Para el imaginario social el apellido Cantero encierra una trama de armas, drogas, grandes economías delictivas y mucha cantidad de dinero. Por eso cuando algún familiar aparece como víctima en las crónicas policiales se lo liga, directo, con algún vuelto para Los Monos. Así pareció suceder ayer, apenas se conoció la noticia, aunque pronto quedó claro que no había vínculo alguno con la saga violenta que envuelve a la banda.
Una mujer en compañía de cinco hombres asesinó de un tiro en la panza a Chabela, mítica vecina del barrio Las Flores y hermana del no menos célebre Ariel Cantero. También los agresores le dispararon en la cabeza a su nieta adolescente Luisana, y golpearon hasta desfigurarle la cara a su hija Giuliana. Todo pasó al mediodía en España casi esquina Lirio, en barrio Las Flores. Las dos sobrevivientes estaban anoche, graves, en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). En medio del ataque una muchacha embarazada que estaba cerca de las mujeres fue víctima de un disparo en la pierna. Los allegados y vecinos dijeron que les dispararon porque esa banda conocida como Los Cuatreros acusaba a Chabela de haberlos denunciado por el robo de unos caballos.
La familia de Petrona Isabel Cantero, de 56 años y conocida en el barrio como Chabela, negó tener relación con economías delictivas. “Sí somos parientes de Ariel Cantero pero no tenemos nada que ver con la droga. Tenemos un negocio chiquito donde vendemos artículos de limpieza. A veces vendemos medias por la calle y también cirujeamos”, dijo Ángel, el hijo de Chabela, ayer a El Ciudadano. El muchacho, ayudado por las vecinas y otros jóvenes que lo acompañaban, dijo que todo duró casi una hora. Al mediodía Chabela caminaba por España al 7100 con su nieta Luisana, de 16, y su hija Giuliana, de 22. Las mujeres estaban por llegar a la esquina con Lirio cuando de una granjita donde vive Pato, una de las integrantes de Los Cuatreros, salieron un par de hombres con armas. La dupla esperó a que una camioneta verde se pusiera a la par de las mujeres. De esa chata bajó Pato y otros tres hombres.
“La Pato le disparó a mi mamá en el medio de la panza y a mi sobrina en la cara. A mi hermana Giuliana los tipos le desfiguraron la cara a golpes y le pegaron la cabeza contra el piso. A una chica, que está embarazada, también le dispararon en la pierna. Pero no terminó ahí”, contó Ángel, mientras por los nervios se le asomaba una mueca parecida a una risa.
Ángel, otra víctima
“Acá se escucha un tiro y salimos todos porque sabemos que son ellos. Cuando escuchamos los tiros fuimos a la vereda. Ahí pude ver que en la esquina estaban todos. El de la camioneta se vino para mi casa y cuando estaba a 20 metros aceleró con todo, se subió a la vereda y me aplastó contra la pared”, describió el hijo de Chabela, mientras mostraba el raspón en el brazo izquierdo cerca del codo y el dibujo de la huella de la cubierta en la remera. “Me corrí como pude y no me mató porque no quiso. Como se empezó a juntar gente, se fueron para la casa donde la Pato tiene la granjita, cargaron lo que pudieron y salieron con todo del barrio. De la bronca les quemaron esa casa y un rancho que tenían de aguantadero”, siguió el muchacho mientras señalaba hacia donde calle Lirio se termina, hacia al este, y se transforma en un descampado.
Voceros judiciales informaron que la investigación quedó a cargo de la fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos, Georgina Pairola. En ese marco, el personal de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) demoró apenas llegó al lugar a María Soledad S., de 27 años y conocida como Pato o María de los Ángeles, y también a su pareja David D., de 37 años. Con el correr de las horas, la fiscal ordenó que la mujer quede detenida bajo la sospecha de ser la autora del ataque, a la espera de enfrentar la audiencia imputativa. Las primeras informaciones que los pesquisas obtuvieron también hablaban sobre una pelea de vieja data entre Pato y Chabela, aunque no detallaron el motivo de las diferencias.
Tres días de ataques
El hijo de Chabela dijo que hacía tres días que su madre y los vecinos sufrían ataques de Pato y los cinco hombres que forman la banda de Los Cuatreros. “Les decimos así porque roban caballos. A nosotros nos faltó uno. Hace unos días nos corrieron a tiros porque decían que nosotros los habíamos denunciado”, contó Ángel en referencia al allanamiento que hicieron los policías de la guardia rural Los Pumas en abril pasado, cuando hallaron allí cuatro caballos que habían sido robados de un centro de equinoterapia del departamento San Lorenzo.
“Ellos hace tres años que están acá y hace un tiempo que vienen robando a todo el barrio. A una chica le sacaron las chapas. También en España al 7100, la cuadra donde viven, sacan a las familias más antiguas para poner a su gente y vender drogas. Como mi mamá les reclamó y después le sacaron los caballos, decían que los habíamos denunciado”, contó el hijo de Chabela.
Chabela, histórica del barrio
Ángel estaba nervioso y con todo lo que había pasado en pocas horas, más la incertidumbre de cuál era el estado de salud de su hermana y su sobrina, no sabía cómo describir a su mamá hasta que se le vino a la memoria cómo llegó su familia al barrio. “Mi mamá me contó que vive en Las Flores desde que era un descampado; los trajeron del bajo y todas las casas eran de cartón”, empezó y el recuerdo lo tranquilizó un poco. Allá por 2004, ese sector empezó a urbanizarse tras un acuerdo con el municipio. Y así la cuadra de pasaje Lirio al 1700 y de España al 7100 pasó de los ranchos a humildes viviendas de material.
Toda la familia de Chabela vivió del cirujeo. Los que la conocieron la describieron como una mujer con personalidad y también que les llamó la atención el tatuaje de un ojo turquesa sobre el entrecejo. Los vecinos la citaban ayer como la mujer que formó la cooperativa para los carreros de la zona y la recordaban, parada, al mando del carro tirado por caballos.
También como quien ayudaba a sus vecinos: ya sea con trabajo, para que puedan conseguir materiales para terminar su casa o hacer los trámites para alguna ayuda social. Una chica que se paró a escuchar a Ángel quiso contar que cuando ella se quedó sola con sus dos hijos chicos Chabela la ayudó hacer los papeles y recibir asistencia, también le consiguió chapas. En medio de la charla, Ángel sumó la copa de leche que organizaba y todos los festejos por el Día del Niño a través de la cooperativa: “No sé qué más decirte: mi mamá era buena”.