, por ejemplo, una familia de Santa Cruz inició la vinculación con un nene de 14 años de Santa Fe para quien no había aspirantes en la provincia.

En caso de que ninguna de estas instancias resulte exitosa, la búsqueda se hace pública en todo el país. Cómo hacerlo depende de cada provincia.

Santa Fe estrenó protocolo el año pasado y el procedimiento tiene dos particularidades: la búsqueda la hace el Ejecutivo, y no el Poder Judicial a través de los juzgados. Y los interesados pueden anotarse a través de una plataforma online. “Genera transparencia. Las personas pueden anotarse en cualquier horario. Les damos un número de inscripción con el cual serán evaluados”, señaló Figueroa Escauriza y aclaró que las convocatorias pueden conocerse en la página www.santafe.gob.ar/convocaruaga.

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