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Matrimonio asesinado en Flores: confirmaron procesamiento a pareja de policías

Los camaristas confirmaron la hipótesis: la oficial Sonia Soloaga pergeñó un plan para golpearlos a ambos y robarles entre 70 mil y 80 mil dólares. Luego de esto, los ejecutó de un disparo en la cabeza. Diego Pachila, en tanto, quedó involucrado por encubrir el doble crimen

La Cámara del Crimen porteña confirmó el procesamiento de una mujer policía de la ciudad de Buenos Aires acusada de asesinar un matrimonio del barrio Flores el 11 de junio pasado para robarle unos 80 mil dólares. Se trata de la oficial Sonia Rebeca Soloaga. Además, está imputado su ex pareja Diego Pachila, quien trabajaba en la misma dependencia que ella y fue procesado por encubrir el hecho.

Soloaga quedó procesada por robo agravado por haber sido cometido con un arma de fuego en concurso real con homicidio criminis causa, reiterado en dos oportunidades, cometidos mediante armas de fuego y alevosía, y falsa denuncia. Mientras que Pachila fue procesado, pero sin preventiva, por encubrimiento doblemente agravado, por tratarse el hecho de un delito especialmente grave y ser funcionario público.

La causa

De acuerdo con el procesamiento, Sonia Rebeca Soloaga cumplía funciones cerca del domicilio de las víctimas, Alberto Antonio Chirico (71) y María Delia Speranza (63), en el barrio Flores, y se aprovechó del vínculo que había forjado con el matrimonio, que la dejaba pasar al baño y hasta le daba algunas comidas. De esta manera, pergeñó un plan para entrar a la casa el 11 de junio, golpearlos a ambos y robarles entre 70 mil y 80 mil dólares. Luego de esto, los ejecutó de un disparo en la cabeza.

La pareja de Flores asesinada.

 

Las autopsias practicadas por el Cuerpo Médico Forense arrojaron que antes de ser asesinados cada uno de un tiro y con un almohadón haciendo las veces de silenciador, Chirico y Speranza fueron golpeados con la culata de un arma. «Creemos que los torturaron a golpes para que revelen dónde tenían escondidos sus ahorros. El hombre tenía un sólo golpe en la cabeza, pero a la mujer le dieron cuatro culatazos y uno de ellos le destrozó el cráneo. La sospecha es que le pegaban a ella más duro para el marido se quiebre y entregue el dinero», afirmó una fuente de la investigación.

Para ocultar la situación, Soloaga simuló que la había perseguido un auto mientras manejaba y que, al detenerse, un hombre salió del vehículo y le apuntó con un arma, por lo que ella tuvo que realizar dos disparos con su pistola. Agregó también que, cuando se le trabó el arma, el supuesto delincuente se la robó y que también le sustrajeron un bolso donde tenía 300 mil pesos. Esta secuencia la relató en una comisaría, que dio intervención a un juzgado criminal.

A la par de esta situación, cerca de las 14, otra integrante de la Policía de la Ciudad observó que el portón de la casa ubicada en Eugenio Garzón al 3500 estaba abierto. Tocó timbre y a los minutos pasó un vecino de la casa lindera y le dijo que no funcionaba. Como tampoco respondieron a los llamados, fueron a buscar a la hija del matrimonio, que vivía a unas cuadras de allí.

Cuando la mujer ingresó a la casa encontró a sus padres muertos en la habitación de la vivienda. Con la intervención de la policía y de la Unidad Criminalística Móvil, se constató que el matrimonio había fallecido como consecuencia de un disparo en la cabeza. La vivienda estaba revuelta, aunque los electrodomésticos de valor seguían en su lugar.

La intervención de la Cámara

Los camaristas Julio Marcelo Lucini y Mariano González Palazzo explicaron en la resolución que el efectivo acompañó a su pareja durante todo el tiempo luego de la denuncia. Indicaron que cuando la imputada relataba “confusa e imprecisamente cómo se habría desarrollado el episodio, él intervenía con aclaraciones o lo modificaba si advertía inconsistencias”.

En la investigación, se señaló que fue él quien se mostró preocupado vía Whatsapp en los diálogos que mantenía con ella. También, se identificaron registros de comunicaciones que fueron luego eliminados. En su descargo, el policía manifestó que el día del supuesto robo, estuvo reunido con la imputada “tomando mate” previo a empezar su jornada laboral. Ese relato varió cuando, a través de los datos de geoposicionamiento, se lo ubicó en ese lugar a las 13.24. Las antenas de celular corroboraron, además, la presencia de ambos en la zona y que alrededor de las 13 existieron llamadas entre los dos.

Para la Fiscalía, la situación de “tomar mates” por alrededor de media hora durante el horario laboral es un intento de ubicarla lejos de la casa del domicilio a la hora en que se produjeron los asesinatos. Los jueces coincidieron con ese planteo y marcaron que ningún comerciante los vio en esa franja horaria.

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