En los últimos días de octubre, para los vecinos del sur del barrio Avellaneda Oeste el escuchar detonaciones fue habitual. A la saga de tiroteos y amenazas contra una vivienda de Calle 1886 al 4300 se le sumó, el Día de la Madre, un crimen a escasos metros de ese lugar. Y ahora otro homicidio puso a esa franja en rojo en el llamado mapa de calor de la inseguridad. Un joven de 21 años identificado como Giuliano Imanol “Ima” Vásquez fue asesinado en el portón de su casa de Aborígenes Argentinos al 5300, muy cerca de los hechos anteriores.
Según fuentes policiales, Ima estaba en su casa de Aborígenes Argentinos entre 1886 y Camilo Aldao, perteneciente a un sector de viviendas del plan provincial Mi tierra, Mi casa que, depende con quien se hable, se llama barrio Policial o Avellaneda Oeste. La zona limita al este con barrio Acindar, al oeste con el barrio Qom y al norte con la Vía Honda y Moderno. Al sur, ya despuntan los descampados.
Eran las 22 de este jueves y el muchacho pasaba la noche junto con su hermano mayor y su cuñada en la vereda cuando apareció una moto con dos hombres dispuestos a matarlo.
“Se escucharon cuatro o cinco tiros”, dijo una vecina para describir el momento del asesinato. La saña de los tiradores, sin embargo fue mayor: los peritos criminalísticos recogieron 9 vainas servidas calibre 9 milímetros. El cuerpo Ima tenía once orificios repartidos en el pecho, estómago y brazos, según determinó luego el médico policial.
Aunque los vecinos intentaron socorrerlo y hubo un intento de trasladarlo a un centro de salud, desistieron de hacerlo porque Ima no resistió las heridas y falleció en el lugar.
Los homicidas, según los testigos, abandonaron la escena por Aborígenes Argentinos y se perdieron por Felipe Moré.
En las redes, Ima había hecho un último posteo: “La pena, el miedo y la pereza no facturan”. Por orden del fiscal Alejandro Ferlazzo, a cargo de la investigación, los detectives de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) secuestraron el celular de la víctima para desbloquearlo y buscar posibles pistas que alumbren el móvil del crimen para dar con los autores. Una medida que se suma a las tareas de rigor como los testimonios y el relevamiento de cámaras.
Sudoeste bravo
La noche del domingo 25, Día de la Madre, a una cuadra de allí fue asesinado Alejandro Nicolás González, de 26 años. El muchacho estaba en Calle 1886 y Doctor Maradona y fue ejecutado de un disparo en la cabeza. Según testimonios la persona que lo mató –que estaría identificada– circulaba en una moto tipo enduro color azul y se acercó al lugar para amenazar tanto a la familia como a la víctima.
Otro hito violento en un radio de apenas 150 metros ocurrió el martes 21 de octubre por la noche, cuando pistoleros descargaron una lluvia de plomo sobre una vivienda de Calle 1886 al 4300. Como suele suceder el ataque estuvo precedido de una amenaza mafiosa: “Andate de la casa porque es nuestra. Si no te vamos a matar a vos, tus hijos y toda tu familia”.
Según se supo a partir de fuentes policiales, en la vivienda vivía hasta hace unos días una mujer de 38 años que, ante una retahíla de ataques similares, decidió irse con lo puesto a una localidad vecina, presa del temor, junto con su esposo e hijos.
En su denuncia en la comisaría 19ª la víctima señaló con nombre y apellido a la persona que le efectuó la amenaza, a quien identificó como integrante de la banda Los Gorditos, conocida en los arrabales de Villa Flammarión, Fuerte Apache y Tiro Suizo por dominar el territorio a los tiros. Y, este año, por una violenta reaparición en San Lorenzo, con el padrinazgo de Los Monos, de acuerdo a varias imputaciones. Según la presentación de la mujer, quien efectuó la amenaza sería “tío de Cintia Estrella, la que manda en la banda de Los Gorditos”, pareja del cabecilla condenado Brandon Bay.
