Cuando el sábado a la noche Santiago Buzzi no llegó a la peña del disfraz en el Centro Cultural El Hornero, sus amigos de teatro se preocuparon. El director y actor rosarino siempre era puntual. Por eso, ante los reiterados llamados sin respuesta, su sobrino fue a buscarlo a la casa de pasillo de Jujuy al 1800 donde nació y vivió gran parte de su vida. La puerta estaba cerrada con llave y al abrir encontró al hombre de 58 años tendido en el piso con un pantalón que le tapaba la cabeza y un charco de sangre a su alrededor. Los investigadores dijeron que fue asesinado a golpes y que conocía al homicida. En diálogo con El Ciudadano, tres vecinas que se criaron con él lo describieron como un hombre que siempre las hacía reír y que tuvo “una vida para el arte”.
Se llamaba Santiago Ariel Mercansil pero desde chico eligió al teatro como profesión y se bautizó con el nombre artístico de Santiago Buzzi. Era actor, director y profesor de teatro. También escribía sus propias obras y adaptaba textos clásicos. Si bien se formó en Rosario, estudió y vivió varios años en Buenos Aires.
Santiago pasó gran parte de su vida con su mamá, que era modista y murió hace cuatro meses. Vivía en su casa natal de Jujuy al 1800. Era soltero y nunca se le conoció una pareja. Además, tenía una hermana mayor, dos sobrinos y una familia postiza enorme: amigos artistas con los que trabajó a lo largo de su carrera.
Delia y Graciela son hermanas y viven en una casa antigua y señorial pegada al pasillo de Santiago. Junto con Cecilia, vecina de ese condominio, lo recordaron como un hombre que las hacía reír: “Siempre estaba contento. Cuando lo saludabas, te contestaba con un chiste. Y si estabas triste o tenías una amargura, te sacaba de ese lugar y te hacía sentir bien”.
Las mujeres que se criaron con él contaron que todos en el barrio lo querían y lo definieron como un artista integral comprometido con el teatro. “No sólo actuaba y dirigía, también era maquillador profesional y hacía sus vestuarios, porque la mamá le enseñó a coser. Pero sobre todo era humilde y honesto. Nunca hizo nada para sacarle provecho al otro. Siempre fue muy sincero con su arte”, dijeron y agregaron que preparaba varios proyectos para este año y el que viene, como una puesta de “La casa de Bernarda Alba”, a estrenarse en mayo.
Ausencia
Anteanoche Santiago tenía que ir a una fiesta en el Centro Cultural El Hornero. Sus amigos sabían que había preparado un disfraz y que siempre tenía un número para sorprenderlos. Por eso, cuando a las 23 vieron que no llegaba lo llamaron por teléfono. Santiago no atendió y su hermana mandó a su hijo Carlos a ver qué pasaba. Cuando llegó al pasillo la puerta de la calle estaba cerrada con llave. También la del departamento seis, donde vivía solo desde que murió su mamá. Al abrir, Carlos encontró a su tío en el piso boca abajo. Tenía un pantalón de jean que le tapaba la cabeza, de donde salía sangre.
Según voceros judiciales, Santiago fue asesinado de varios golpes en la cabeza. La investigación del crimen recayó en el fiscal Miguel Moreno, que trabajó con la Policía de Investigaciones y la seccional 3ª, que tiene jurisdicción en la zona. Si bien no se descartó ningún móvil del crimen, el fiscal consideró que la hipótesis del robo como la menos fuerte: Santiago conocía a su homicida, ya que no fue forzada ninguna puerta y el mismo tenía acceso a las llaves del departamento.
Para Delia, Cecilia y Graciela la muerte del director teatral es inexplicable. Las hermanas se enteraron de lo que pasó porque escucharon a la hermana de Santiago llorar en el pasillo. Al salir a la calle, no sólo estaba su familia sino también sus amigos de teatro. Nadie podía entender lo que había pasado. “La sensación que te queda es que el que hizo esto fue muy injusto. Nadie merece que le quiten la vida así. Santiago tenía muchísimas ideas para desplegar y lo mataron en medio de su realización personal. Estaba lleno de ganas de vida”.