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De bellas y malas palabras

El actor y director Matías Martínez habla de "Representación nocturna del Marqués de Sebregondi", espectáculo inspirado en el universo literario del escritor argentino Osvaldo Lamborghini, particularmente en su relato "El niño proletario".

La Piara nació con buena estrella. Fue un grupo de teatro rosarino virulento pero angelado que marcó los comienzos de los años 90; por entonces con un único espectáculo que motivó, como ninguno hasta ese momento, que una nueva generación de espectadores se interesara por el teatro independiente local. La Piara se daba a conocer en los comienzos de aquella década con Pelo de grasa, una versión de Decir sí, de Griselda Gambaro (nada menos) que salió de la Escuela Provincial de Teatro (de su viejo edificio de peatonal Córdoba casi Mitre), para pasar luego, gracias al boca a boca, por diversos espacios alternativos y mutar y seguir vivo por varias temporadas y posicionar a algunos de sus integrantes entre los creadores emergentes más interesantes de aquellos años y de su generación.
Matías Martínez, Martín Fumiato (actores), Matías Tamburri (actor, músico en escena) y Federico Fernández Salafia (escenografía y montaje), es decir parte de aquél icónico grupo de trabajo e investigación escénica, se volvió a juntar para concretar el estreno de Representación nocturna del Marqués de Sebregondi, que tendrá lugar esta noche y mañana, a partir de las 21.30, en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), que de este modo inaugura su temporada teatral 2015. Se trata de una producción del grupo Sociedad Secreta de Actuación y la obra podrá ser vista sólo por algo más de 50 espectadores por función.
“Es un espectáculo nuevo y abrimos la temporada del Parque de España. Es sobre el universo poético de Osvaldo Lamborghini, principalmente sobre el cuento «El niño proletario». Y hemos logrado un espectáculo que, a mi criterio, se volvió muy oscuro, denso, visualmente impactante y con un tema provocador como es la violación de un niño proletario a manos de tres niños burgueses”, sintetizó Matías Martínez a modo de introducción de lo que sería una charla en la que la densidad lamborghiniana estaría omnipresente.
Con maquillaje y vestuario del talentoso Ramiro Sorrequieta, el espectáculo desanda momentos de la vida del marqués que, de modo simbólico, sirven para poner en primer plano la posición de la derecha argentina: homosexual activo, cocainómano (“paciencia, culo y terror nunca me faltaron”, dice), Sebregondi, “huyente de sus ruinas, recala en estas costas”. En el relato de Osvaldo Lamborghini, el marqués toma su droga frente al espejo y después hace el chiste: “Soy Narciso, el del estanque; estancamiento y desastre”.
“Este espectáculo aborda el complejo universo de Osvaldo Lamborghini, que es oscuro, sexuado, violento, escatológico; y a mi criterio, hay algo muy interesante en toda la literatura de Lamborghini porque se vuelve de una gran complejidad, casi inasible, a la hora de llevarla a escena. Al momento de pretender adaptarlo al teatro, más allá de que el lenguaje literario poco tiene que ver con el lenguaje teatral, Lamborghini se vuelve siempre un desafío artístico porque va por los bordes. Y por lo mismo, es muy a favor el hecho de haber podido trabajar con gente con la que uno se conoce tanto desde hace mucho tiempo y sabe lo que cada uno puede llegar a dar”, adelantó Martínez sobre la estética neobarroca del autor de El Fiord.
El Lamborghini militante peronista de comienzos de los 70 y hasta ese mismo que se reveló sobre su propia manera de ver y de pensar las cosas es el que brilla desde la oscuridad más absoluta en “El niño proletario”. “Es un cuento que escribió Lamborghini y que está incluido en uno de los tres libros que publicó (murió en Barcelona, en noviembre de 1985, a los 45 años). Su obra consta de El Fiord (1969), Sebregondi retrocede (1973), donde aparece el cuento que adaptamos, y finalmente Poemas (1980). El relato de «El niño proletario», de comienzos de los 70, hay que pensarlo en ese contexto de Montoneros y la Primavera Camporista. Ese relato, al menos es lo que aparece en primer plano, lo lleva adelante un burgués que no le da posibilidad de palabra al proletario; y desde allí, desde la literatura, es de una gran provocación. El cuento es la contratara o reescritura de El Matadero, de Esteban Echeverría, en el que tres niños burgueses se encuentran en la calle con un niño proletario y no pueden contener el deseo aberrante de violarlo y asesinarlo. Lo que Lamborghini hace con su relato es contar esa violación y asesinato de una manera tremendamente bella, aunque suene extraño lo que digo. Un tema tan aberrante y atroz como ése, y en ese punto radica lo genial de Lamborghini, se vuelve poético a través de sus palabras”.
Respecto del universo de esas palabras que se trasladan a la escena con el desencanto y al mismo tiempo la belleza que aporta el autor, y de las particularidades de Sebregondi como el protagonista del relato, Martínez expresó: “Los personajes, estos tres amigos que habitan en el universo de «El niño proletario», son los que aparecen en la obra con las modificaciones pertinentes al lenguaje del teatro. También hubo algo previo a esta puesta, un trabajo anterior que, por lo perfecto de la estructura del relato de Lamborghini, fue un montaje en el que sólo se leía el texto. Se llamó Lectura nocturna del Marqués de Sebregondi y fue lo que me animó a llevarlo a escena, me animó a la teatralidad el hecho de empezar a trabajarlo con otros actores. Los personajes son Esteban, Gustavo y Yo, que en el texto de Lamborghini Yo es el propio autor y aquí es el Marqués, que es mi personaje”.
Finalmente, el actor, director y docente analizó, en perspectiva, la etapa de La Piara: “Éste es un espectáculo para mayores de edad y para gente no prejuiciosa, para gente que pueda entender que allí hay un mundo poético más allá de lo que se dice, de lo que se cuenta. Y nosotros, obviamente, somos los mismos de La Piara, un poco más viejos, con otra impronta, quizás con una trayectoria. Pero ahora somos Sociedad Secreta de Actuación, porque éste es otro momento de la vida de cada uno, un nuevo grupo; no nos interesa reflotar cosas del pasado que, más allá de que funcionaron en su momento, pertenecen al pasado, están bien donde están. Ahora estamos seguros de lo que estamos haciendo en este momento y no de otra cosa. Y creo que así es el mundo del teatro: siempre algo vivo y no la imagen de un póster del pasado”.

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