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Matar a Pillín: algo más que un crimen de atrevidos que no miden consecuencias

Qué se juega en el doble crimen. Quiénes son Los Menores, quiénes los bancan. Algunas preguntas fueron respondidas por el propio Pillín en una nota de hace 20 días. Otras, parecen como un rompecabezas que se va armando a medida que se desmenuza el doble crimen

Pillín sabía que lo querían matar. Pero no tenía miedo. No lo suficiente para meterse en su casa, o en otra parte.  Una banda lo amenazaba, el líder de esa organización tenía pedido de captura, lo veía circular y la Policía no hacía nada. Qué pasaba. En un mensaje que le dejan a esta banda de los Menores deslizan una complicidad policial. Los acusan de buchones. A quién responden Los Menores es una pregunta sin respuestas claras. Algunos creen que juegan en la misma interna de Los Monos, aquella misma interna que se jugó en el paravalancha rojo y negro entre el Toro Escobar y el Pollo Vinardi por un lado y Nico Camino y el Gordo Vilche por otro. De esa pelea, que dejó varios muertos, la victoria se la llevaron los primeros luego que el mandamás, Guille Cantero se jugara por esa facción. Otros atribuyen a Los Menores estar en una línea que los lleva a la banda de Esteban Alvarado. Pero no juegan solos, prueba de ello es que sus cabecillas tienen pedido de captura pero no pasa nada. Y otra muestra de ello es algunas características del doble homicidio del sábado; luz cortada, poca policía y ambulancias que no paran. Pero la muerte de Pillín es un acto de atrevidos: no cualquiera se hubiese animado y no cualquiera es tan laxo para medir las consecuencias. Todavía algunos creen que hay códigos que no se rompen y el que rompe paga.

“Si me matan la ciudad se incendia. Los Menores se quieren quedar con parte de la ciudad. Cuando me dispararon en el parque Alem Los Monos me ofrecieron hacer una cacería esa misma noche. Me ofrecieron diez autos con gente armada para salir a buscar a los que me habían disparado. Yo los paré porque no quiero volver a la cárcel”. Esto le decía Andrés Pillín Bracamonte al periodista Germán  de los Santos hace algunas semanas.

“Yo soy distinto. Vivo bien, no me drogo, no tomo, no fumo. Tengo todo en blanco. Mi empresa de baños químicos está impecable. Me cuido para vivir una buena vida” agregó.

Bracamonte se enfrentó en el último tiempo con Matías Gazzani, el líder de este grupo, y del cual aseguró que “está prófugo desde marzo. Nadie lo encuentra. Se dice que está en Buenos Aires, pero lo vimos varias veces paseando por Rosario en un Mercedes Benz».

Este grupo, según Pillín, lo quería correr del manejo de la hinchada hace tiempo y fueron los perpetradores del ataque sufrió en el parque Alem en el último clásico ante Newell´s en agosto pasado, donde tres balas le atravesaron la espalda pero, tras ser atendido en una guardia, Bracamonte volvió a la calle como si nada hubiese pasado. “Me intentaron matar 29 veces. Esas son la cantidad de cicatrices que tengo en el cuerpo. Todos son balazos” aseguraba Bracamonte.

“La ciudad quedó llena de sangre porque son todos unos descerebrados. Todos se creen Pablo Escobar, y están todos presos o enterrados. Nunca entendieron el negocio y se empezaron a matar por el control de dos cuadras. ¿Cuál es el negocio si terminas en el cementerio o en la cárcel, que es lo mismo?”.

“Durante mucho tiempo nadie puso un freno a esto. Para estar en esto tenés que ser un pesado, pero eso no quiere decir que te tengas que convertir en un psicópata. Yo me sigo agarrando a trompadas, pero jamás ordenaría que maten a un chico. En Rosario se rompieron códigos que hicieron que todo se vaya a la mierda” sentenció quién lideró la barra brava de Rosario Central durante casi 30 años.

 

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