Se dice milagro a un hecho atribuido a la intervención divina. Hace un mes, un vecino de zona sur fue bendecido por una suerte similar tras sobrevivir a un violento ataque que terminó cuando un tiro en la cabeza lo desplomó en la puerta de Lamadrid al 1700, adonde se había mudado meses atrás junto a su esposa y tres hijos. Fue el pasado 6 de agosto cuando el sonido seco de un disparo irrumpió en la madrugada y acalló de golpe la voz que repetía “pará”. Vivió porque el destino quiso, habrá pensado hace un mes. Y fue acaso esa suerte la que excusó a los voceros policiales de dar cuenta de lo sucedido. En su entorno, y tras su pronta recuperación, el hombre de 39 años adujo que había sido víctima de un intento de robo. Así, su segundo nombre, Milagros, pareció haber estado destinado durante años a ese instante en que esquivó a la muerte. Hasta ayer, cuando Genaro Milagros Pereyra fue asesinado de dos tiros por la espalda, en el mismo lugar y también en horas de la madrugada.
Ocurrió minutos después de las cinco frente a la torre donde vivía desde diciembre pasado junto a su esposa y tres hijos, tras permutar una casa sin terminar en una localidad vecina por el tercer piso del Fonavi ubicado en la zona sur de Rosario, a metros de las vías de calle Flammarión.
Sus vecinos no lo conocían bien pero el trato era cordial. En el último tiempo había trabajado en una cocina centralizada pero luego perdió su empleo. Su mujer se desempeña como mucama en un sanatorio céntrico y al parecer, decidieron mudarse a Rosario para estar más cerca de sus empleos.
“Escuché tres disparos, pero no estoy segura, porque entre el tren y los tiros esto es música de todos los días”, ironizó una vecina. Es que la columna de altos edificios que pueblan Lamadrid al 1700 se interrumpe en la intersección con calle Flammarión, donde las vías marcan el inicio de un asentamiento precario que contrasta con sus hileras de casillas bajas.
Tras escuchar el sonido de los disparos y divisar desde una ventana el cuerpo de un hombre tendido en el piso, al menos dos vecinos bajaron en su auxilio y lo llevaron en un auto particular, junto a la esposa de la víctima, a la guardia del hospital Roque Sáenz Peña. Pereyra llegó en grave estado, inconciente y falleció a los pocos minutos.
Efectivos de la Brigada de Homicidios se acercaron al lugar del hecho y dijeron no tener pistas sobre los posibles autores del crimen como tampoco del móvil de la agresión, aunque resaltaron que por tratarse del segundo ataque a tiros en un mes todo indica que se trataría de un ajuste.
Según allegados a la víctima, ésta habría sostenido tras recuperarse del primer ataque que la agresión se debió a un intento de robo.
Siendo las 3.15 del 6 de agosto, llegó a su domicilio a bordo de un Renault 12 que estacionó sobre calle Lamadrid al 1700 y se dirigió a la entrada del edificio. Fue allí que habría sido acorralado por dos “desconocidos” armados que lo increparon para que les diera el celular, la billetera y las llaves del auto. Al parecer, el hombre no se resistió pero por los nervios se le cayeron las llaves al piso y cuando se agachó recibió un disparo en la cabeza.
A esa versión se suman otras que indican que los ladrones le dispararon porque se resistió a que ingresen a su domicilio. De todas formas, el hecho de robo resultó poco creíble desde un principio y con el ataque de ayer se apuntó la investigación hacia un presunto ajuste de cuentas.
El hecho ocurrió en jurisdicción de la seccional 21ª y es investigado por el juzgado de Instrucción en turno y la Brigada de Homicidios.